Se estima que cada año, 100.000 mujeres mueren desangradas poco después del parto, una cada 6 minutos. Aunque la mayoría de los decesos ocurren en países de ingresos bajos y medios, la hemorragia posparto también es una de las principales causas de mortalidad materna en aquellos con economías más desarrolladas.
Sin embargo, estos trágicos índices pueden reducirse hasta un 30% a partir del suministro temprano del fármaco llamado ácido tranexámico, aumentando significativamente las posibilidades de salvar las vidas de las madres que experimentan esta complicación conocida como “la pesadilla de los obstetras”.
Asimismo, el medicamento también es clave en situaciones de trauma agudo. Un porcentaje elevado de personas que sufren accidentes en la calle, mueren en las primeras horas como consecuencia de hemorragias o por complicaciones derivadas de las transfusiones. Los incidentes viales, por ejemplo, son los tipos de sucesos más habituales que lideran la asistencia hospitalaria inicial en cualquier clínica del país. Generalmente, los accidentados presentan lesiones muy graves en las zonas del cráneo, la columna vertebral o el tórax; hasta lesiones multiorgánicas o politraumatismos. La pronta administración de ácido tranexámico a los pacientes puede ayudar a aminorar la gravedad del sangrado y mejorar su coagulación hasta la resolución mecánica del cuadro.
Por otro lado, permite reducir la cantidad de transfusiones de sangre y los riesgos que estas conllevan, además de reducir los costos que este tipo de prácticas significan y la acentuada falta de donantes –algo que se profundizó en los últimos años por la pandemia y que es una problemática que hoy aqueja tanto a hospitales del sector público como privado.
De esta manera, el ácido tranexámico -la molécula que puede salvar vidas- no solamente es un aliado para ayudar a detener o aminorar la hemorragia postparto, sino también para todo tipo de sangrado como las heridas severas de trauma e incluso las lesiones más leves. El fármaco tiene como principal función poder estabilizar el coágulo formado, evitando su rápida disolución.
Se estima que su utilización podría reducir un tercio de las muertes en el mundo causadas por hemorragia. Por otra parte, no necesita ningún requisito especial de conservación o almacenamiento, por lo que se entiende que no debería faltar en ninguna ambulancia o quirófano de establecimientos médicos públicos o privados.
Esta droga fue descubierta en 1957 por un matrimonio de japoneses – la Dra. Utako Okamoto y su marido- durante la búsqueda de un agente hemostático que tratara la hemorragia posparto. Hoy es un fármaco que puede ayudar a salvar la vida de miles personas en Argentina y en todo el mundo.