Por Juan Núñez (*)
Según cálculos de economistas de la Universidad de Chicago, la pérdida de una hectárea de bosque amazónico le cuesta a la comunidad internacional 24 mil euros, considerando solamente su valor como almacén de gases de efecto invernadero, en tanto que las tierras dedicadas a la cría de ganado, causa fundamental de la deforestación, producen un valor de solo 850 euros por hectárea.
¿Los motivos? Entre otras cosas porque en el debate está ausente una propuesta de salida para los 30 millones brasileños que viven en la zona, que necesitan incentivos para poder explotar su región de una manera sostenible.
De esta manera, la clave para dar vuelta esta ecuación es cambiar la economía de los de habitantes del lugar.
Costa Rica es un ejemplo de como la remediación ambiental y la recuperación del capital natural puede traer beneficios económicos. En los años noventa, el país centroamericano tenía los índices de deforestación más altos del mundo. Frente a este problema, el Gobierno costarricense promovió cambios estructurales en el sector agrícola que beneficiaron la protección de los bosques, con la introducción de controles jurídicos para evitar el cambio del bosque natural a otros usos de la tierra y con una financiación estable destinada a los bosques a través de un sistema de pago por servicios ambientales.
La mayor parte de estos ingresos provienen de un impuesto al consumo de combustibles fósiles.
Con la reforestación, no sólo se ha beneficiado el medio ambiente: en torno a la conservación de los bosques ha crecido toda una industria y los bosques trajeron, además, ingresos adicionales por el desarrollo del ecoturismo.
Esta es una experiencia a imitar.
El valor que aporta el capital natural no está reconocido y permanece escondido a pesar del gran potencial que tienen de impactar en empresas y organizaciones.
La propuesta de Green Bond Meter (GBM) consiste en la conservación y recuperación del patrimonio natural en Argentina y alrededor del mundo. Es una solución que invita a proteger 300 millones de hectáreas de biosfera (flora, fauna, tierra) durante 100 años mediante la creación de un ecosistema que combina las tecnologías Blockchain, GIS y AI.
De esta manera, de las mejores tierras, se elegirá un millón de hectáreas, cuyos m2 serán asociados a 1 token = 1 GBM Coin, estableciendo un activo digital respaldado en el capital natural que preserva. Este Utility token (GBM Coin) permitirá adquirir los GBM Land, un token NFT que permite ser propietario virtual, usufructuando servicios digitales como publicidad verde y accediendo a los créditos de carbono en condiciones preferenciales, emitidos entre las tierras propias y de terceros, en función de la adicionalidad generada por la preservación de biosfera y fijación de CO2e.
GBM comenzó ya el proceso de reconversión integral de un campo de 24.500 hectáreas en la selva paranaense, en Misiones, que estaba sometido a un proceso de deforestación controlada, que ahora comenzó a revertirse para su conservación. En esas tierras, los obrajeros contratistas que trabajaban en la extracción de madera, estarán incluidos en los planes y acciones de remediación a través de las tareas de reforestación, esperamos comenzar con las tareas al inicio del próximo año.
Los procesos de recuperación de hectáreas de bosques que pasan de la tala a la reforestación promueven la generación de empleo formal, el fortalecimiento de una economía verde, la incorporación de nuevos actores al mercado, el crecimiento de las economías locales y una mayor autonomía económica para los grupos vulnerables.
Quiere decir que en los 10 meses que lleva el predio en posesión de GBM hay una acción contundente y cuantificable en cuanto a la deforestación evitada. La reserva puede, a su vez, absorber más de 115.000 toneladas de CO2e, lo que equivale a quitar 25.000 autos de circulación al año.
La selva misionera es el segundo bosque con mayor biodiversidad de Sudamérica y está compuesta por una selva de clima semi-tropical y tropical húmedo, con variada topología y cumbres de más de 700 metros sobre el nivel del mar. Se caracteriza además por su diversidad de especies de flora y fauna, con más de 150 kms. internos de ríos y arroyos, pero debido a la deforestación de los últimos 100 años la cobertura arbórea actual no supera los 50 años de vida, cuando su composición original contenía especies que superaban los 1.000 años de antigüedad.
Reconocer que funcionamos en un sistema de mercado que tiene en cuenta la realidad ambiental significa integrar el capital natural a los procesos de toma de decisión. Este enfoque es la única vía posible para afrontar la crisis climática y de biodiversidad que vivimos.
(*) Por Juan Núñez, CEO de Green Bond Meter (GBM)