La teoría que se repite y se difunde desde hace años por el mundo dice que para el año 2050 habrá 9.000 millones de personas quemando carbono, contaminando con plásticos y consumiendo calorías en el planeta. Añade que para 2100 habrá 11.000 millones de personas y que la sociedad planetaria asistirá a una catástrofe. Esta predicción proviene de una de las autoridades más confiables y respetadas del mundo, las Naciones Unidas.
Empty Planet, un libro escrito por John Ibbitson (periodista) y Darrell Bricker (politólogo) desmiente categóricamente a la ONU. En él dicen los autores que en treinta años más la población global comenzará a declinar y que una vez iniciado el proceso no se va a detener.
Luego de entrevistar y conversar con gente de todas las nacionalidades, niveles sociales y actividades del mundo, la información que recogieron los llevaron a contradecir un dogma demográfico profundamente arraigado en la sociedad: que la población mundial crece en forma permanente. En una conversación con Wired, los autores explican el camino que los llevó a esa conclusión.
–Naciones Unidas es una autoridad de mucho peso en todo tipo de temas. ¿Qué les hizo pensar que se equivocaba sobre crecimiento poblacional?
–Ibbitson: Los datos poblacionales de la ONU son lo que nosotros llamamos conocimiento vertical, o conocimiento del tipo “todo el mundo sabe”. Si uno pregunta a cualquier tipo de persona qué opina sobre la población mundial contesta sin vacilar que hay una explosión de crecimiento. Eso es algo que está profundamente arraigado.
–Bricker: Nosotros decidimos poner a prueba esos “supuestos” porque a veces la realidad se corre del lugar donde está el conocimiento vertical.
–Ibbitson: Pronto descubrimos que hay todo un cuerpo de demógrafos que vienen cuestionando las cifras de la ONU desde hace años. Partiendo de allí, fuimos a hablar con gente real para averiguar sobre las grandes decisiones que toma en su vida.
–¿Por qué pensaron que las estadísticas andaban mal?
–Bricker: El modelo de predicción de la ONU toma en cuenta tres factores: tasa de fertilidad, tasa de migración y tasa de defunciones. No incluye ni la expansión de la educación entre las mujeres ni la velocidad del proceso de urbanización, que en alguna medida están ligados. Pero cuando entrevisté al demógrafo Wolfgang Lutz en Viena, comprobé que él introducía una sola modificación al modelo de la ONU. En sus proyecciones agregaba una variable nueva al pronóstico: el nivel de mejora en la educación femenina. Solo con eso llega a un número mucho más bajo para el año 2100: entre 8.000 y 9.000 millones de personas.
–Ibbitson: Lutz dice que el órgano reproductor más importante de la raza humana es la mente. Afirma que si uno cambia la forma en que la gente concibe la reproducción, puede cambiarlo todo. Según su análisis, lo que más efecto tiene sobre la fertilidad es la educación de la mujer. La ONU tiene una visión muy negativa sobre Ãfrica, por ejemplo. Por eso no prevé mucho cambio en términos de fertilidad en el primer cuarto de siglo. Pero grandes sectores africanos están urbanizándose al doble de velocidad que el promedio mundial. Y sus mujeres aumentan su nivel de educación, también a gran velocidad.
–Bricker: Y esa es apenas una variable cultural. Por eso podemos decir que los viejos modelos siempre trabajaron en el pasado, pero ¿y si el pasado no fuera el prólogo de lo que va a venir? ¿Y si nos estuviéramos moviendo hacia un nuevo y diferente momento cultural? ¿Y si ese momento cultural girara alrededor de las decisiones personales que están tomando las mujeres sobre su propia vida?
–Ibbitson: En 26 países comprobamos que las mujeres no piensan tener más de dos hijos. Las fuerzas externas que antes inculcaban que las familias debían ser numerosas están desapareciendo en todas partes. Ése es el escenario que estamos pidiendo que se contemple.
–¿Por qué importa quién tiene razón?
–Bricker: Porque los que planifican para el futuro del mundo, de la economía o del planeamiento urbano, basan sus proyecciones en una población cada vez más grande. Deciden sobre todo tipo de cosas dando eso por hecho. Si cuando uno escarba descubre que lo que va a crecer es la población anciana, eso tiene que afectar las decisiones a futuro. Porque las decisiones se basan en cómo uno cree que va a ser el futuro.