La irrupción de inteligencia artificial suele verse como un conflicto inevitable entre los humanos y las máquinas. La fantasía nos lleva a imaginar un futuro cercano en el que los robots dirigen todo, pero la realidad tiene muchos matices. Es cierto que la gente desarrolla la tecnología, pero a veces el impacto y alcance de esa tecnología supera nuestra capacidad de entender. Lo vemos hoy. Los creadores de las redes sociales pensaron que estaban reuniendo a la humanidad cuando en realidad esas plataformas tienden a dividir y aislar. La automatización tiene el potencial de modificar tremendamente la forma en que trabajamos, pero debemos trabajar para asegurar que beneficie a todos. Esta idea está contenida en el último informe de Citric Systems, la multinacional norteamericana de software. El informe — Work 2035: How people and technology will pioneer new ways of working — analiza las formas en que la tecnología podría cambiar la forma en que trabajan las empresas. En cada escenario posible, la gran diferencia entre ahora y 2035 no es lo que la tecnología podría crear sino sino lo que imaginan los empleadores y los empleados. A eso Citrix lo llama la “desconexión digital”.
Los líderes imaginan un gran futuro en el que la tecnología trae una nueva economía. Un mundo en el que la automatización maneja todas las tareas tediosas y repetitivas y los humanos quedan libres para dedicarse a lo que les apasiona hacer. Una especie de segundo Renacimiento donde todo el valor excedente que genera IA es reinvertido en las personas. Los empleados, en cambio, no ven otra cosa que reemplazo, vigilancia y hasta incertidumbre.
Es responsabilidad de los líderes terminar con la desconexión digital y preparar el camino hacia un nuevo tipo de economía donde los robots manejan una y las personas manejan otra. Para llegar a ese nuevo mundo del trabajo, primero habrá que redefinir el “trabajo” y quién lo realiza.
La economía del ocio
La idea de que la tecnología llegaría a los humanos a trabajar menos ronda desde hace mucho tiempo, incluso antes de las computadoras. Comenzó con John Maynard Keynes que hablaba del progreso tecnológico. Pero recién en 1995, cuando el economista Jeremy Rifkin publicó un libro titulado El fin del trabajo, la idea comenzó a instalarse.
En su último libro, A World Without Work, el economista Daniel Susskind presenta la idea de una “economía del ocio”, donde la automatización ha reemplazado las tareas que normalmente harían las personas. A su vez, ese excedente es reinvertido en la gente para que puedanvivir una vida más agradable, aprendiendo habilidades nuevas, ayudando a conversar el ambiente, haciendo arte y explorando millones de posibilidades.
El informe Work 2035 pinta un futuro en el cual la automatización se hace cargo de algunas cosas que antes hacían los humanos – principalmente administrativas – pero eso simultáneamente dispara un giro hacia dos sectores nuevos y en crecimiento: IA y la industria de servicios.