La agenda de género viene avanzando a paso acelerado y somos muchas las mujeres y hombres que la celebramos. La visibilidad de las inequidades tiene la virtud de generar conciencia. Ver la realidad remueve dudas y nos hace más asertivos a la hora de gestionar.
Mirando el mundo que nos rodea resulta evidente que, si bien la sociedad está compuesta por un número parecido de individuos de ambos géneros, los espacios de decisión están ocupados mayoritariamente por hombres. Mientras esto no cambie, la agenda de género deberá seguir siendo prioritaria.
Cerrar la brecha de género está tomando demasiado tiempo. Tanto que según el World Economic Forum, a este ritmo las diferencias persistirán al menos por los próximos 250 años.
Evidentemente se hace imperioso delinear estrategias que consideren las cuestiones culturales y fundamentalmente los sesgos inconscientes que privan a la sociedad sistemáticamente y, sin proponérselo, del aporte de cada vez más mujeres sumándonos auténticamente a todo el entramado social, económico y político del país.
Proponernos objetivos, medir y corregir todo lo que sea necesario para acelerar el paso es crucial. Entre los aceleradores más comentados, se encuentran la definición de cupos, que creo son virtuosos, y han probado en otros países contribuir de manera contundente a corregir muchas asimetrías sin generar estigmas.
Sin embargo, siento que son sólo la punta del iceberg, ya que no siempre terminan derramando por sí solos a las bases de las organizaciones en las que se implementan. Para que el cambio tenga la profundidad que un tema tan complejo ofrece, se necesita más que de una acción aislada, de una agenda sostenida en el tiempo que procure entender el status quo, qué barreras existen para cambiarlo, y se proponga decodificar cómo removerlas.
Acciones como el fomento a la educación para que más y más mujeres estén preparadas para sumarse a la fuerza laboral; asegurarse de que aquellas que están preparadas tengan las mismas posibilidades de ascenso y pago igualitario que sus compañeros hombres. La definición de objetivos de diversidad no sólo jerárquicos sino también por especialidad, el trabajo activo sobre sesgos inconscientes, y la revisión de políticas de selección de personal que identifiquen a los mejores talentos independientemente de su género, son apenas algunas de las iniciativas que creo debiera contener la agenda.
La sociedad es diversa y esa cualidad debe verse reflejada en todas las mesas de decisión. Ojalá pronto llegue el día en que ya no sea noticia una foto en la que solo se vean hombres. Así, nos aseguraremos de que las decisiones que se tomen reflejen la realidad de todos. Es entre todos, hombres y mujeres que lo lograremos, trabajando en conjunto. Que la nueva normalidad con sus desafíos, en lugar de exacerbar las diferencias, nos dé la oportunidad de cambiar el ritmo e impulsarnos hacia una sociedad más justa y mejor preparada para superar los desafíos complejos que estamos enfrentando.
(*) Directora de Empresas de Grupo Supervielle