En el año 2012 los 11 jugadores del Barça provenían de la academia juvenil del club, La Masía. Muchos dicen que eran los mejores jugadores de fútbol del mundo, afirma Simon Kuper en How the Best Soccer Team in the orld lost its Luster(Strategy & Business).
Los clubes de fútbol se jactan siempre de tener sólidos programas de entrenamiento de jóvenes, pero aquel equipo era algo especial. La mayoría de los integrantes habían jugado con España en el Mundial de Fútbol 2010. Además, el pequeño argentino Lionel Messi era ampliamente reconocido como el mejor jugador del mundo. Barcelona en aquel momento era un club poderoso: desde el 2006 al 2015 ganaría cuatro veces la Champions League Europea, el mayor premio para un club de fútbol.
Pero los poderosos caen. Desde hace varios años ya el Barça viene siendo superado por equipos mejores en la competencia europea. Luego de acumular deudas por alrededor de US$ 1.500 millones, el club se vio obligado a dejar que Messi pasara al Paris Saint-Germain. El equipo catalán no estaba en condiciones de ofrecerle un nuevo contrato, incluso luego de que Messi aceptara reducir su salario a la mitad.
La caída en desgracia del Barcelona ofrece lecciones a las compañías que lideran o aspiran liderar en sus sectores. El club cayó en la trampa que acecha a todas las compañías que son número uno: se relajan mientras sus rivales copian sus mejores ideas y las agrandan. No logró crear un plan sustentable de sucesión de los jugadores de más edad y se volvió liberal con sus finanzas. El Bacelona no entendió que la grandeza es una meta en movimiento, nunca fija.
Talento mal administrado
Más que cualquier otra industria, los deportes profesionales giran alrededor del talento. La dificultad que encuentran los equipos para encontrar esa gente es algo que muchas compañías están comenzando a experimentar en el complicado mercado laboral actual.
La manera más barata de encontrar talento es buscarlo in-house, como hizo brillantemente el Barcelona en la era Messi. Pero luego el club cayó víctima de su propio éxito. Cuando el equipo estuvo formado por jugadores de primera línea quedaba poco margen para que nuevos talentos iniciaran su proceso de desarrollo.
El Barça cayó también víctima de la complacencia. Cuando una organización es número uno, la tentación es dejar de pensar. ¿Para qué innovar si ya es la mejor? Mientras tanto, todos los clubes rivales estudiaban al Barcelona.
Cuando alguien es número uno también cae en la tentación de volverse descuidado con el dinero. En 2018 el Barça se convirtió en el primer club de cualquier deporte en tener más de US$ 1.000 millones de ingresos anuales. Y entonces cuando Jorge Messi, padre y agente de Lionel, comenzó a amenazar que su hijo se iría si no obtenía un aumento, el club cedió.
Desde 2017 hasta 2021 Messi ganó un total equivalente a US$ 674 millones, según el contrato publicado por el diario español El Mundo.
Un alto funcionario del Barça dijo a Kuper que el salario de Messi se triplicó entre 2014 y 2020; y agregó: “Messi no es el problema. El problema es el contagio que provoca en el resto del equipo”. Cada vez que Messi obtenía un aumento, sus compañeros exigían uno también. Para 2019 el salario promedio del equipo del Barça era de US$ 12,2 millones anuales, el más alto para cualquier club deportivo sobre la tierra.
En cualquier industria, el talento tiene un poder importante frente al empleador. Pero en el Barça, el talento era tan exitoso, experimentado y bien pago que su poder se volvió casi absoluto. Los jugadores ejercían ese poder no trabajando lo suficiente. Y así, a medida que sumaban años los principales jugadores, las sesiones de entrenamiento se fueron relajando hasta que el equipo se volvió disfuncional.
Hoy el Barcelona está en caída libre y, curiosamente, este es también un momento creativo para el club. Los dirigentes entienden que habiendo perdido a su mayor talento, es hora de comenzar a reconsiderar. Podría ser que está volviendo algo del espíritu de innovación que una vez lo convirtió en el mejor club de fútbol del mundo.