<p>Jack Welsh, el ilustre CEO de General Electric, hizo de la empresa lo que es hoy desafiando a sus gerentes a convertir a la compañía en la marca número uno en sus mercados respectivos. Welsh es un buen ejemplo — pero no el único –de cómo un director ejecutivo puede cambiar el rumbo de una empresa completamente,. Steve Jobs, fundador y cabeza de Apple durante una década, también logró a fuerza de carisma e innovaciones en el mercado hacerse de una base de consumidores fieles a la marca. Ese es, después de todo, el trabajo de todo CEO: mantener el valor único que la marca representa en la mente de sus consumidores.<br />
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Emprendedores de todas las áreas se han hecho famosos por capturar una parte de la mente de las personas con nuevas soluciones a problemas viejos. Pero los ejecutivos profesionales que generalmente se encargan de las tareas operacionales, una vez que la marca ya es reconocida tienen un trabajo duro: sostener su posicionamiento en los consumidores.<br />
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Lamentablemente pocos lo logran, especialmente en el mercado cambiante de la tecnología. En Apple Steve Jobs, el emprendedor y fundador, dejó el puesto de CEO a Tim Cook que está, todavía, en un periodo de adaptación. Pero sin un plan estratégico – la idea de hacia dónde debe ir la compañía- es difícil para cualquier compañía seguir reteniendo parte de la magia inicial. Las consecuencias en ese caso pueden ser fatales.</p>
<p>Para que una marca permanezca en el puesto número uno tiene que ocupar alguna de las siguientes tres posiciones en la cabeza del cliente: ser el mejor de su categoría, tener una serie original de atributos o ser el más barato de todos sus competidores. Si no se acomoda a alguno de estos requerimientos tendrá un valor difuso para sus consumidores.</p>
<p>Después de todo, el valor real de una marca está en la recolección de experiencias que creen una percepción particular. Pierden posiciones cuando aparecen opciones mejores, más rápidas o baratas a los mismos problemas. Esto es particularmente cierto en el caso de las compañías que fabrican teléfonos, computadoras o software. Nokia, HP y Microsoft, por ejemplo, están perdiendo espacio en relación a sus competidores que ofrecen experiencias alternativas más ricas.</p>
<p>Es la tarea de un buen CEO catalogar los puntos fuertes y débiles y seleccionar cuál de todos los recursos es preciso explotar para satisfacer mejor a sus clientes. Cuando los CEOs toman buenas decisiones con respecto a esto, las marcas ganan espacio en la mente del consumidor. El marketing no es otra cosa que una batalla diaria para ocupar un lugar preferencial, entonces cualquier ángulo diferencial se vuelve una ventaja competitiva.</p>
La importancia de un buen CEO
Muchas veces los directores ejecutivos se convierten en verdaderas estrellas por su capacidad para encontrar nuevos nichos en el mercado y hacer buenos negocios. En definitiva, un buen CEO puede ser la diferencia entre el éxito y la bancarrota.