El cuadro que encuentra Svanberg es bastante problemático. Las acciones del mayor fabricante mundial de equipos para telefonía móvil han perdido 96% entre abril de 2000 y marzo último, víctimas de pecados propios –mal marketing de celulares- y ajenos. Para el caso, la depresión generalizada en el mercado de telecomunicaciones. Presionadas por escasas ventas, las telcos han venido desde 2001 recortando compras, gastos y planes en dispositivos de III generación. La tecnología 3G, supuestamente, aumentaría ingresos para fabricantes de equipos, pues permite a los teléfonos móviles enviar y recibir datos, voz e imagen. Pero, en sus 126 años de existencia, Ericsson no vivió una frustración comparable con la del “sueño 3G”.
Al mismo tiempo, pocos países dependen, como Suecia, de una sola empresa. En 2000, Ericsson aportaba 15% de las exportaciones. En 2002, pese a la contracción de ventas y demanda, todavía significó 9% y la bastó para seguir siendo el exportador dominante. Para colmo, la “depre” sueca se agrava ante el éxito de su vecina finesa, Nokia, justamente la líder en celulares. Básicamente, Nokia entiende a los mismos usuarios cuyas necesidades Ericsson recién ahora empieza a notar. Como proveedora habituada a empresas, no a clientes individuales, la sueca ponía en mercado –con retraso- productos difíciles de operar y poco agradables de ver.
Nokia siempre puso énfasis en el diseño y lanzaba novedades lo antes posible. Finalmente, tras pérdidas por US$ 2.000 millones en 2000, Ericsson combinó sus operaciones con las de Sony. ¿Por qué? Porque “la japonesa entiende mejor al usuario”, señala Svanberg, que elude el término “consumidor”. Pos las dudas, el nuevo CEO hizo otro cambio radical y tercerizó servicios internos de TI vía Hewlett-Packard.
La presencia misma de Svanberg define hasta dónde llega la crisis. Amén del cuarto CEO en un quinquenio, es el primero en sesenta años que no proviene de las dos esferas de poder internas: Investor, el holding de la familia Wallenberg, e Industrivärden, que representa al Svenska Handelsbanken (Banco Comercial Sueco) en el paquete. También hay un factor cultural, pues Svanberg proviene de Assa Abloy (se retiró como CEO) –el mayor fabricante mundial de cerraduras y afines-, no del ámbito de ingenieros y técnicos históricamente relacionado con Ericsson.
El nuevo presidente ejecutivo (o director gerente, como se dice en Escandinavia) deberá remontar nueve trimestres negativos al hilo, recortar 26% de los gastos operativos y proseguir el plan de achicamiento laboral. Ericsson tenía 107.000 empleados a principios de 2001 y, a fin de este año, deberá contar con menos de 60.000. Igual, serán 11,1% más que los 54.000 de Nokia, una firma cuyas ventas superan en 50% las del grupo sueco. Svanberg ha señalado que, si se hacen los recortes de gastos previstos, el personal estable no deberá pasar de 50.000.
¿Volverá Ericsson a ser una empresa en plena marcha? A fines de los 90, ventas y ganancias crecían a más de 20% anual. Hoy sólo se busca superar el promedio sectorial y volver a 10% de margen operativo. ¿Lo logrará Svanberg?… Con una fortuna personal de US$ 59 millones y apenas 50 años, es obvio que no aceptó el reto para ganar dinero, sino por espíritu de aventura. Ericsson es mucho más grande que Assa Abloy y su filosofía interna es completamente distinta, en particular para quien carece de experiencia en telecomunicaciones.
El cuadro que encuentra Svanberg es bastante problemático. Las acciones del mayor fabricante mundial de equipos para telefonía móvil han perdido 96% entre abril de 2000 y marzo último, víctimas de pecados propios –mal marketing de celulares- y ajenos. Para el caso, la depresión generalizada en el mercado de telecomunicaciones. Presionadas por escasas ventas, las telcos han venido desde 2001 recortando compras, gastos y planes en dispositivos de III generación. La tecnología 3G, supuestamente, aumentaría ingresos para fabricantes de equipos, pues permite a los teléfonos móviles enviar y recibir datos, voz e imagen. Pero, en sus 126 años de existencia, Ericsson no vivió una frustración comparable con la del “sueño 3G”.
Al mismo tiempo, pocos países dependen, como Suecia, de una sola empresa. En 2000, Ericsson aportaba 15% de las exportaciones. En 2002, pese a la contracción de ventas y demanda, todavía significó 9% y la bastó para seguir siendo el exportador dominante. Para colmo, la “depre” sueca se agrava ante el éxito de su vecina finesa, Nokia, justamente la líder en celulares. Básicamente, Nokia entiende a los mismos usuarios cuyas necesidades Ericsson recién ahora empieza a notar. Como proveedora habituada a empresas, no a clientes individuales, la sueca ponía en mercado –con retraso- productos difíciles de operar y poco agradables de ver.
Nokia siempre puso énfasis en el diseño y lanzaba novedades lo antes posible. Finalmente, tras pérdidas por US$ 2.000 millones en 2000, Ericsson combinó sus operaciones con las de Sony. ¿Por qué? Porque “la japonesa entiende mejor al usuario”, señala Svanberg, que elude el término “consumidor”. Pos las dudas, el nuevo CEO hizo otro cambio radical y tercerizó servicios internos de TI vía Hewlett-Packard.
La presencia misma de Svanberg define hasta dónde llega la crisis. Amén del cuarto CEO en un quinquenio, es el primero en sesenta años que no proviene de las dos esferas de poder internas: Investor, el holding de la familia Wallenberg, e Industrivärden, que representa al Svenska Handelsbanken (Banco Comercial Sueco) en el paquete. También hay un factor cultural, pues Svanberg proviene de Assa Abloy (se retiró como CEO) –el mayor fabricante mundial de cerraduras y afines-, no del ámbito de ingenieros y técnicos históricamente relacionado con Ericsson.
El nuevo presidente ejecutivo (o director gerente, como se dice en Escandinavia) deberá remontar nueve trimestres negativos al hilo, recortar 26% de los gastos operativos y proseguir el plan de achicamiento laboral. Ericsson tenía 107.000 empleados a principios de 2001 y, a fin de este año, deberá contar con menos de 60.000. Igual, serán 11,1% más que los 54.000 de Nokia, una firma cuyas ventas superan en 50% las del grupo sueco. Svanberg ha señalado que, si se hacen los recortes de gastos previstos, el personal estable no deberá pasar de 50.000.
¿Volverá Ericsson a ser una empresa en plena marcha? A fines de los 90, ventas y ganancias crecían a más de 20% anual. Hoy sólo se busca superar el promedio sectorial y volver a 10% de margen operativo. ¿Lo logrará Svanberg?… Con una fortuna personal de US$ 59 millones y apenas 50 años, es obvio que no aceptó el reto para ganar dinero, sino por espíritu de aventura. Ericsson es mucho más grande que Assa Abloy y su filosofía interna es completamente distinta, en particular para quien carece de experiencia en telecomunicaciones.