domingo, 29 de diciembre de 2024

El difícil arte de dar malas noticias

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Hay situaciones cuando un CEO se ve obligado a dar una mala noticia a todo el personal. Mala noticia, en este contexto, puede ser una reprimenda por insuficiente desempeño o algún proyecto que no le va a gustar a todo el mundo. Lo difícil es evitar que el mensaje se difunda echando sombra a la compañía.

¿Cómo se le dice a todo el personal de una empresa están haciendo mal las cosas? ¿Se envía  un email?  Se habla con unos pocos para que ellos hagan circular la noticia? ¿Se imita el ejemplo de Virginia Ginni Rometty, de IBM que grabó un video, lo puso en el blog interno de la compañía  y luego lo compartió con todo el personal de la empresa? Después de un desalentador informe sobre las ganancias el 18 de abril, Rometty envió el video a los 434.000 empleados donde admitía que IBM no se había transformado lo suficiente y señalaba al departamento de ventas por haber perdido varias operaciones importantes. El mensaje llegó a la prensa y ahora Rometty es acusada de reprender mal a su personal.
 
Lo cierto es que las cosas siempre se filtran; es muy difícil mantener secretos. Y si hay que decir algo a todos los empleados de la organización seguramente el mensaje no quedará nunca en secreto. 

Yahoo eligió el método del email en febrero para informar al personal que no se permitiría más el trabajo desde el hogar. Sea en formato video, sea en formato e-.mail, cuando el mensaje es a muchas personas nunca se va a percibir como personal. Por lo tanto, muchos expertos aconsejan tomar medidas para contener el daño, pues seguramente va a haber muchas personas afectadas emocionalmente con lo que la empresa decida y entonces no es posible que se enteren en el mismo momento que todos los demás. 

Aconsejan, entonces, no solamente hacerles saber de antemano el contenido de la noticia sino  invitarlos a acercarse para discutir mano a mano. Lo que hay que evitar a toda costa es una horda de empleados indignados  que salgan a difundir la noticia que les molesta a los cuatro vientos. Así, la empresa queda expuesta a las críticas de propios y extraños. 

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