Samsung blues: un escándalo que roza al paterfamilias

Tres meses de indagaciones sobre presuntos sobornos y fraudes tocan a la cúpula del mayor grupo surcoreano. Los fiscales comienzan a interrogar al presidente Li Kun-hi, ahora intocable y emblema de un modelo poco transparente.

7 abril, 2008

A criterio de varios observadores políticos en Seúl, Tokio y Singapur (otro reducto de una oligarquía autoritaria), este proceso es otro paso hacia una transformación en el sistema local de management. Algunas la definen como “occidentalización”.

Desde el viernes, Li estuvo reunido con fiscales especiales, nombrados por la legislatura en diciembre. Todo empezó cuando un ex ejecutivo de Samsung acusó a la compañía de abrir cuentas bancarias ilícitas para canalizar sobornos a funcionarios y, de paso, comprar obras de arte en forma particular. Por supuesto, la firma sigue negando todo.

Los medios no tenían en claro qué preguntas iban a formularle al paterfamilias. Sucede que las actividades denunciadas por un ex manager de tercer nivel se relacionan con presiones de Li para transferir el control del conglomerado (59 empresas, entre ellas Samsung Electronics) a su hijo.

Puesto de otro modo, un típico recurso en Asia (toda, salvo Rusia y Japón) para mantener la sucesión en familia. Por otra parte los fondos bajo escrutinio son exiguos para un grupo que facturas anualmente casi US$ 150.000 millones. El problema es sin duda político.

Por ejemplo, las primeras acusaciones aparecieron semanas antes de los comicios presidenciales de diciembre. La oposición liberal aprovechó la campaña y las denuncias para exigir una drástica revisión de los conglomerados y su nepotismo rampante. Además, desde hace años la opinión pública está contra Samsung y los Li, a quienes tacha de arrogantes.

A criterio de varios observadores políticos en Seúl, Tokio y Singapur (otro reducto de una oligarquía autoritaria), este proceso es otro paso hacia una transformación en el sistema local de management. Algunas la definen como “occidentalización”.

Desde el viernes, Li estuvo reunido con fiscales especiales, nombrados por la legislatura en diciembre. Todo empezó cuando un ex ejecutivo de Samsung acusó a la compañía de abrir cuentas bancarias ilícitas para canalizar sobornos a funcionarios y, de paso, comprar obras de arte en forma particular. Por supuesto, la firma sigue negando todo.

Los medios no tenían en claro qué preguntas iban a formularle al paterfamilias. Sucede que las actividades denunciadas por un ex manager de tercer nivel se relacionan con presiones de Li para transferir el control del conglomerado (59 empresas, entre ellas Samsung Electronics) a su hijo.

Puesto de otro modo, un típico recurso en Asia (toda, salvo Rusia y Japón) para mantener la sucesión en familia. Por otra parte los fondos bajo escrutinio son exiguos para un grupo que facturas anualmente casi US$ 150.000 millones. El problema es sin duda político.

Por ejemplo, las primeras acusaciones aparecieron semanas antes de los comicios presidenciales de diciembre. La oposición liberal aprovechó la campaña y las denuncias para exigir una drástica revisión de los conglomerados y su nepotismo rampante. Además, desde hace años la opinión pública está contra Samsung y los Li, a quienes tacha de arrogantes.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades