Pfizer en problemas por los genéricos

Pfizer Inc., el laboratorio farmacéutico más grande del mundo, pelea contra el problema del gran giro hacia los genéricos baratos.

6 enero, 2006

Haca ya tiempo que tanto los ejecutivos de la compañía como sus accionistas saben que las copias genéricas son el gran enemigo de varios fármacos importantes de Pfizer que están a punto de perder la protección de sus patentes. Pero ahora el detalle nuevo es que las versiones genéricas de sus competidores están dañando las ventas de medicamentos que todavía mantienen la protección de patentes. Ninguna de las estrategias adoptadas hasta ahora por la compañía –compra de licencias, adquisiciones y la investigación propia –logró hasta ahora producir suficientes productos como para superar el traspié.

Una de sus drogas en problemas es Lipitor, que se receta para controlar el colesterol. Según los registros que constan en Kaiser Permanente, una organización que se ocupa de controlar los temas sanitarios en California, menos de 10% de los afectados por colesterol alto consumen Lipitor.

Durante años Pfizer concentró todos sus esfuerzos en remedios para enfermedades comunes, como Celebrex para el dolor, Zoloft para la depresión y Viagra para la impotencia. Su herramienta preferida para vender fue siempre el marketing, o sea avisos en televisión para el público amplio y un ejército de visitadores médicos para los profesionales. Pero hoy los US$ 40 que cuesta una caja de Lipitor, no puede contra los US$ 7 de un competidor genérico.

Las ventas de Lipitor en Estados Unidos sólo crecieron 1% en el tercer trimestre de 2005 con respecto al mismo período el año anterior. En los dos primeros meses del cuatro trimestre, las recetas de Lipitor en Estados Unidos cayeron 2,3% comparadas con el mismo período el año anterior, según la organización de Atlanta NDCHealth. Aun así, sigue siendo el fármaco que más se vende en el mundo con US$ 12.000 millones de ventas al año.

El comportamiento de Lipitor ha puesto en dificultades al CEO de la empresa, Henry McKinnell, quien ocupa el cargo desde 2001 y actualmente está siendo observado muy de cerca por el directorio. En todas las reuniones de la comisión se trata el tema de cómo hará Pfizer para encontrar nuevos fármacos, según informó al Wall Street Journal un informante anónimo.

Pfizer hace frente a la situación de la manera que mejor sabe hacerlo, con mucho marketing y más inversión en publicidad.

Un poco de historia. En la década del ’80 y ’90 los productos farmacéuticos se convirtieron en un negocio de alta rentabilidad gracias al lanzamiento de algunos productos que generaron ventas masivas en todo el mundo. Pero ahora muchas drogas están acercándose al final de su período de protección mediante patente y cuando eso ocurra las píldoras de marca perderán todas sus ventas a manos de los genéricos, que son productos químicamente idénticos. Pfizer ya perdió en noviembre pasado la patente de su antibiótico Zithromax y este año perderá la del antidepresivo Zoloft y en 2007, la de la píldora para la presión arterial, Norvasc.

Ahora los genéricos están creando masa crítica. Ya se puede tratar gran cantidad de enfermedades sin medicamentos de marca. Aproximadamente 60% de las recetas extendidas en Estados Unidos se llenan con genéricos (el doble que en 2000, según IMS Health.

Lo que ha ocurrido, entonces, es un cambio histórico. Mientras los costos médicos no dejan de subir y muerden una parte sustancial de las ganancias de las empresas, empleadores y aseguradoras piden cada vez más a la gente que comience a usar genéricos y que sólo recurran a los productos de marca cuando es absolutamente imprescindible. Eso daña profundamente tanto a las marcas que siguen bajo protección de patente como a las que ya no lo están.

La tendencia afecta a todos los grandes laboratorios, pero Pfizer se encuentra en una posición especialmente difícil por su hasta ahora incapacidad para desarrollar nuevos éxitos para mercados especializados, como el del cáncer, por ejemplo. Allí, rivales como Novartis y Roche están marcando nuevos surcos. A las aseguradoras les cuesta más restringir el uso de esas drogas especializadas porque hay menos genéricos y además tratan enfermedades mortales.

La contraofensiva de Pfizer consiste en difundir el mensaje que las aseguradoras están dañando la salud de la gente recomendando el uso de productos baratos. Al respecto Dolores Mitchell, ejecutiva de una agencia que vigila el costo de los servicios de salud, admite que la recomendación de genéricos puede ser impopular. “Mi marido, por ejemplo, consume Lipitor y no está dispuesto a cambiarlo”, confiesa.

Haca ya tiempo que tanto los ejecutivos de la compañía como sus accionistas saben que las copias genéricas son el gran enemigo de varios fármacos importantes de Pfizer que están a punto de perder la protección de sus patentes. Pero ahora el detalle nuevo es que las versiones genéricas de sus competidores están dañando las ventas de medicamentos que todavía mantienen la protección de patentes. Ninguna de las estrategias adoptadas hasta ahora por la compañía –compra de licencias, adquisiciones y la investigación propia –logró hasta ahora producir suficientes productos como para superar el traspié.

Una de sus drogas en problemas es Lipitor, que se receta para controlar el colesterol. Según los registros que constan en Kaiser Permanente, una organización que se ocupa de controlar los temas sanitarios en California, menos de 10% de los afectados por colesterol alto consumen Lipitor.

Durante años Pfizer concentró todos sus esfuerzos en remedios para enfermedades comunes, como Celebrex para el dolor, Zoloft para la depresión y Viagra para la impotencia. Su herramienta preferida para vender fue siempre el marketing, o sea avisos en televisión para el público amplio y un ejército de visitadores médicos para los profesionales. Pero hoy los US$ 40 que cuesta una caja de Lipitor, no puede contra los US$ 7 de un competidor genérico.

Las ventas de Lipitor en Estados Unidos sólo crecieron 1% en el tercer trimestre de 2005 con respecto al mismo período el año anterior. En los dos primeros meses del cuatro trimestre, las recetas de Lipitor en Estados Unidos cayeron 2,3% comparadas con el mismo período el año anterior, según la organización de Atlanta NDCHealth. Aun así, sigue siendo el fármaco que más se vende en el mundo con US$ 12.000 millones de ventas al año.

El comportamiento de Lipitor ha puesto en dificultades al CEO de la empresa, Henry McKinnell, quien ocupa el cargo desde 2001 y actualmente está siendo observado muy de cerca por el directorio. En todas las reuniones de la comisión se trata el tema de cómo hará Pfizer para encontrar nuevos fármacos, según informó al Wall Street Journal un informante anónimo.

Pfizer hace frente a la situación de la manera que mejor sabe hacerlo, con mucho marketing y más inversión en publicidad.

Un poco de historia. En la década del ’80 y ’90 los productos farmacéuticos se convirtieron en un negocio de alta rentabilidad gracias al lanzamiento de algunos productos que generaron ventas masivas en todo el mundo. Pero ahora muchas drogas están acercándose al final de su período de protección mediante patente y cuando eso ocurra las píldoras de marca perderán todas sus ventas a manos de los genéricos, que son productos químicamente idénticos. Pfizer ya perdió en noviembre pasado la patente de su antibiótico Zithromax y este año perderá la del antidepresivo Zoloft y en 2007, la de la píldora para la presión arterial, Norvasc.

Ahora los genéricos están creando masa crítica. Ya se puede tratar gran cantidad de enfermedades sin medicamentos de marca. Aproximadamente 60% de las recetas extendidas en Estados Unidos se llenan con genéricos (el doble que en 2000, según IMS Health.

Lo que ha ocurrido, entonces, es un cambio histórico. Mientras los costos médicos no dejan de subir y muerden una parte sustancial de las ganancias de las empresas, empleadores y aseguradoras piden cada vez más a la gente que comience a usar genéricos y que sólo recurran a los productos de marca cuando es absolutamente imprescindible. Eso daña profundamente tanto a las marcas que siguen bajo protección de patente como a las que ya no lo están.

La tendencia afecta a todos los grandes laboratorios, pero Pfizer se encuentra en una posición especialmente difícil por su hasta ahora incapacidad para desarrollar nuevos éxitos para mercados especializados, como el del cáncer, por ejemplo. Allí, rivales como Novartis y Roche están marcando nuevos surcos. A las aseguradoras les cuesta más restringir el uso de esas drogas especializadas porque hay menos genéricos y además tratan enfermedades mortales.

La contraofensiva de Pfizer consiste en difundir el mensaje que las aseguradoras están dañando la salud de la gente recomendando el uso de productos baratos. Al respecto Dolores Mitchell, ejecutiva de una agencia que vigila el costo de los servicios de salud, admite que la recomendación de genéricos puede ser impopular. “Mi marido, por ejemplo, consume Lipitor y no está dispuesto a cambiarlo”, confiesa.

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