miércoles, 25 de diciembre de 2024

¿Reducir, reusar, reciclar… o repensar todo de nuevo?

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Hay más reducción de desechos industriales y también mayor reuso. Hay modalidades de reciclaje que se han convertido en modelos predominantes entre el público. Pero los bienes de uso final plantean todavía problemas más difíciles de tratar. Repensar todo es un campo que ofrece oportunidades.

<p>Desde los a&ntilde;os 70, la receta propuesta por el &ldquo;d&iacute;a de la Tierra&rdquo; result&oacute; eficaz para solucionar un problema creciente: los desechos de la econom&iacute;a moderna. En Estados Unidos, seg&uacute;n la agencia de protecci&oacute;n ambiental (EPA en la sigla inglesa), el consumidor o usuario promedio generaba 1,09 kilogramos diarios de basura en 1960, casi todo destinado al relleno sanitario.<br />
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Durante los siguientes 20 a&ntilde;os, el derroche por habitante aument&oacute; 37%, a 1,5 kg, pero, merced al reciclaje sistem&aacute;tico y nuevas t&eacute;cnicas energ&eacute;ticas, el descarte en rellenos sanitarios se elev&oacute; apenas 29%, a 1,29 kg. Luego, en 1981/ 2000, ese tipo de descargas cedi&oacute; 19%, o sea a 1,9 kg por persona y d&iacute;a. <br />
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En la primera d&eacute;cada del siglo, la reducci&oacute;n y el reuso &ndash;dos elementos de aquella receta&ndash; se ampliaron: la generaci&oacute;n de desechos per c&aacute;pita se ha contra&iacute;do hoy a 1,82 kg diarios y el volumen derivado a rellenos sanitarios se aproxima al de hace 50 a&ntilde;os. La Uni&oacute;n Europea ha llegado inclusive m&aacute;s all&aacute;. <br />
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Ciertas formas de reciclaje se han convertido en modelos predominantes entre el p&uacute;blico. Por ejemplo, 88% del papel de diario y 77% de las cajas de cart&oacute;n se procesan en escala dom&eacute;stica. Si bien 38% de las bolsas se reciclan, consumidores y usuarios dan una vuelta de tuerca lanz&aacute;ndose sobre bolsas de compras reusadas. <br />
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Pero los bienes de uso final (electrodom&eacute;sticos, celulares, computadoras, veh&iacute;culos) plantean problemas m&aacute;s dif&iacute;ciles de tratar. Este grupo requiere pensar dos veces, tanto a la gente cuanto, con mayor raz&oacute;n, a quienes producen esos rubros. En general, ahora se recicla un tercio de basura municipal, pero la proporci&oacute;n de durables es de solo 17%. Pero esos durables a menudo contienen materiales riesgosos no hallados en productos de consumo ni sus envases. <br />
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A diferencia de estos rubros, los durables causan problemas &ldquo;terminales&rdquo; que exigen opciones m&aacute;s all&aacute; de la f&oacute;rmula de los a&ntilde;os 70. Para este sector, vale otra receta que incluye otra R, la de <em>repensar</em>, aplicada a los inconvenientes ambientales presentados por la basura durable. No obstante, este campo ofrece oportunidades. Una de relaciona con el descarte de celulares.</p>
<p><strong>Defectos de las tres R</strong><br />
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1-Reducir. Limitar la generaci&oacute;n de desechos tiene sentido y ha sido muy efectiva para bienes de consumo o uso final. Por ejemplo, productos concentrados tales como detergentes ofrecen la ventaja de achicar envases y facilitar el transporte.<br />
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Determinados durables de uso final deparan tambi&eacute;n la posibilidad de reducir el tama&ntilde;o. La legendaria Commodore PET &ndash;primera com&shy;putadora personal&ndash; pesaba 22 kilos, en tanto el actual iPad de Apple no pasa de 60 gramos. Por supuesto, achicar tama&ntilde;o o peso no funciona en muchas clases de durables. Para ilustrarlo, basta el Ford Mustang original (1964), que ten&iacute;a 4,5 metros de largo y pesaba 1.330 kg. La &uacute;ltima versi&oacute;n es apenas 15 cent&iacute;metros m&aacute;s larga, pero pesa 227 kg m&aacute;s, pese a emplear mucho pl&aacute;stico y aluminio.<br />
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Por otra parte, reducir dimensiones de un producto puede acarrear consecuencias no buscadas. V&eacute;ase la suerte de la mayor instalaci&oacute;n recicladora de alfombras jam&aacute;s construida en Premnitz, Alemania, con equipos de poliamida 2000. En 1999, cost&oacute;US$ 200 millones, solo para cerrar en 2003. Ocurre que la estrategia reductora de los propios fabricantes ya hab&iacute;a disminuido niveles de nylon y tornaban antiecon&oacute;mico el reciclaje.</p>
<p>2. Reusar. Desplazar una cultura de lo desechable a lo reusable tambi&eacute;n ha funcionado bien en general. El ciclo del agua embotellada es un caso t&iacute;pico. Al principio del siglo 21, su consumo aumentaba a m&aacute;s de 10% y llegaba al punto de ser la segunda categor&iacute;a de bebidas sin alcohol, superada solo por las carbonatadas. Tras tocar un pico en 2007, no obstante, la industria se contrajo 1% en 2008 y 2,5% en 2009.<br />
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El p&uacute;blico ambientalmente sensible (y el que cuida los centavos) se volv&iacute;a al agua de la canilla y a envases reusables. Botellas pl&aacute;sticas y met&aacute;licas son hoy comunes en residencias universitarias, clubes, etc. Estos formatos ofrecen opciones superiores a tratar de aumentar la tasa de reciclaje (27%) de botellas pl&aacute;sticas. <br />
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En el caso de durables, el reuso se complica. En rigor, expertos en la materia apelan a t&eacute;rminos como restaurar para dejar en claro el grado de esfuerzo necesario para reutilizar o refabricar determinados rubros. As&iacute;, la electr&oacute;nica de uso final a menudo se restaura testeando y mejorando el <em>software</em>. Pero el reuso de partes automotrices o cartuchos de tinta requiere extensiva remanufactura. Inclusive, desmonte, limpieza y recambio de componentes.<br />
Reutilizar durables puede mejorar los entornos econ&oacute;mico y ecol&oacute;gico. En la actualidad, los cartuchos remanufacturados representan 6% de las ventas totales y pueden producirse a 20% del costo de nuevos. Lexmark y Hewlett-Packard consideran este segmento como oportunidad estrat&eacute;gica en econom&iacute;as centrales y emergentes. Por ende, llegan a incorporar microprocesadores en los cartuchos para impedir la pirater&iacute;a.<br />
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El reuso no carece de inconvenientes. En lo tocante a ambiente, es mejor reciclar que reusar coches traganafta. Recientes programas &ldquo;billetes por catraminas&rdquo; en EE.UU. y la Uni&oacute;n Europea tend&iacute;an a estimular la econom&iacute;a y, al mismo tiempo, mejorar la ecolog&iacute;a retirando autos que consumen en exceso. Otros rubros, por ejemplo electrodom&eacute;sticos o computadoras personales, suelen ofrecer similares ventajas si se los retira antes de concluir su vida &uacute;til.</p>
<p>3. Reciclar. Viene &uacute;ltimo entre las tres R en cuanto a gesti&oacute;n de desechos o reducci&oacute;n de rellenos sanitarios. Pero, hasta el momento, es lo que tiene mejores efectos ecol&oacute;gicos. Las pilas convencionales ofrecen un buen caso de estudio y su tasa de reciclaje alcanza 99%. En el otro extremo, la electr&oacute;nica de uso final es el &aacute;rea de mayor oportunidad. <br />
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Seg&uacute;n estimaciones, los estadounidenses poseen unos 3.000 millones de aparatos electr&oacute;nicos de uso final, o sea unos 10 por usuario. Dado que sus ciclos de vida tienden a acortarse, el sector representa un creciente factor en la corriente de desechos, pero llega a solo 15% del reciclaje. Pero cabe una salvedad: una parte substancial de basura electr&oacute;nica se exporta a pa&iacute;ses subdesarrollados para reusar y termina en el descarte, sin miramientos ambientales.</p>
<p><strong>Repensar durables</strong><br />
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Encarar este segmento exige pensar m&aacute;s all&aacute; de la formula &ldquo;reducir, reusar, reciclar&rdquo;. Al contrario de los rubros de uso final &ndash;donde la responsabilidad recae en los consumidores, en durables esa tarea corresponde a ejecutivos empresarios y reguladores ambientales.<br />
Redefinir el problema debiera empezar examinando los efectos ecol&oacute;gicos y econ&oacute;micos en el ciclo vital &iacute;ntegro del producto, desde la fabricaci&oacute;n hasta el uso, el reuso, el reciclaje y el descarte. Los incentivos econ&oacute;micos para los diversos agentes industriales tambi&eacute;n han de ser considerados, lo cual abarca el origen del producto (OP), su etapa minorista, los proveedores de servicios, la remanufactura, los recicladores y las compa&ntilde;&iacute;as que procesan los desechos. <br />
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Cada actividad tiene su peculiar conjunto de agentes. Para cada cual costos y beneficios var&iacute;an apreciablemente y, a menudo, chocan entre s&iacute;. Estas percepciones brindan un punto de partida para pensar estrat&eacute;gicamente c&oacute;mo reestructurar la industria, de modo que se aumenten ganancias y reducir efectos ambientales negativos. Este replanteo puede ser empleado por los <em>managers</em> para ubicar nuevas fuentes de utilidades o, asimismo, por reguladores para alterar esos ingresos y rendir m&aacute;s beneficios a la sociedad. <br />
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Cont&eacute;mplese nuevamente el ejem&shy;plo de los celulares. En 1983, Motorola present&oacute; el primero. Era car&iacute;simo (US$ 4.000) pesaba medio kilo, su largo era de 33 cent&iacute;metros y cre&oacute; un segmento para gente rica y m&oacute;vil. Hoy los precios han ca&iacute;do, el telefonito medio pesa 80 gramos y es indispensable para cada d&iacute;a m&aacute;s gente.<br />
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Sus ventas anuales en el mundo pasaron de 1.700 millones de unidades en 2010. En EE.UU., los dise&ntilde;os b&aacute;sicos m&aacute;s baratos cuestan menos de US$ 40. Estrellas inteligentes como iPhone o Android no llegan a US$ 700 o 200, combinados con un contrato bienal de servicio. All&iacute; la penetraci&oacute;n del tel&eacute;fono m&oacute;vil es de 90%. <br />
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Como se sabe, los celulares se hacen obsoletos muy r&aacute;pido y generan pilas de usados, con sus implicancias en cuanto a basura electr&oacute;nica y riesgos ambientales. Por ejemplo, en EE.UU., la alta tasa de penetraci&oacute;n en el mercado lleva a batallas entre proveedores del servicio para seducir clientes o neutralizar competidores. Con precios en contin&uacute;a contracci&oacute;n, los fabricantes mejoran constantemente dise&ntilde;os y funciones. <br />
Un caso es Apple: su iPhone cop&oacute; 40% del mercado estadounidense en tres a&ntilde;os. En la actualidad, el ciclo de vida de los telefonitos ha bajado a entre a&ntilde;o y medio y dos a&ntilde;os. En otras palabras, casi la mitad de los celulares en uso se retiran por a&ntilde;o y 15% se tiran simplemente a la basura y van a dep&oacute;sitos municipales. Un porcentaje mucho mayor (65 a 70%) se acumulan en viviendas, oficinas, f&aacute;bricas, etc.</p>

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