<p>Son dos visiones antagónicas. Opuestas. Una irradia optimismo; la otra derrama pesimismo. ¿Cómo es posible que una misma realidad sea vista con dos visiones tan contradictorias? El ángulo del observador es importante, pero no definitivo. Tal vez la diferencia estribe en el arraigo de viejos conceptos que hoy chocan duramente con la realidad.<br />
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La visión negativa sostiene que la Argentina y toda la región latinoamericana, está condenada a depender de sus exportaciones de productos básicos. Productos que por definición son más baratos en términos relativos que los bienes industriales o que los intangibles. Aunque haya un auge momentáneo en el valor de los <em>commodities</em>, nada de fondo cambia en la estructura productiva de estos países. Y siempre habrá períodos con descenso en esos valores.<br />
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La visión positiva dice que ha comenzado un ciclo largo de alto valor en estos productos y que es la mejor promesa de crecimiento sostenido para esta región geográfica.<br />
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Como decía <em>Mercado</em> (ver Opinión, edición de junio 2008): “Lo cierto es que siempre hubo períodos más largos donde el valor de los bienes industriales creció más que el de las materias primas. Sin embargo, han aparecido quienes sostienen que estamos frente a un cambio definitivo de paradigma. Este no es otro período de auge de los precios de los productos básicos que inevitablemente será seguido por otro de depresión, afirman. El cambio es estructural y los precios altos se mantendrán por todo el tiempo previsible”.<br />
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Si esto resultara cierto, deberíamos convenir en que Raúl Prebisch, seguramente el economista más prestigioso de la Argentina y de la región, estaba solemnemente equivocado. La famosa teoría sobre el deterioro de los términos del intercambio (cada vez los productos industriales valen más que las materias primas) quedaría desmentida.<br />
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Prebisch quedó en la historia como el principal expositor de la teoría del deterioro de los términos del intercambio que explicaría por qué los países subdesarrollados resultan perjudicados en el comercio con las naciones avanzadas. Sostuvo que los términos del intercambio de los productos primarios tienden a deteriorarse en relación con los artículos industriales. Esa tendencia deriva en un progresivo empobrecimiento de la periferia: los países emergentes deben exportar cada vez más bienes primarios para importar la misma cantidad de artículos industriales”.</p>
<p><strong>El nuevo repunte</strong><br />
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Tras varios años de alza sostenida en los precios de las materias primas, los precios se derrumbaron desde finales del año pasado, a tono con la crisis financiera global. Pero la novedad es ahora un repunte importante, que confirma que grandes consumidores de estos productos básicos, como China e India, siguen creciendo a altas tasas y se preservan de la crisis que agobia al mundo industrializado.<br />
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El subcontinente “sigue muy susceptible a factores externos, políticos o económicos. Por eso, de 2002 a 2008 la región ha prosperado y su producto bruto ha promediado casi 6% anual, pico desde los 70. Los precios de las materias primas fueron claves”. <br />
Como señala Forrest Colburn al principio de un reciente artículo en <em>Dissent</em>, ahora Sudamérica “debe afrontar el debilitamiento (¿coyuntural?) de un relevante socio comercial –Estados Unidos– y la crisis sistémica occidental. Por supuesto, la inestabilidad de precios –desde hidrocarburos a cobre y cereales o soja– genera incertidumbres poco tranquilizadoras”.<br />
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Según Jim Rogers (autor de<em> Hot Commodities</em> y cofundador junto a Soros del Quantum Fund) “…durante el siglo 20 hubo tres largos períodos donde los precios de los productos básicos estuvieron altos (1906-1923, 1933-1953, 1968-1982)”. Cada ciclo, en promedio, duró 17 años. Otro ciclo expansivo en los precios de las <em>commodities</em> comenzó en 1999. Si se confirma la tendencia histórica, duraría 17 años. Es decir que se mantendrían los precios altos hasta alrededor de 2015.<br />
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Según el ensayo de <em>Dissent</em>, “en Sudamérica dependen de Estados Unidos unos más que otros; por ejemplo, Brasil depende poco y Chile mucho. Pero peor es depender de un grupo de materias primas como locomotoras de desarrollo. “Ya no es así”, sostienen los optimistas. No obstante, con cotizaciones inestables no es fácil que los productos primarios estimulen las economías del área.</p>
¿Es una oportunidad o una maldición milenaria?
Exportación de productos básicos. Dos visiones antagónicas. Opuestas. Una irradia optimismo; la otra derrama pesimismo. ¿Cómo es posible que una misma realidad sea vista con dos visiones tan contradictorias? El ángulo del observador es importante, pero no definitivo.