<p> <span style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">A criterio de muchos analistas, la digitalización va creando una “segunda economía” vasta, automática e invisible. Así la define el autor e investigador estadounidense William Brian Arthur en un reciente ensayo. Este trabajo remite a 1850, 11 años antes de la Guerra de Secesión, cuando la economía estadounidense era apenas mayor que la española. Un decenio después, estaba entre las mayores del planeta. </span></p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">¿Qué había ocurrido entretanto? Simple: llegó el ferrocarril. Pronto, comunicó ambas costas entre sí y con el interior, dando acceso a los productos industriales del este, posibilitando economías de escala en materia de siderometalurgia y manufactura. Desde entonces, nada sería lo mismo.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Cambios tan profundos como esos no son de suyo inusitados. “¿Es posible –se pregunta Arthur– que hoy esté desenvolviéndose un proceso tan profundo, lento y silencioso como los anteriores desde la primera Revolución Industrial?”. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Algunos futurólogos asocian el cambio paulatino en bio y nanotecnologías, pero el investigador no estima que su momento haya llegado. Igual sucede, en un plano muy ambicioso y complejo, con la carrera espacial. Por el contrario, Arthur sostiene que “algo trascendente ocurre con la tecnología informática (TI) que va más allá de computadoras, dispositivos inteligentes, medios sociales o comercio por Internet. Procesos de negocios otrora realizados entre humanos hoy se ejecutan electrónicamente y tienen lugar en una dimensión inefable, estrictamente digital. En la superficie, el cambio no parece especialmente relevante y casi siempre se lo da por sentado. Pero está causando una revolución, no menor a la del ferrocarril hace siglo y medio, que genera la<em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">segunda economía</em>”. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
El autor parte de dos ejemplos. Hace unos 20 años, ir al aeropuerto exigía dirigirse a un mostrador, presentar pasajes a un empleado, que luego los subía a una computadora, que notificaba al vuelo y procesaba el equipaje. Todo lo hacían personas. Hoy, el pasajero ingresa al aeropuerto y se dirige a una máquina. En segundos, obtiene un pase de embarque, un recibo y el talón del equipaje. La clave reside en el factor tiempo: una vez registrado, el pasajero inicia una conversación conducida enteramente entre máquinas. Reconocida la identidad, las computadoras ya verifican en qué clase viaja el sujeto, cuál es su historia con la aerolínea y si tiene prontuario en la Agencia Nacional de Seguridad, Interpol o reparticiones similares. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Estas largas y complicadas conversaciones ocurren generalmente entre posiciones remotas: servidores, conmutadores, ru­teadores y demás dispositivos de telecomunicaciones. Todo necesita apenas segundos, o sea el intervalo que separa la aparición del pasajero y la entrega de la documentación ya procesada.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">Cadenas de abastecimiento</strong><br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Pasando al segundo ejemplo, entra en escena la gestión de cadenas de abastecimiento. Hace una generación, un flete vía Rotterdam al centro de Europa involucraba un ejército para registrar el arribo, verificar conocimientos de embarque, llenar pilas de papeles y telefonear a cada destino para cada uno esté notificado. Ahora, esos fletes se efectúan vía sitios RFID (identificación por radiofrecuencia) que registran y escanean digitalmente los despachos y los procesan automáticamente, almacenan las mercaderías, controlan o –si es preciso– reconfiguran rutas.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En ambos casos y a lo largo de las economías desarrolladas, los procesos del mundo físico van transfiriéndose al digital, donde “conversan” constantemente entre sí vía innumerables servidores y nodos seminteligentes. Estos actualizan o ubican datos, los verifican, los reajustan y, eventualmente los reenvían de regreso a la economía física y sus agentes humanos. “Puede decirse entonces (señala Arthur) que, alrededor de la economía física, está desarrollándose silenciosamente una segunda economía que abarca negocios, procesos, transacciones y conversaciones digitalizadas.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">Como los álamos</strong><br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En pos de adjetivos para definir la segunda economía, el analista encuentra <em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">vasto, silencioso, interconectado, invisible y autónomo</em> (las personas pueden diseñarlos, pero no participan directamente en su manejo). Sus procesos se ejecutan en forma remota y universal, siempre en actividad y siempre en constante reconfiguración sobre la marcha. Son concurrentes (o sea que todo sucede en paralelo), autorganizados, autoarquitecturados y autosaneados.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Esas definiciones suenan a biológicas y lo son. De hecho, Arthur tiende a pensar en la segunda economía y su carácter subterráneo respecto del mundo físico partiendo de una imagen: los álamos y sus raíces, que suelen extenderse bajo tierra. Por cada hectárea de árboles en la superficie hay 20 kilómetros de raíces intercomunicadas unas con otras. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
“La metáfora no es perfecta, pues esta segunda economía emerge como un sistema mucho más complejo que cualquier salicácea. La red digital, en efecto, agrega conexiones y configuraciones a medida como se extiende en lo tridimensional. No obstante, la figura del álamo es útil para captar la realidad que los árboles físicos ocultan. Vale decir, un sistema invisible de raíces mucho mayor que el de sus ramas superiores. Ahora bien ¿cuán grande es la economía invisible? ¿A qué velocidad crece? Cálculos a trazo grueso sugieren que, en unos 20 años, la segunda economía tendrá un tamaño similar al de la primera, o sea la física. Será como si EE.UU. se extendiese por medio Pacífico norte y no parara”. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Esta segunda economía no produce nada tangible, observa el investigador. No hace la cama en un hotel, no sirve el desayuno ni organiza espectáculos ni lleva los chicos a la escuela. Pero maneja una enorme porción de la economía física: ayuda a planear edificios, monitorear ventas, gestionar inventarios, transportar mercaderías, hacer transacciones, operar en el banco, controlar equipos fabriles, calcular diseños, facturar a clientes, navegar en avión o guiar cirugías complejas. Esos tipos de operación se expanden lentamente y toman tiempo para conformarse. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En toda transformación industrial profunda, las empresas no adoptan determinadas innovaciones tecnológicas: estas van a su encuentro. En el proceso, generan nuevas maneras de usufructuar sus posibilidades. Los hondos cambios descriptos arriba no ocurren únicamente en Estados Unidos. También son evidentes en otras economías avanzadas, particularmente la Unión Europea y Japón. Su escala revolucionaria puede advertirse yendo más allá del álamo y su metáfora.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">Un sistema neural</strong><br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En las conversaciones digitales descriptas por Arthur, algo que sucede en la economía física es percibido en la segunda economía, que inmediatamente la devuelve con la respuesta apropiada. Por ejemplo si un camión pasa la carga por un sensor RFID o alguien tramita embarcarse en un avión, tiene lugar un ejercicio de recomputación que determina las acciones físicas correspondientes.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
“Existe un paralelo entre esto y la visión biológica de la inteligencia. Pero –señala el autor– no aludo a inteligencia humana ni a nada que implique el plano consciente. Los biólogos afirman que un organismo es inteligente si siente algo, cambia su estado interno y reacciona en forma adecuada. Si se pone una bacteria<em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; "> e-coli </em>en una concentración inestable de glucosa, la bacteria se mueve hacia donde hay mayor concentración. Los científicos la llaman conducta inteligente: el organismo percibe algo, lo ‘computa’ –no sabemos exactamente cómo– y devuelve una respuesta apropiada”.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
El proceso “no precisa involucrar mente alguna. Una primitiva medusa carece de sistema nervioso central o de cerebro, pero cuenta con una clase de estrato o red neural que le permite detectar un cambio y reaccionar en consecuencia. Como en el ejemplo del álamo y sus raíces, los estratos neurales de la economía digital forman redes que perciben una computadora y responden de manera adecuada. Esas redes comienzan a constituir niveles neurales de la economía física y cabe preguntarse qué tipos de cambios cualitativos implica el proceso”.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">Cambio magno</strong><br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
El problema admite una interpretación histórica. “Desde 1760, cuando aparece la máquina a vapor de James Watt, hasta mediados del siglo 19, la economía occidental –subraya Arthur– fue de­­sarrollando una musculatura similar a la de las máquinas. Ahora, está creando un sistema neural. Esto quizá suene a grandioso o exagerado, pero en realidad es una metáfora muy válida. Alrededor de 1990, en efecto, las computadoras empezaron a hablar seriamente entre sí y se multiplicaron las conexiones”.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Cada servidor individual funciona como neurona. Sus axones (conexiones) y sinapsis son las rutas de comunicación que les permiten conversar uno con otro y adoptar decisiones consistentes. No siempre plausibles, como ocurrió con las supercomputadoras que, desde 1994, crearon perversos instrumentos financieros –los derivativos– casi imposibles de domeñar en la actualidad. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Pese a esas cuestiones ¿es la segunda economía el mayor cambio cualitativo desde la primera revolución industrial? Arthur sostiene que sí y va más lejos, pues la define como “la máxima transformación jamás experimentada por la economía. Su clave consiste en generar respuestas no humanas inteligentes y automáticas. No tiene límite ni punto final. Pero no me interesan la ciencia ficción, las predicciones singulares ni los cíber apocalípticos. Lo que quiero evitar es que se subestime el grado al cual la economía digital hará la diferencia”.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En la visión del ensayista, lo central de este siglo –dejando al margen guerras, pestes o desastres naturales– será seguramente la construcción de la segunda economía, un fenómeno subterráneo que depare básicamente reacciones inteligentes a las actividades en la superficie. Por ejemplo, dentro de 15 años la gente viajará en las ciudades a bordo de automóviles sin volante. Los coches se desplazarán por calles y avenidas mientra sus computadoras conversan entre sí y con las que organizan el tráfico. Probablemente no haya ómnibus, aunque sí trenes, subterráneos y camiones.</p>
<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 15px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">Lo negativo</strong><br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Como en casi todos los grandes cambios, claro, existen factores negativos. Al investigador lo preocupan en esencia las consecuencias adversas en materia laboral. Si la productividad de la mano de obra sube, por caso, 2,4% en un año, eso significa que la misma cantidad de gente produce 2,4 más o que se logra ese rendimiento con 2,4% menos trabajadores. Ambos fenómenos estaban a fines de 2011 ocurriendo simultáneamente.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
En EE.UU., España, Italia, Gran Bretaña o Japón, cada empleado produce más <em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">per caput</em>. Esto sucede tanto en la industria como en los servicios reales y financieros. Así, las aerolíneas requieren cada año menos personal en tierra. Gran parte del trabajo sigue siendo físico, pues se necesitan brazos para llevar equipajes del mostrador a la cinta, de esta al avión y viceversa. Pero muchas tareas se han perdido en el universo de los sensores, las respuestas y las comunicaciones inteligentes. <br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Similar panorama se observa en restaurantes, locales de comidas rápidas (no hay computadora que haga un McDonald’s), hoteles. Pero la paulatina desaparición de demanda laboral física en el <em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">continuum</em> de la segunda economía amenaza con superar a la tan publicitada exportación de puestos hacia India, China, etc.<br style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; " />
Hay paralelos con precedentes históricos. A principios del siglo 20, comenzaron a mecanizarse las tareas rurales en economías productoras de alimento como EE.UU., Canadá, Australia o la Argentina. Más tarde, impulsada por el <em style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; padding-top: 0px; padding-right: 0px; padding-bottom: 0px; padding-left: 0px; ">fordismo</em>, la industria se mecanizó o adoptó la fabricación en serie. Ya no sería tan fácil para el sector secundario de la economía absorber la mano de obra rural de­so­cupada. Con el tiempo, la mayor demanda de personal se restringiría al sector terciario (servicios, empleo público). La vanguardia tecnológica y las profesionales liberales nunca serán fuente masiva de empleo. En esta óptica, apunta Arthur, “no sorprende que la crisis sistémica estadounidense de 2007/09 haya dejado hasta hoy una recidiva de desempleo”.</p>
Economía digital, ¿es lo máximo desde la revolución industrial?
Cada 60 años un conjunto de innovaciones tecnológicas va tomando cuerpo. Transforman la economía, promueven nuevas clases sociopolíticas y alteran los esquemas de negocios. El fenómeno se conoce como ciclos largos, un concepto expuesto por el ruso Kondrátyev y el austríaco Schumpeter.