Aunque volvieron recientemente a su nivel habitual, junto con la reactivación en los países de altos ingresos, el contexto “post-pandemia” brinda una oportunidad inigualable para fomentar la transición hacia las energías renovables. Argentina aumentó en la última década un 28% la generación de energía de estas fuentes.
Aunque el freno impuesto por la pandemia redundará en magros desempeños para la mayoría de los sectores productivos a nivel global, el energético será uno de los más afectados, desde que la crisis sanitaria ha impactado en proporciones similares a todas las etapas de su cadena de valor.
El informe “Descarbonización y Energías Renovables en América del Sur” de KPMG América del Sur, analiza el camino que la región de América del Sur viene siguiendo en materia de inversiones e incorporación de fuentes renovables a su oferta de energía, impulsada por el firme objetivo que tienen sus gobiernos y empresas de contribuir a la agenda global de descarbonización, uso eficiente de la energía y sostenibilidad. Asimismo, busca fomentar la discusión sobre la importancia de las energías limpias y enfatizar la oportunidad que el nuevo contexto ofrece al mundo para acercarnos a las metas establecidas en el Acuerdo de París.
Algunos puntos de interés
- El sector energético es uno de los más afectados por la crisis sanitaria, desde que ha impactado en proporciones similares a todas las etapas de su cadena de valor.
- La demanda de carbón fue una de las más impactadas por la crisis desde que China, una economía que depende fuertemente de este commodity, fue uno de los países o regiones más afectados en la fase inicial de la pandemia (a lo que se sumó una mayor competitividad en los precios del gas, el petróleo, y las energías renovables). A ésta le siguió la de petróleo y gas, por la recesión en la que ingresaron los países de altos ingresos y la inédita reducción de la actividad en los sectores del transporte y la aviación; y, finalmente, la de consumo eléctrico.
- A pesar de este declive sectorial, la abrupta caída de las emisiones contaminantes de dióxido de carbono (CO2) puede contabilizarse como una de las principales externalidades positivas. Mientras a nivel global, la caída en las emisiones podría acercarse al 8% a fines del 2020 (volviendo a los niveles de emisión registrados una década atrás), en América del Sur podría ser mayores y del orden del 12%.
- Si bien en la última década las energías renovables han ganado participación en la capacidad total instalada de generación eléctrica en América del Sur (entre 2010 y 2019, estas fuentes incrementaron su capacidad de generación en un 50%, pasando de 147 millones de kW a acercarse a los 220 millones de kW), la región necesitará en esta nueva etapa implementar políticas orientadas a fomentar la inversión privada en estas energías, para poder reemplazar lo que las finanzas públicas no podrán realizar.
- Para ello, serán cruciales las medidas conducentes a levantar las barreras comerciales y los controles al movimiento del capital, de tal manera de favorecer los flujos de comercio en un escenario de caída en los precios internacionales de los productos básicos y, al mismo tiempo, mejorar la atractividad de la región a la inversión privada.
- Asimismo, las dificultades que enfrenta el sector petrolero (caída de precios), la tendencia descendente y acelerada en los costos de generación de energía a partir de fuentes renovables, y su prioridad en el despacho e incorporación en los sistemas energéticos, conforman, junto a una mayor presión social vinculada al cuidado del medioambiente, un marco de impulso para el desarrollo de estas fuentes de energía, que podría facilitar la transición hacia una economía regional más productiva, baja en carbono y sustentable.
“El objetivo principal de este trabajo es conocer más profundamente la evolución de las inversiones en fuentes de energía renovable en América del Sur y el proceso de descarbonización ligado a éstas. Asimismo, busca fomentar la discusión sobre la importancia de las energías limpias en un año que, sabemos, mostrará cifras preocupantes en materia de desempeño económico en la región como resultado de la pandemia. A pesar de ello, los países de la región no deben claudicar en un plan de desarrollo que contemple las energías renovables como parte central, entendiendo además que el camino hacia una matriz energética más limpia y basada en energías limpias no radica en eliminar las fuentes tradicionales en el corto plazo, sino en regular su desplazamiento con otras que puedan desempeñarse más eficientemente, reduciendo así su impacto en el medioambiente”, comentó Manuel Fernandes, socio líder de Energías y Recursos Naturales de KPMG en América del Sur.-