La victoria de Milei vista por los protagonistas mundiales

El triunfo de Milei repercute adentro y fuera de la Argentina. Por doquier los portales se hacen eco de lo acontecido y especulan sobre el modo en que la situación creada pueda incidir en el futuro del país y su reinserción en la escena internacional.

7 diciembre, 2023

Por Alberto Ford (*)

Para los observadores locales lo ocurrido es un fin de ciclo aunque como es obvio las opiniones divergen sobre sus eventuales derivaciones. Hay coincidencias en que los realineamientos políticos operados alrededor de los comicios irán afectando la composición de su sistema de partidos.

En esta oportunidad no es el Papa ni un virtuoso de la gambeta con la Nº 5 pegada al pie; tampoco es lo inaudito del 50% de pobres en un país rico. Ahora es Javier Milei, un recién llegado a las lides políticas que apenas era conocido por la gente hace dos años, el que nos ha puesto otra vez en las primeras planas del mundo: el arrasador triunfo del libertario en el balotaje el 19 de noviembre de 2023 ha sorprendido no solo localmente.

Con una retórica subida de tono tan del gusto bolivariano para el presidente Maduro “ganó la extrema derecha neonazi en Argentina… que viene con un proyecto colonial para la Argentina, pero que pretende liderarlo en toda América Latina y el Caribe”. Un poco más calmo, según el presidente de Colombia “ha ganado la extrema derecha en Argentina…es triste para América Latina”. Por su parte, Daniel Ortega acaba de anunciar el retiro de su embajador en Argentina, ante “reiteradas declaraciones” contra su gobierno por parte del presidente electo argentino.

El resto de las declaraciones han sido más formales aunque no disimulan la desconfianza. Los posicionamientos en desarrollo ameritan seguir atentamente la evolución de los acontecimientos a medida que se va instalando, actúa y define su perspectiva la nueva administración.

Fuera de la región las opiniones se diferencian. En el lado democrático de la grieta global, léase EE.UU. o la Unión Europea, las declaraciones son más mesuradas reflejando expectativas que hasta pueden ser esperanzadas.

No lo son tanto del lado autocrático. En el controvertido canal RT que es donde se expresan las posiciones oficiales de la diplomacia rusa las elecciones argentinas fueron seguidas con expectativas hasta que se conocieron los resultados y la actitud pasó a ser distante por no decir desconfiada, como si se hubiera acabado el crédito.

“Hemos tomado nota de una serie de declaraciones que el señor Milei hizo durante la campaña electoral, pero nos centraremos en él y lo juzgaremos principalmente por las declaraciones que haga después de la toma de posesión” declaró el influyente vocero presidencial del Kremlin.

En su primera salida al exterior, el viaje de Milei a EEUU y las entrevistas con Bill Clinton y funcionarios de Biden son un dato relevante para conjeturar sobre el eventual alineamiento del gobierno. La visita la realizó en calidad de presidente electo, aun no en funciones, una situación que habitualmente merece un tratamiento de menor relevancia en la diplomacia; sin embargo fue recibido por Clinton, un ex presidente de gran visibilidad cuyo showing suele ser muy oneroso.

La entrevista con Jake Sullivan fue el plato fuerte de la visita; el funcionario a cargo de la seguridad nacional es el de mayor influencia en la actual administración de EEUU.

Por su parte, Diana Mondino, que estará a cargo de la cancillería, declaró que se opone al ingreso de Argentina a los BRICS desconociendo los compromisos adoptados por el gobierno peronista. Los vaivenes ocurren en medio de una relación con Lula hasta ahora dual mientras se ha privilegiado ostensiblemente la figura de Javier Bolsonaro. Empero, todo se comenzó a normalizar cuando Mondino llevó una carta de Milei al canciller Celso Amorim con la invitación a Lula para que asista a la asunción presidencial.

Milei no está solo. En realidad pocas veces un presidente estuvo tan acompañado, no por el apoyo de un electorado altamente reactivo -una parte propia y otra prestada- sino por el rechazo social provocado por la gestión de peronización extrema ejecutada por la administración saliente.

En un momento alarmaron palabras hirientes para la democracia vertidas por el candidato, pero finalmente en las decisiones del electorado pesó el rechazo a una situación insostenible totalmente carente de perspectivas plausibles.

La gente está harta de promesas incumplidas y quiere sinceridad aunque la verdad sea indigerible. Milei agitando el rechazo a la casta pegó en el clavo. La evidencia de los hechos está más allá de las palabras.

La posición de RT, Maduro y Ortega, el anunciado no ingreso a los BRICS y el viaje a EEUU, nos ubican en el plano político del lado democrático de la grieta global. Con una salvedad: las relaciones internacionales (RR.II) se dan en distintos niveles cuánticos.

Argentina tal vez se irá pareciendo a la hibridez del estilo de la India: se permite estar en la Organización de Cooperación de Shanghái con Rusia, China, Irán, Pakistán y Turquía del lado autocrático de la grieta, y al mismo tiempo en el QUAD con Australia, Japón y EEUU.

Es esperable que nuestro país esté más volcado diplomáticamente a Occidente por razones geopolíticas. Pero al dejar librado a los empresarios el comercio internacional, la posición no carecerá de cierta ambigüedad aunque finalmente en algunas cuestiones aparezca más alineado con EEUU, sobre todo si este país hace valer su pertenencia y se vuelca más al hemisferio americano viendo los problemas que ha tenido en otras latitudes.

Estamos frente a una movida geopolítica de alcance global, una nueva configuración que va tomando cuerpo y se va definiendo sobre la marcha; una expresión nítida de autopoiesis. Hoy no hay nadie, a uno y otro lado de la grieta, que hable mal o se desentienda del multilateralismo. El problema epistemológico que se muestra más complicado que complejo es el de tratar de entender lo nuevo con patrones conceptuales ya vencidos.

Reconfiguración del sistema político

Hubo movimientos sorpresivos alrededor de los comicios. En ese contexto de crisis lo más significativo fueron los desgloses producidos en Juntos por el Cambio por parte de alas del radicalismo y del PRO, lo que contribuyó a blanquear disfuncionalidades que venían trabando la experiencia de unidad más exitosa y promisoria que ha producido la clase media argentina.

Con desprendimientos en sus bordes derecho e izquierdo el purgado de Juntos por el Cambio está preanunciando una reconfiguración inédita del sistema político vigente; sus consecuencias organizacionales se proyectarán más allá de las causas que le dieron origen para afectar todo el sistema de partidos, agrupamientos, andariveles ideológicos, prácticas legislativas y hasta la modulación de la opinión pública. Una inocultable crisis de crecimiento.

Puntualmente el trastorno mayor está a las puertas del peronismo. A lo largo de los 80 años que lleva la prolongada y agobiante decadencia de la vida argentina, el núcleo de poder peronista se ha ido constriñendo hasta quedar su núcleo más refractario afincado solo en una parte del conurbano bonaerense.

El PJ se está quedando en forma ostensible por primera vez y según creo esta vez en forma definitiva sin un liderazgo excluyente para definirse como partido, una carencia insalvable para su ADN organizacional, y una razón de peso para irse transformando sin vueltas en un ensamble irregular por medio de un metabolismo de alcance federal que neutralice las ambiciones de sus dirigentes.

Aunque Antonio Cafiero decía lo contrario: cuando se oía ruido de peleas al interior era que se estaban reproduciendo; pero por ahora los peronistas están aturdidos y no se los escucha salvo como primera minoría en alguna acción puntual de los aprontes legislativos o en las bravatas piqueteras y sindicales.

Como dijo un vocero de Gildo Insfrán “muchas personas que estaban con responsabilidades hoy ya no las tienen”; en buen romance un infructuoso y anacrónico barajar y dar de nuevo en cuanto a promesas y expectativas.

El domingo 19 de noviembre de 2023 con los resultados a la vista, Sergio Massa y su esposa Malena Galmarini se veían despechados con cara de haber sido engañados, como si les hubieran prometido algo distinto a lo que finalmente obtuvieron.

Me viene a la memoria esa larga reunión con Jake Sullivan hace un par de años en la embajada americana cuando Massa sintiéndose futuro presidente planteó que la Argentina podía ejercer un “liderazgo regional”.

Una de las notas destacadas de estos días fue el apoyo suplementario de algunos dirigentes radicales a la candidatura de Massa. Lo ocurrido fue sorpresivo pero no inexplicable si miramos un poco hacia atrás.

La ruta abierta por los cuadros relevantes que compusieron el Movimiento Nacional Alfonsinista (MNA) para insertarse y tener un desempeño destacado en las filas peronistas, estaban preanunciando un sinceramiento que ahora emerge con una claridad meridiana para los realineamientos partidarios y de paso para los estudios académicos.

La constitución del MNA una corriente químicamente pura proveniente del radicalismo no fue una deslealtad sino la expresión de un blanqueo ideológico. La influencia del nacional populismo (antaño denominado nacionalismo burgués) en el radicalismo es de vieja data; se suele discutir si lo es desde los tiempos fundacionales del yrigoyenismo.

Sin embargo, fue con la Declaración de Avellaneda en 1946 donde se puso de manifiesto con mayor nitidez ese conglomerado de concepciones ideológicas que, hay que reconocerlo, son claramente mayoritarias no solo en el radicalismo y el peronismo sino en la sociedad argentina en su conjunto; solo es cuestión de raspar un poco la pintura para ver el fondo.

Por su parte, el componente económico de esa mixtura ideológica son las concepciones generadas en los trabajos de Raúl Prebisch de gran influencia no solo entre economistas, sino también políticos, empresarios, sindicalistas y fuerzas armadas de nuestro país y más allá de él.

Aunque sea difícil definir de una pincelada tamaña adjudicación de pertenencias, en las últimas décadas se ha puesto de relieve la forma en que las concepciones autárquicas, de encierro nacional, han sido dominantes en la región.

Es difícil afirmar que esos factores fueran los únicos causantes de movidas tan prolongadas; pero sin duda han sido la expresión de la decadencia hechos tales como la ideologización de la teoría de la dependencia, la manipulación de la noción de los términos de intercambio, el relato de la sustitución de importaciones, las políticas cerriles de autarquía nacional y el consecuente prebendarismo empresario.

El problema es que las cosas han dado una vuelta de campana en el mundo y quien las representa con mayor fidelidad hoy en la Argentina, a pesar de sus extravagancias que ya está dejando de lado (“si no denunciaba la casta no me votaba nadie”), es el presidente electo.

¿Puede seguir nuestro país dando la espalda a las megatendencias globales cuando su único ciclo largo de crecimiento sostenido fue cuando se puso en sintonía con esos vectores, léase el inicio de la Organización Nacional en 1862? Es lo que vamos a ver pronto.

Los primeros pasos dados por el Milei ya electo no son tan aciagos como los augurios. La vieja guardia que lo rodeo desde el inicio de su proyecto formada por gente con una definición ideológica subida de tono ha sido desplazada. El PRO ocupa su lugar y el peronismo de geometría variable trata de posicionarse a partir de su fuerza legislativa más nutrida. El ex presidente Macri, fungiendo de cardenal Richelieu como se dice, da gobernabilidad, previsibilidad y confianza externa al proyecto.

A partir de ahora, con los sorpresivos resultados en los comicios y los cambios correspondientes, el sistema de partidos se ira destejiendo como una tricota para alumbrar una previsible avenida de tres andariveles en la que transiten más o menos agitadamente los siguientes conjuntos:

  • el nacionalista popular (Nac&Pop) con el grueso del peronismo y desprendimientos de la UCR,
  • un centro de tipo social demócrata basado en el núcleo de Juntos por el Cambio con la composición actual pero con los bordes recortados,
  • un centro derecha con mayor o menor protagonismo según las oportunidades que se le presenten a partir de ser oficialistas.

Los afectados por la fragmentación partidaria se irán reubicando según sus preferencias ya que habrá para todos los gustos. A medida que la administración mileísta comience a funcionar, la nueva disposición sin mayorías irá adquiriendo una importancia creciente en la agenda pública, en el tratamiento académico y en el imaginario de los ciudadanos.

Está claro que no desaparecerán peronistas, radicales ni los integrantes del PRO, pero los partidos irán adoptando de hecho formas quasi confederadas con debilitamiento del unitarismo y la débil probabilidad de que aparezcan liderazgos excluyentes.

Argentina ya ha iniciado el recorrido de su segundo ciclo largo de crecimiento. Tendrá que nacer una nueva política para hacer posible que ese crecimiento se transforme en desarrollo regional, nacional, social y humano.

(*) Ingeniero Alberto Ford; IRI / UNLP. Diciembre de 2023; albertoford42@yahoo.com.ar

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