Otros, en cambio, calculan una reducción de las emisiones europeas producto de la recesión, de la austeridad energética y la desindustrialización que se verá el año próximo.
Desde marzo hasta septiembre la electricidad generada por arcos fotovoltaicos solares y eólicos en la Unión Europea creció 13% interanual, según informan varios think tanks energéticos.
En un momento en que Rusia estaba reduciendo los envíos de gas y crecían los temores de un invierno sin calefacción, esa producción no convencional tenía el atractivo agregado de ofrecer una oferta segura y a precios estables.
Los productores de combustibles fósiles, incluida Rusia tuvieron ganancias inesperadas equivalentes a US$ 2 billones durante la guerra, según informa la International Energy Agency (IEA).
La producción de electricidad solar y eólica de la Unión Europea le permitió al bloque abstenerse de importar 70.000 millones de metros cúbicos de gas por un valor de US$ 99.000 millones.
La IEA cree que la ruptura energética entre Rusia y la Unión Europea va a ser permanente. El carbón ruso dejó de entrar a la Unión en el mes de agosto, el petróleo crudo hará lo mismo en diciembre y los productos refinados de petróleo quedarán prohibidos en febrero a consecuencia de las sanciones impuestas por Europa.
Como respuesta, Rusia cortó 80% la entrega de gas en comparación con el año pasado. La pérdida del gas ruso llevó a un aumento en el consumo de carbón. Pero “en todos los escenarios”, dice la institución, “la Unión Europea compensa la pérdida de importaciones rusas acelerando el reemplazo del gas con un aumento de la capacidad de producir energías renovables”.