Los precios se encuentran actualmente casi al doble del nivel que los europeos solían considerar alto en un invierno normal, pero ya no están 10 veces más altos como llegaron a estar el verano pasado cuando Rusia cortó completamente su suministro a Europa.
La escasez generalizada que tanto se temía no ocurrió. Las instalaciones europeas para el almacenamiento de gas están colmadas para la época del año. Normalmente, para esta altura del invierno, se esperaría que los niveles de almacenamiento se hubieran reducido a 60% o menos de su capacidad.
En cambio, se mantienen a casi 80% y los de Alemania – la economía más grande de Europa, cercanos a 90%.
Ante la probabilidad de más volatilidad de los precios, la estrategia energética de Rusia podría tener los días contados. El año pasado para Moscú los altos precios del gas compensaron con creces el volumen de ventas perdido. Eso podría no repetirse. Las sanciones occidentales también redujeron a la mitad el precio que Moscú puede obtener por su petróleo. Eso está dañando el presupuesto del Kremlin.