Los mercados argentinos -dijo el FT- se tambaleaban el lunes tras la sorprendente victoria de Javier Milei, un economista libertario radical y candidato outsider, en las primarias del país previas a las elecciones presidenciales de finales de año.
Los bonos y el mercado bursátil experimentaron fuertes oscilaciones después de que Milei obtuviera más del 30% de los votos con la promesa de dolarizar la economía del país y recortar drásticamente el gasto.
El banco central respondió rápidamente devaluando nada menos que 18% la tasa de cambio oficial a 350 pesos por dólar para estabilizar los mercados.
También elevó 21 puntos porcentuales las tasas de interés a 118% al quedarse sin medios para defender su moneda.
Este es un país entero atrapado en una situación en las que los acontecimientos desagradables se repiten una y otra vez. Argentina constantemente oscila en forma violenta de un extremo político al otro, en el que cada fugaz espasmo de reforma y mejora macroeconómica es rápidamente superado por la fuerza aparentemente irresistible de ser simplemente Argentina.
Entonces, ¿el próximo presidente será alguien que ha prometido cerrar el Banco Central, legalizar la venta de órganos y dolarizar la economía sin tener reserva de dólares? Tal vez no. JPMorgan destaca que el nivel de participación en el sondeo del fin de semana se acercó a los mínimos posteriores a Covid, lo que podría significar que los partidos del establishment obtendrían mejores resultados en las elecciones generales.
La historia muestra que, en general, la tasa de participación aumenta un promedio de 4% entre las elecciones primarias y las generales. Dicho esto, dada la baja tasa de participación histórica y el marcado mal desempeño de Massa y Larreta frente a las encuestas (en torno al 4% cada uno), parece justo suponer que la tasa de participación podría crecer aún más que la observada en promedio.
En este contexto, una mayor participación en las elecciones generales podría favorecer a Juntos por el Cambio y Unión Por la Patria, sugiriendo un mayor crecimiento para los partidos tradicionales en las elecciones generales en comparación con Milei, al que vemos más cerca de su techo en términos de intención de voto.
Además, dada la tensa situación económica y financiera – sumada a la permanente danza con el FMI – el terremoto Milei podría aumentar todavía más la incertidumbre, según JPMorgan.
El actual panorama financiero se va a deteriorar aún más y posiblemente ejerza una fuerte influencia en las elecciones de octubre. La interacción entre la dinámica económica y las maniobras políticas subraya la complejidad de la situación y suma una capa más de incertidumbre a una red ya muy compleja de desafíos. A medida que se vaya acercando octubre, una complicada danza entre las realidades económicas y las ambiciones políticas sin duda marcará el rumbo a seguir.
Según Goldman Sachs la devaluación de la moneda es, en el mejor de los casos, un parche. La nueva tasa de 350 pesos por dólar oficial no se corresponde en absoluto con la cotización real del peso y las reservas internacionales netas son negativas.
Para el FMI, el problema es que Argentina es su mayor deudor. El lunes por la noche el FMI emitió la siguiente declaración:
“El 28 de julio las autoridades argentinas y el personal del FMI llegaron a un acuerdo a nivel del personal sobre la quinta y sexta revisión combinadas en el marco del Préstamo Ampliado a 30 meses para Argentina. Este acuerdo está sujeto a la aprobación del comité ejecutivo del FMI, que se reunirá el 23 de agosto para destrabar los desembolsos acordados. Celebramos las recientes políticas adoptadas por las autoridades y su compromiso de salvaguardar la estabilidad, reconstituir las reservas y mejorar el orden fiscal.”