Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial se daba por cierto que la globalización continuaría avanzando sin pausa. Las economías se abrían, la tecnología avanzaba, las culturas se combinaban para crear uno de los periodos más expansivos de la intercomunicación global en toda la historia. Y ahora, a pesar de las advertencias en contra, no parece que la tendencia vaya a cambiar. La apreciación la hace Robert Salomon en el Financial Times.
Salomon cita datos de la DHL Initiative on Globalization, que indica que el movimiento de bienes, servicios, capital, información y personas entre los países viene creciendo sostenidamente.
Ante un mundo que vivió la pandemia de coronavirus, el aumento de los nacionalismos y movimientos populistas en muchas partes, se levantaron muchas voces que auguraron el fin de la globalización como la conocemos.
Pero eso todavía no se vislumbra, dice Salomon. El volumen del comercio mundial de bienes es 5% superior al de los tiempos pre-pandémicos y todos los demás flujos se recuperan con velocidad. La excepción es el movimiento de personas, todavía bajo las restricciones de viaje.
En algo se equivocaron, entonces, los agoreros. ¿En qué? No entendieron la resiliencia ni el ritmo lento con que cambian las instituciones sociales, políticas y económicas que sostienen las tendencias actuales. A pesar de los movimientos políticos populistas y anti-globalistas, sus acciones solo afectaron los márgenes. Los aumentos de aranceles generaron fricciones y subieron los costos. Pero no detuvieron el comercio. El Brexit dificultó la relación entre Gran Bretaña y la Unión Europea. Sin embargo, se puso de ambas partes mucho esfuerzo para que no se ven afectados los principales intercambios.
En lugar de abandonar en masa los acuerdos bilaterales y multilaterales en los últimos años los países realizaron nuevos acuerdos en Asia, Africa, el Pacífico y se renegoció el NAFTA. Con la única excepción del Brexit, hubo muy pocas rupturas para el flujo de personas. Si bien han tensión con la inmigración esos países siguen siendo atractivos para todo tipo de flujo humano: legal, ilegal, inmigración, estudio y turismo.
En cuanto a los flujos de información, si bien avanza la regulación de Big Tech, hay acciones multilaterales para mejorar la transferencia de datos, un renglón que ahora se incluye en los pactos comerciales.
Los sistemas, estructuras y paradigmas económicos del orden económico liberal de la posguerra permanecen relativamente intactos. La hegemonía del dólar estadounidense y de las instituciones lideradas por Estados Unidos continúan a pesar de repetidos intentos de desarrollar alternativas viables. Las organizaciones multilaterales como la OMC, FMI y Banco Mundial continúan brindando la infraestructura y apoyo básicos para el intercambio mundial.