Se ha puesto en marcha una carrera armamentista en todo el mundo invirtiendo una tendencia largamente instalada en muchas de las economías avanzadas. Las fuerzas que impulsan esta carrera – descarbonización, desglobalización y remilitarización — probablemente tengan implicancias duraderas para la macroeconomía global y hasta podrían ayudarla a liberarse del estancamiento secular.
La manufactura secular viene en declinación en muchas de las principales economías del mundo. En su mejor momento, supo representar casi la mitad de la producción y el empleo en Gran Bretaña. En Estados Unidos, alcanzó su punto más alto en los años cincuenta, con una participación de casi 28% en la economía, pero desde entonces ha caído a poco más de 10%.
Incluso en Alemania, la potencia manufacturera de Europa, la capacidad fabril cayó de 25 a 19% entre 1991 y 2022. En la raíz de este cambio estuvo el traslado de la producción de Occidente a Oriente y una reconfiguración de las cadenas globales de suministro. Eso fue posible mediante sucesivas olas de liberación del comercio, que terminaron con el ingreso de China a la Organización Internacional del Comercio en 2001. Esas tendencias fueron después amplificadas por políticas industriales activistas adoptadas por países como China y Singapur que diferían de las occidentales.
Esas políticas moldearon la macroeconomía global en varios aspectos. En Occidente contribuyeron a bajar las tasas de inflación, crecimiento, productividad y tasas de interés en las dos primeras décadas del siglo XXI. Al tiempo que las importaciones baratas de bienes fabricados en Oriente bajaban los precios en Occidente, caía la inflación en Estados Unidos y la Unión Europea a niveles más bajos de los proyectados y lo mismo ocurría con las tasas de interés de corto plazo.
Las compañías manufactureras por lo general tienen altas tasas de inversión, especialmente en investigación y desarrollo, y tasas más altas de productividad que las que están en el sector servicios. De modo que la pérdida de manufactura contribuyó a disminuir las tasas de inversión, productividad y crecimiento económico en Occidente. La caída de la inversión amplió el desequilibrio entre ahorros globales e inversión, lo que terminó bajando entre 3 y 4 puntos las tasas de interés de largo plazo.
Sin embargo, en los últimos años se vio el inicio de una nueva era industrial, un renacimiento de la manufactura global, particularmente en Occidente. Eso estuvo sustentado por tres claras carreras armamentistas globales.
Descarbonización
Los primeros centros sobre tecnologías e industrias verdes iniciaron una carrera por descarbonizar el mundo. China sacó ventaja en tecnologías como la solar y fabricación de baterías. Últimamente, Occidente se ha movilizado, con el paquete de subvenciones e incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos. La Unión Europea ahora también está aumentando sus esfuerzos. Con una inversión extra de cerca de 2-3% del PBI global por año en tecnologías verdes que hace falta para lograr el cero neto, la carrera tiene un largo camino por recorrer.
Remilitarización
La segunda carrera armamentística global en curso es la remilitarización. Luego de un periodo de declinación, el aumento de las tensiones geopolíticas, ampliado por la guerra en Ucrania, llevó a que los gobiernos del mundo reinvirtieran en defensa. El gasto en defensa global creció notablemente el año pasado a más de US$ 2 billones y este año puede superar esa cifra. Esta carrera armamentística, menos benigna, está incentivando la manufactura, tanto en Oriente como en Occidente.
Desglobalización
En tercer lugar, hay una carrera global en curso para repatriar la manufactura motivada por la necesidad de lograr más resiliencia en las cadenas de suministro y por el deseo de volver a crear trabajo local. Esto hizo que las políticas industriales activistas aplicadas desde hace mucho en Oriente, ahora sean adoptadas en Occidente.
Estas carreras están comenzando a transformar los contornos de la política y la economía del mundo. Muchos países están apuntando a la manufactura avanzada en sus estrategias de crecimiento, con subsidios para atraer tecnologías y negocios. Dinero público y privado fluye a raudales hacia proyectos manufactureros y firmas que estaban ahogadas por falta de inversión.
La mayoría de las carreras armamentísticas no dejan a nadie en mejor situación. Pero la actual es diferente. Podría ser el impulso que necesita el mundo para liberarse de su letargo económico y ambiental.