Inflación en EE.UU: va con la duración de la pandemia

Medida por el índice de precios al consumidor (CPI) la inflación en EE.UU ascendió a 6.2% anual en octubre de 2021 y si se la cruza con el índice de gastos de consumo personal – esto es sin energía ni alimentos – alcanzó a 4.4% por año en el mes de septiembre.

9 diciembre, 2021

Por Jorge Castro (*)

Hay que agregar que más de la mitad del alza de la inflación se debe a un consumo extremadamente elevado de bienes físicos, acompañado por un retraso en su provisión y que es evidente que estos dos fenómenos correlativos están directamente vinculados al nivel de vacunación.

Esto significa que la disminución de los riesgos de salud revela el grado de efectividad de la vacunación contra la pandemia del coronavirus.

Por eso es que la Reserva Federal le otorga al fenómeno inflacionario un carácter estrictamente vinculado a la situación de la pandemia, lo que implica que tiene una dimensión esencialmente transitoria.

Se deduce de esto que a medida que la pandemia se supere, y por lo tanto la economía norteamericana, la primera del mundo (U$S 22.6 billones / 25% del PBI global), vuelva a la normalidad, la demanda de servicios va a aumentar significativamente, y también su provisión.

La Brookings Institution señaló (16/11/21) que la inflación en bienes trepó 8% anual en octubre, y que esto ocurrió mientras que la tasa de incremento del precio de los servicios se mantuvo prácticamente estancada, con un alza promedio de 2% anual.

Por su parte, la energía, extremadamente volátil en los últimos dos años, aumentó 30% anual en octubre de 2021, en tanto que se hundió un 20% en diciembre de 2019, y el precio de los alimentos, si bien aumentaron en octubre un 5% anual, se mantuvieron en un nivel promedio de 2% en el año en los doce meses previos.

La tasa de inflación en bienes de octubre de este año ha sido la más elevada de las últimas tres décadas; y lo notable es que ha resultado negativa la mitad del periodo iniciado en 2000, lo que implica que el precio de los bienes cayó sistemáticamente en esa etapa.

Esto es lo que le otorga al alza de 6.2% anual en el índice de precios al consumidor de octubre un carácter verdaderamente excepcional.

El consumo real de bienes ha experimentado un auge de 15% en los primeros nueve meses de 2021, medido en relación a la etapa pre-pandemia que concluyó en diciembre de 2019.

Incluso en los tres primeros meses del año el consumo aumentó más de 20% en relación a la etapa pre-pandemia.

La razón por la que la Reserva Federal ha insistido en otorgar un carácter transitorio a este auge excepcional de la inflación en el mes de octubre se debe a tres factores: en primer lugar, que el precio récord de los productos se ha transformado en un poderoso incentivo para aumentar la oferta, lo que ya está ocurriendo.

Luego, que el nivel de ahorro realizado por el público norteamericano en la etapa más álgida de la pandemia (segundo y tercer trimestre de 2020) ha sido excepcional, y abarca a más de 30% del producto en los últimos dos años.

Ahora, los consumidores estadounidenses han comenzado a volcar masivamente ese gigantesco nivel de ahorro doméstico en la compra de servicios, como mostró el éxito extraordinario del reciente “Black Friday”.

Por último, el apoyo fiscal a los consumidores norteamericanos, votado por el Congreso en 2020 y 2021, ascendió a más de U$S 3.5 billones, cifra que hay que sumar a la excepcional acumulación de ahorro doméstico. Y lo que ha sucedido en los últimos 6 meses es que los estadounidenses han comenzado a gastar en gran escala por primera vez desde 2019.

Hay un factor de orden estructural que puede frenar esta tendencia a la transitoriedad de la tasa de inflación y es la restricción crucial del crecimiento económico provocada por la disminución de la fuerza de trabajo ofrecida en el mercado.

En el mes de septiembre se crearon 530.000 puestos de trabajo en el sector servicios, sobre todo en restaurantes, bares, y hoteles, pero aun así el empleo en la actividad estuvo 1.5 millones de trabajadores por debajo de los niveles del periodo pre-pandemia.

En un sentido estricto, la desocupación en EE.UU. prácticamente ha desaparecido, debido a que se ofrecen en el mercado más del doble de los empleos que el número de desocupados que existe y aun así la fuerza de trabajo es significativamente inferior en el momento actual a la que estaba ofrecida en diciembre de 2019.

Atrás de esta paradoja hay razones de orden estructural. En primer lugar, ha habido una explosión del teletrabajo que ha multiplicado el número de norteamericanos que se auto-emplean y trabajan desde sus hogares; y luego, a que el subsidio laboral para los desocupados ha aumentado más de 40% en estos últimos dos años, de modo que se ha convertido en un formidable des-incentivo para volver al trabajo.

Esta restricción, en suma, es el principal obstáculo para la plena recuperación de la economía norteamericana, y es lo que mantiene tan elevada a la tasa de inflación (CPI).

EE.UU. fija la tendencia mundial en materia de inflación, pero el hecho inequívoco es que no hay inflación en China y por extensión en el continente asiático.

¿Dónde, en suma, está la excepción y dónde la regla? Esta es la cuestión central en el plano inflacionario de la economía global del siglo XXI.

(*) Fundación del Segundo Centenario

 

 

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