En vísperas de una cumbre entre funcionarios de la Unión Europea y de América Latina que acaba de celebrarse en Bruselas, las autoridades europeas promocionaron el evento como un “relanzamiento” de una asociación informal.
Un vínculo que se remonta a décadas, pero que debilitó desde mediados de la década de 2010. La UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) celebraron su última cumbre en 2015; poco después, América Latina quedó paralizada por las divisiones internas, mientras que Europa dio prioridad a la gestión de la deuda y las crisis migratorias, además de al Brexit.
Pero en los últimos años, ambas regiones comenzaron a mostrarse cada vez más preocupadas por verse marginadas por la creciente guerra fría económica entre Estados Unidos y China. También fueron elegidos varios líderes progresistas deseosos de estrechar lazos, como el Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que asumió la presidencia rotatoria de la UE el 1 de julio.
Los analistas europeos de política exterior ven a América Latina como una región mayoritariamente democrática, preocupada por su escaso peso en un orden mundial bipolar y rica en las materias primas necesarias para la transición energética ecológica, junto con el petróleo y el gas necesarios para alejarse de los combustibles fósiles rusos. Para ellos, es el momento de unir fuerzas. Aun así, estaba claro que en la cumbre habría algunos puntos de tensión sustanciales entre ambas partes.
Los líderes europeos vienen presionando a sus homólogos latinoamericanos para que condenen enérgicamente a Rusia por su invasión de Ucrania; aunque la mayoría lo ha hecho en las votaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, no se han unido a la campaña de sanciones de Occidente. Y aunque la elección de Lula en 2022 suscitó esperanzas de que finalmente se firmara un proyecto de acuerdo comercial entre la UE y la unión aduanera sudamericana Mercosur, pendiente desde hace tiempo, el acuerdo se ha visto amenazado por nuevas objeciones tanto de Europa como de Brasil. Sánchez, por su parte, podría dejar la presidencia del Gobierno español tras las elecciones anticipadas de este fin de semana.
Aun así, era evidente que en la cumbre habría algunos puntos de tensión importantes entre ambas partes.
Pero los funcionarios europeos no dejaron que estas tensiones les impidieran hacer propuestas tangibles a los países de la CELAC. En Bruselas, la UE anunció que pretende invertir más de 50.000 millones de dólares en proyectos en América Latina hasta 2027 a través de su programa “Global Gateway”, un esfuerzo que Erika Rodríguez Pinzón, catedrática de Sociología de las Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y asesora especial del jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, describió como “una versión europea de la Iniciativa Belt and Road [de China], con importantes diferencias”.
La UE espera ofrecer a los países latinoamericanos inversiones con contratos transparentes, que cumplan normas medioambientales y laborales estrictas y que incluyan transferencias de tecnología, declaró Pinzón a la prensa. Añadió que una esperanza es que los países latinoamericanos se unan a los esfuerzos de la UE para preservar un sistema económico y político internacional abierto en lugar de permitir que el mundo se divida en bloques liderados por China y Estados Unidos.
Al final de la cumbre, los países de la UE y la CELAC firmaron una declaración conjunta de gran alcance, suscrita por todas las partes, excepto Nicaragua. También se comprometieron a reunirse cada dos años, y la próxima reunión está prevista en Bogotá en 2025.
Los firmantes de la declaración se comprometieron a cooperar en temas de educación y gobernanza digital, entre otros, y afirmaron que los países firmantes expresaban “su profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania, que sigue causando un inmenso sufrimiento humano y está exacerbando las fragilidades existentes en la economía mundial”, y apoyaban “la necesidad de una paz justa y sostenible”.
El tema de Ucrania fue uno de los principales puntos de tensión en el proceso de redacción. Mientras que los países europeos abogaban por una condena enérgica de Rusia, los líderes latinoamericanos tenían diversas preferencias en cuanto a la redacción, visibles en sus comentarios públicos durante la cumbre.
Allí, el colombiano Petro señaló que “indudablemente hay una invasión imperial o imperialista de Ucrania, pero ¿cómo se llama lo que pasó en Irak?”. Y añadió: “¿No sería mejor trabajar en un concepto general para que nadie invada a otro país?”. La hondureña Castro se limitó a decir que la guerra “debe terminar”. Por su parte, el Presidente de Chile, Gabriel Boric, hizo un apasionado llamamiento a sus colegas latinoamericanos para que adopten una postura más firme contra “una guerra inaceptable de agresión imperialista que viola el derecho internacional”.
“Tengo entendido que la declaración conjunta está bloqueada hoy porque algunos no quieren decir que la guerra es contra Ucrania”, añadió. “Queridos colegas, hoy es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros”.