Dicho impulso generó que el intercambio comercial (medido en moneda constante) pegara un salto entre 1993 y 1997 (previo al contagio de la crisis asiática en Brasil en 1998-99 y la crisis argentina de inicios de los 2000), acumulando un crecimiento del 75%, de acurdo con el último informe de la consultora Ecolatina.
Desde un punto de vista local, la relevancia de Brasil es incuestionable. Es nuestro principal socio comercial y primer destino de nuestras exportaciones desde hace no menos de veinte años. Además, es al país al que mayor colocación de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) logramos realizar, concentrando en promedio cerca del 40% del total exportado por este rubro durante la última década.
No obstante, como veremos más adelante, la profundización de las relaciones comerciales ha instaurado una dinámica deficitaria para la balanza comercial argentina: desde inicios del presente siglo, en sólo seis años hemos logrado un superávit comercial con el Gigante Sudamericano.
Esta realidad “perversa” (déficit comercial crónico con el principal destino de nuestras exportaciones y mayor socio comercial) tiene lugar actualmente en un escenario signado por la escasez de reservas, con un año que involucrará pagos netos al FMI y una aguda merma del ingreso de divisas comerciales producto de la sequía.
En este marco, el Gobierno -al calor de la afinidad con la nueva gestión de Lula- y la opinión pública desempolvaron en los últimos meses el antiguo proyecto de una moneda común entre ambos países, a lo que se sumaron entendimientos entre los países asociados a la posibilidad de un swap, la provisión de energía eléctrica y medidas para utilizar las monedas locales en el intercambio comercial bilateral, entre otros, buscando obtener aire en el frente de las divisas y financiamiento para el segundo tramo del Gasoducto NK.
En este marco, cabe realizarse las siguientes preguntas: ¿qué explica el déficit comercial crónico de Argentina con Brasil? ¿cuáles son los incentivos de Brasil de compartir instrumentos que beneficien a Argentina? ¿qué impacto esperamos para 2023?
Sobre incentivos y dinámicas de intercambio: el punto de vista de Brasil
El sector externo brasileño ha sido uno de los más dinámicos de la región. En promedio, durante el período 2010-2021, las exportaciones del país vecino crecieron al ritmo del 6,5% promedio anual, ubicándose por encima del crecimiento mundial (5,5%) y del flojo desempeño de la economía nacional (4,1%).
Sin embargo, este buen desempeño no tuvo como aliado a la Argentina, que fue el país que mayor participación perdió entre los años 2010 y 2022. Al observar el flujo comercial (importaciones + exportaciones) brasileño, la abrupta caída del peso de la economía nacional se encuentra explicada por la irrupción de China y su profundización como principal socio comercial.
Como resultado, mientras perdimos 4 p.p. – la mayor caída entre los más de 200 países – la ganancia del gigante asiático fue de 10 p.p., siendo así la de mayor crecimiento. Resultado similar ocurre si se observa la participación nacional en las exportaciones brasileñas, que durante el mismo período se redujeron 4,6 p.p., pasando de 9,2% a 4,6%.
De hecho, luego del mencionado impulso de las relaciones en la década de los 90´, se registran dos etapas posteriores bien diferenciadas en el vínculo. Durante el período 2003-11 se verificó una notable expansión, con un crecimiento promedio anual del 17%, para luego registrar un quiebre y caer durante la etapa 2012-21 a un ritmo anual promedio del 5%. De todas maneras, la alicaída relación entre ambos aún no es suficiente para sacarnos de la terna de los principales aliados comerciales, ubicándonos en el tercer lugar detrás de China y Estados Unidos, denotando la relevancia que aún prevalece en el vínculo.
Asimismo, un factor a señalar es la matriz en la que se desenvuelven dichas relaciones. Tomando como referencia el año 2022, mientras las colocaciones brasileñas hacia Argentina fueron en más de un 80% explicadas por las MOI, la proporción de MOI exportadas por Brasil al resto del mundo (excluyendo Argentina.) fue de menos del 25%.
Todo esto en un escenario de pérdida de dinamismo de la actividad industrial brasileña (-0,7% en 2022), registrando un descenso del 16% desde el último pico en 2013, sin lograr aún retornar a los niveles de actividad de la prepandemia (-1,3% vs 2019). Como correlato, la participación de las MOI en las exportaciones del país durante 2022 (27%) se encontró en los niveles más bajos desde 2009 (38%).
Por otra parte, la balanza comercial superavitaria de Brasil con Argentina se explica por las exportaciones de MOI. Los resultados comerciales por grandes rubros (exportaciones – importaciones) en 2022 arrojaron que Productos Primarios, Combustibles y MOA implicaron un déficit comercial para Brasil de cerca de USD 3.400 M. Por su parte, el superávit de las MOI contribuyó a un ingreso de aproximadamente USD 5.000 M y, muy por detrás, minerales aportó USD 725 M netos.
En concreto, el intercambio comercial con Argentina es motivado por las MOI y la relación con el resto del mundo es explicada por las materias primas. De este modo, durante 2022 Argentina se ubicó en el segundo lugar de destino de las MOI, quedando detrás de Estados Unidos, destino que nos desplazó del primer lugar desde 2014.
La Industria Automotriz
Es el factor principal a la hora de explicar la composición de las MOI. Como es de esperarse, los primeros cuatro productos brasileños exportados hacia Argentina durante el 2022 estuvieron relacionados a dicha industria, en la cual se registra una complementariedad productiva e integración vertical, con un Brasil más especializado en las fases iniciales de la producción -las autopartes explicaron el 57% de esta industria en las exportaciones hacia nuestro mercado durante 2022- y Argentina en las etapas finales de la misma, lo que explica el déficit comercial crónico de la Argentina.
A pesar de ello, el sector no ha estado exento de las transformaciones del comercio regional derivados del emergente chino. En particular, las exportaciones nacionales de autopartes se han visto postergadas: durante los últimos doce años, las ventas nacionales de las mismas hacia Brasil representaron un 17% del total de la industria, mientras que en la primera década del presente siglo rozaron el 34%, alcanzando picos de más de la mitad durante el 2004.
No obstante, debe destacarse la trascendencia de los insumos intermedios que Brasil exporta hacia Argentina, fruto a su vez del segmento automotriz, los cuales involucran sectores de la industria relacionados a la metalmecánica (productos laminados de hierro) y productos químicos, caucho y plástico (derivados del caucho como neumáticos, polímeros de etileno, entre otros) y bienes de capital asociados al sector agropecuario (tractores, principalmente).
Como corolario, el mercado nacional es el destino de una industria brasileña con problemas de competitividad para exportar hacia el resto del mundo. Durante 2022, mientras son 18 los principales productos MOI de exportación hacia Argentina que concentran el 50% del total, señalando la heterogeneidad de estas, tan sólo 8 productos explican más del 50% de las MOI colocadas a Estados Unidos, y la mitad de dicho 50% se explica en productos minerales con reducido valor agregado (productos intermedios de hierro o acero sin alear y fundición en bruto en lingotes).
Concretamente, los incentivos de Brasil para cooperar se anclan en la predominancia de los bienes manufacturados en el intercambio bilateral. Los intereses del país vecino se fueron gestando a lo largo del tiempo, con un estrechamiento en las relaciones que ha derivado en una vinculación económica con diferentes grados de integración vertical y complementariedad que excedieron la reconocida industria automotriz, alcanzando a segmentos como los productos químicos, caucho, plástico y metalmecánica.
¿Qué esperamos hacia adelante?
En un año de escasez de oferta de divisas comerciales, los acuerdos buscarán evitar un freno en las importaciones desde Brasil y el daño que eso podría causarle a la actividad. Por caso, dentro de las medidas en danza, la ampliación de entidades financieras que ofrezcan herramientas de prefinanciamiento para las importaciones y exportaciones y la ampliación de los plazos resulta ser la más factible de entrar en funcionamiento en el corto plazo. Este esfuerzo de cooperación y coordinación entre el Banco Nación y el Banco do Brasil permitiría a los importadores locales extender el plazo de pago a 366 días y representaría un alivio para las menguadas arcas del BCRA. De realizarse, podría ser un vehículo que permita sostener los niveles de importaciones en uno de los frentes que tendremos a lo largo de 2023.
Otro de los aspectos a destacar se concentra en el sector energético. En concreto, el Memorando firmado durante noviembre de 2022 entre ambos países habilitó que la compra-venta de energía eléctrica se realice a través de monedas locales. A su vez, existen negociaciones para que Brasil reduzca la importación de gas boliviano, lo que abriría las puertas para que Argentina inicie negociaciones para su compra previo a la temporada invernal. Por último, seguimos en la búsqueda para obtener financiamiento por parte del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para el segundo tramo del Gasoducto NK (con efectos hacia 2024), el cual permitiría exportar gas de Vaca Muerta hacia Brasil. El mismo sería para financiar caños y materiales necesarios para la construcción, lo que trae a escena la relevancia del sector manufacturero brasilero para el mercado local.
Con todo, existen incentivos para la instrumentación de herramientas de cooperación por el lado de Brasil. Como vimos a lo largo de este informe, somos el tercer socio comercial en orden de importancia, 2° destino de las colocaciones de MOI y compartimos una interdependencia industrial en una variedad de sectores. Dicho esto, no esperamos grandes cambios en el intercambio bilateral en el corto plazo, donde la efectividad de dichas medidas determinará si se pueden contener los niveles de intercambio y aislarlos de los coletazos de la economía nacional.
Comercio Argentina y Brasil: ¿un amor no correspondido?
Desde los albores del Tratado de Asunción a finales del siglo XX, -hecho que tiempo después diera a luz al MERCOSUR-, las relaciones comerciales[1] entre Argentina y Brasil han transitado un largo recorrido de profundización y, con sus luces y sombras, de integración comercial.