La pesca es la fuente de alimentación principal de millones de personas alrededor del planeta, y de acuerdo a los informes de la FAO se espera que su consumo crezca significativamente en las próximas décadas, impulsado por el incremento del ingreso per cápita en países asiáticos en vías de desarrollo y por la sustitución del consumo de carnes rojas por pescado en países desarrollados occidentales a partir de una mayor concientización sobre la alimentación personal.
En este sentido, y de acuerdo con el informe de la FAO, se espera que el 73% del crecimiento del consumo de pescado entre 2015 y 2025 ocurra en Asia, el 12% en Ãfrica, el 7% en Latinoamérica y el Caribe, el 4% en Europa, el 3% en Estados Unidos y el 1% en Oceanía, según surge del informe especial elaborado por PwC.
Las principales variables que inciden en la industria pesquera incluyen el consumo per cápita de alimentos marítimos, el precio al que se venden, el precio del crudo (principal insumo de la industria, ya que es el combustible utilizado por los buques pesqueros), y aranceles y barreras para-arancelarias sobre alimentos marítimos, dado el alto grado de globalización de la industria. Adicionalmente, hay otros factores difíciles de medir y en algunos casos directamente impredecibles, que pueden tener un fuerte impacto en la industria.
El más importante es el cambio climático, ya que el incremento en la intensidad de las tormentas marítimas dificultará la pesca, particularmente en el Atlántico Norte y en el Océano Ãndico. Factores impredecibles que han ocurrido en el pasado pueden ser desastres naturales (como terremotos) o fallas humanas (el accidente nuclear de Fukushima), con consecuencias altamente disruptivas en la pesca local.
Otro factor complejo de cuantificar es la sobreexplotación de la pesca, causada tanto por las flotas pesqueras industriales como las artesanales. La pesca industrial es aquella llevada a cabo por grandes buques pesqueros usando redes de arrastre, lo cual afecta la integridad de los ecosistemas marítimos. Por este motivo, numerosos países (entre ellos, la Argentina) vedan durante cierto período del año la pesca de arrastre de ciertas especies o limitan la potencia de los buques.
La pesca artesanal, por otro lado, si bien no causa el daño ecológico de la pesca industrial, al llevarse a cabo con barcos más pequeños y sin utilizar redes de arrastre, suelen ser más numerosas y sobreexplotan las áreas costeras. En el mundo se capturan anualmente un poco más de 80 millones de toneladas de alimentos marítimos, concentrándose la actividad en 25 países que pescan 66 millones de toneladas, y entre los cuales se encuentra la Argentina (en posición 22). Entre los principales productores predominan los países asiáticos, con las notables excepciones de Estados Unidos, Rusia, Perú, Noruega y Chile.
El comercio internacional de alimentos marítimos representó en 2016 casi US$ 110 mil millones, experimentando en los últimos 10 años un crecimiento anual del 6% promedio, impulsado principalmente por la demanda de países en desarrollo, particularmente asiáticos, debido al incremento del ingreso per cápita y del consumo de alimentos de estos países. A pesar de esto, los principales importadores continúan siendo países desarrollados (con la notable excepción de Vietnam), liderados por Estados Unidos y Japón.
Los principales diez rubros comercializados se han mantenido casi inalterados durante los últimos 5 años, y representaron en 2016 el 46% del comercio total de pesca y alimentos marítimos. Los camarones y langostinos, y el salmón concentraron casi el 30% del total comercializado. Estos últimos no aparecen entre las principales especies capturadas por dos motivos: en el caso del salmón, se obtiene principalmente de acuicultura, y en el caso de los camarones y langostinos, porque la cantidad de capturas es relativamente baja en relación al alto precio, con lo cual solo cobra relevancia al considerar el valor exportado y no las capturas.
La industria en el país
La Argentina cuenta con una extensa plataforma continental de unos 6,5 millones de Km2 a la que tiene acceso a través de sus 6.800 km de Costa Atlántica y numerosos puertos marítimos. Dentro del mar comprendido, se encuentran numerosas especies de valor comercial tanto sobreexplotadas (como la merluza) como subexplotadas (como el atún y la anchoveta).
La flota pesquera nacional está constituida por alrededor de 1.020 buques pesqueros, de acuerdo a datos del Ministerio de Hacienda, dividida en la flota costera o artesanal, y la flota de altura o industrial, que a su vez se divide en buques fresqueros, cuyas capturas son luego procesadas en tierra; y buques procesadores congeladores, que procesan la materia prima previamente a su congelamiento.
La flota costera concentra el 21% de las capturas totales, mientras que los buques fresqueros y los procesadores congeladores, el 29% y 50% del total, respectivamente.
A 2016 la pesca representaba sólo el 0,32% del PIB, siendo las exportaciones del sector US$ 1.700 millones, representando el 2,9% de las exportaciones totales de bienes y siendo el 8° rubro más exportado. La actividad se desarrolla en las provincias argentinas de la costa atlántica, siendo Mar del Plata el puerto pesquero más importante, con el 53% de las toneladas capturadas durante 2016.
De acuerdo al escenario planteado por la FAO, se espera que el consumo de pescado en el país decrezca (pasando de 207.000 toneladas en 2015 a 192.000 en 2025). Los argentinos consumen menos del promedio latinoamericano, y son uno de los menores consumidores de pescado de Sudamérica. Esto se debe a los gustos de la población, tradicionalmente acostumbrada a consumir carnes vacunas, ovinas y aviares. Si estas previsiones se mantienen, el principal impulsor de crecimiento del sector en los próximos años deberá venir de un incremento en las exportaciones.
Actualmente, los principales mercados a los cuales Argentina exporta son España, China, Estados Unidos, Italia y Japón. Sin embargo, en la última década hubo un fuerte crecimiento en los envíos a países de Asia Oriental, destacándose Vietnam, Tailandia y Corea del Sur. El grueso de las exportaciones argentinas (84%, por un total de US$ 1.423 millones en 2016) se concentra en 5 rubros.
Los langostinos lideran la exportación argentina dentro del rubro, y presentan además una gran potencialidad comercial: son la principal importación (dentro del rubro de alimentos marítimos) de los países del ASEAN y Japón, la segunda más importante de Corea del Sur y la cuarta más importante de China, representando en 2016 un valor total de US$ 4.675 millones. Estos mercados a su vez son predominantes por estar entre los principales importadores del mundo y ser los más dinámicos.
De todos modos, hay algunos desafíos que deberían ser superados para poder aprovechar esta oportunidad. Uno de ellos es prevenir la sobreexplotación. A esto debe sumarse la pesca ilegal, principalmente de flotas de países asiáticos, que depreda el mar argentino, agravando el problema de sobrepesca. Según la FAO, en 2010 se pescaron 1,8 millones de toneladas en el mar argentino, pero Argentina sólo capturó 784.000 toneladas, de lo que se deduce que más de un millón de toneladas corresponden a pesca ilegal de buques extranjeros.
De acuerdo a las estimaciones de organismos internacionales, la demanda de productos de la pesca a nivel mundial continuará creciendo por encima de la oferta, particularmente en los países del Este de Asia, lo que estaría dando como resultado un alza en los precios. En la Argentina, la pesca es un recurso subexplotado, y con potencial de desarrollo, principalmente para la exportación. Para considerar la magnitud de la explotación actual, Argentina captura sólo 0,12 toneladas de pesca por km2 de mar, en contraste con los 0,59 de Chile y los 3,91 de Perú. Como tal, el impulso de la actividad no solo puede constituirse en una fuente genuina de generación de divisas, sino que también en una fuente generadora de empleos principalmente en pequeños pueblos costeros de la Patagonia. Sin embargo, el contexto que enfrenta el sector en el país requerirá de acciones concretas para aprovechar dichos beneficios.
Entre ellas es posible mencionar la necesidad de simplificar y transparentar la actividad del sector, reduciendo obstáculos para el desarrollo de la actividad, de modo de guiar las acciones de potenciales planes de desarrollo y de los actores del sector. Asimismo, es preciso generar acuerdos comerciales con potenciales mercados exportadores para permitir diversificar los destinos. Otra vía de crecimiento de la actividad debería surgir del incentivo al consumo interno, para buscar desarrollar el procesamiento de la pesca e incorporar tecnología en la cadena de valor.