Los impuestos siempre son tema de debate. Y alrededor de mundo la estructura impositiva puede cambiar y mucho. Como dice la canción de los Beatles Taxman de 1966 “quizás 5% parezca mucho, pero agradece que no me lo llevo todo…”.
Algunos países tienen impuestos de hasta un 60% y otros, como los paraísos fiscales, tiene directamente 0%. En Argentina, los llamados impuestos al ingreso personal (personal income tax rate, en inglés) se mantienen en un plano 35% desde hace varios años. Este impuesto se cobra sobre diferentes fuentes como el salario, las pensiones y el interés. Esto llama la atención no sólo porque en los últimos años la presión fiscal ha aumentado mucho, sino porque este impuesto es más bajo que en países desarrollados del G7 y algunos países nórdicos.
De acuerdo a un informe del World Economic Forum sobre los países que más impuestos cobran a sus ciudadanos, se desprende que Argentina tiene un porcentaje relativamente bajo en comparación. Los más altos son los impuestos de los países nórdicos Suecia y Dinamarca con un 56% ambos. Lo siguen Francia (54%) y la convulsionada España (52%) que son los líderes en Europa. Portugal está en el límite del 50%, junto con Holanda y Austria, y por debajo de esa línea encontramos a Finlandia (49%) Italia (47%) y Alemania (también 47%). Más para el lado de Oriente, encontramos que los países que lideran el ranking son Japón e Israel ambos apenas por encima de la línea del 50%. Australia con 46% cierra las filas del ranking de los 15 que más cobran.
Dentro de nuestra región, Argentina no está tan bien posicionada. Si bien cobra menos que Chile que saca una tajada un 5% mayor, está por encima de Brasil cuyo porcentaje de impuesto ronda el 27%. El resto de la región se ubica, en promedio, en torno al 30% como en el caso de Uruguay, Méjico, Colombia o Venezuela; estos últimos dos con un porcentaje del 34%. Sorprendentemente, el país de la región con el impuesto de esta clase más bajo es Bolivia con un 13%.
Si esto es mejor o peor para el país es debatible porque se puede discutir si la calidad del servicio público en la región es comparable con el de Europa o los países nórdicos. Pero arroja luz sobre una arista poco explorada respecto a la forma de la matriz impositiva en el país.