Se trata de un guarismo sumamente bajo, uno de los menores de América latina. De hecho, en Colombia llegó a 25,4%; en México, a 23,2%; en Chile, a 21,6%; en Uruguay, a 19,2%, y en Brasil, a 17,4%, según datos de 2016, señala el último reporte del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
“¿Por qué la tasa de inversión es tan baja en la Argentina? Porque una parte significativa del ahorro interno se realiza en divisas y se guardan en el colchón o se giran al exterior, no canalizándose hacia la inversión. Por eso, la Argentina depende de la inversión externa para aumentar la formación de capital”, precisa Víctor Beker, director del CENE.
“El hecho de que la capacidad instalada actual de la industria esté utilizada en sólo el 65,8% da un cierto margen para una recuperación inicial no atada necesariamente a una mayor inversión. Pero un proceso de crecimiento requiere de un nivel de inversión muy superior al actual. Más aún, cuando parte de su exiguo volumen no va dirigido a la inversión productiva sino que toma la forma de la construcción residencial”, continúa.
De acuerdo con el economista, la experiencia de los países emergentes indica que se requiere de un coeficiente de inversión del 25% del PIB para lograr una tasa de crecimiento sostenido del 7%. “La Argentina está lejos de ese nivel.
Un primer objetivo debería consistir en alcanzar un volumen de inversión del 20% del PIB, similar al promedio latinoamericano. Ello implicaría unos 110.000 millones de dólares anuales, lo cual equivale a un incremento de US$ 27.500 millones respecto del nivel actual”, completa el director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.