Por Adrian Fernandez-Perez, Alexandre Garel e Ivan Indriawan (*)
Las emociones tienen una gran influencia en nuestras decisiones de compra. Más a menudo de lo que nos damos cuenta, tomamos estas decisiones basándonos en emociones en lugar de en cálculos racionales o datos. No solo en nuestro día a día sino también en nuestras decisiones financieras, las emociones desempeñan un papel importante.
Los inversores son más pesimistas sobre las futuras ganancias de las empresas cuando su estado de ánimo es bajo, y esto está asociado con bajadas en los precios de los valores de las acciones.
Dada la creciente popularidad de los activos financieros con criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés), es decir, empresas con políticas corporativas que fomentan la responsabilidad social y hacia el medio ambiente, hemos querido saber qué papel desempeñan las emociones en las preferencias por inversiones sostenibles.
¿Por qué elegimos inversiones sostenibles?
Existen varias razones por las que nos vemos atraídos por los activos sostenibles. Algunos queremos presumir de que somos sostenibles. Por ejemplo, nos gusta hablar sobre cómo nuestras inversiones ayudan a mejorar el medio ambiente o a reducir la pobreza en países en desarrollo.
Otra razón podría encontrarse en cómo nos han educado en casa: el deseo de invertir en activos sostenibles puede estar influido por las inversiones de los padres en estos activos o por crecer en una familia que valora la sostenibilidad.
El efecto warm glow, o sea, el agradable sentimiento que se experimenta después de hacer una donación, también explica por qué los inversores eligen activos sostenibles. En este sentido, los inversores experimentan emociones positivas cuando eligen activos sostenibles, sin importar el impacto real que sus inversiones tengan en el bien común.
Pero ¿puede el estado de ánimo de los inversores influir en sus preferencias por activos sostenibles? Existen varias razones que podrían explicar por qué las emociones influyen en dónde invertimos nuestros ahorros.
El papel de las emociones
Existen dos teorías contrapuestas que examinan el papel del estado de ánimo en las inversiones sostenibles.
La primera teoría se basa en la idea de que los activos sostenibles son más seguros, es decir, tienen un menor riesgo. En este sentido, los activos financieros calificados como sostenibles suelen comportase mejor que los activos no sostenibles en periodos de crisis, dado que los inversores los consideran más fiables y con menor riesgo estructural, legal y de reputación.
Esta teoría se complementa con la idea de que los inversores son más refractarios al riesgo cuando su estado de ánimo es bajo. Es decir, cuando se está más triste, deprimido o enfadado se suele ser más cauteloso en las decisiones de inversión y se eligen inversiones con un menor riesgo.
Una segunda teoría, que compite con la anterior, se basa en la idea de que un estado de ánimo positivo promueve comportamientos a favor del bien común y favorece el altruismo. Es decir, inversores con un estado de ánimo bajo se preocupan más por ellos mismos y menos por otros y, por tanto, tienen una menor preferencia por activos sostenibles.
Inversores más alegres, por otro lado, podrían ser más altruistas y favorecer inversiones sostenibles porque esto beneficiaría a otros.
En nuestro artículo contrastamos estas teorías y descubrimos que el efecto de la aversión al riesgo domina sobre el posible efecto positivo del altruismo en lo que respecta a las inversiones sostenibles.
En concreto, descubrimos que un empeoramiento en el estado de ánimo de los inversores está asociado con una mayor inversión en activos sostenibles. Este resultado posiblemente es debido a que el incremento en la aversión al riesgo fuerza a los inversores a favorecer los activos sostenibles que son percibidos como más seguros.
Fondos sostenibles y estado de ánimo
Para identificar los fondos de inversión sostenibles, usamos la clasificación de sostenibilidad de Morningstar, la mayor agencia mundial de clasificación de fondos de inversión. El objetivo de dicha clasificación es ayudar a los inversores a entender y valorar los riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo de sus inversiones. Una mayor clasificación de sostenibilidad representa un menor riesgo.
Para capturar el cambio en el estado de ánimo de los hogares en un mes dado usamos una medida llamada inicio y recuperación (OR en sus siglas en inglés). Esta mide el cambio en el porcentaje mensual de individuos que están experimentando síntomas de depresión estacional.
A mayor OR, mayor es el incremento de los casos de depresión estacional y, por tanto, peor es el estado de ánimo de los hogares. En los países del hemisferio norte el OR tiene un máximo en otoño (septiembre), un mínimo en primavera (marzo), y es moderado en los meses de verano e invierno. Los países del hemisferio sur experimentan el patrón opuesto.
Investigamos la relación entre los niveles de OR y la inversión en fondos de inversión en acciones sostenibles en 25 países entre 2018 y 2021. En general, descubrimos que los fondos de inversión con una clasificación de sostenibilidad alta atraen más capital, sugiriendo que los inversores valoran positivamente las inversiones sostenibles.
Más importante aún, descubrimos que cuando se incrementa el porcentaje de individuos con depresión estacional, el capital en los fondos con una alta sostenibilidad aumenta en relación con las alternativas menos sostenibles (un porcentaje adicional del 0,07 % mensual o 0,84 % anual).
Para un fondo de inversión representativo con un valor de 100 millones de dólares, este capital adicional equivale a unos 840 000 dólares al año.
Esta relación negativa es consistente con la interpretación de la aversión al riesgo de los inversores, respaldando la conclusión de que un peor estado de ánimo en los hogares favorece a los activos sostenibles, que son percibidos como más seguros.
Estos resultados hay que tomárselos con cautela. Dadas las características de nuestros datos, no podemos contrastar si el estado de ánimo de los inversores mejora después de invertir en fondos de inversión sostenibles. Esto no solo confirmaría que las inversiones sostenibles son una opción segura sino que, además, invertir en ellas mejoraría el estado de ánimo de los individuos.
¿Es buena la tristeza para el medio ambiente?
Nuestro trabajo investiga una ruta que podría explicar por qué los inversores eligen activos sostenibles.
Los resultados sugieren que, con relación a las inversiones en fondos de acciones sostenibles, la aversión al riesgo provocada por el pesimismo de los inversores es posiblemente una causa más probable del incremento en las inversiones sostenibles que la posible felicidad vinculada al altruismo y al bien común.
Esto no quiere decir que la tristeza sea buena para el medio ambiente o la sociedad, sino que confirma que los inversores consideran los activos sostenibles como una opción más segura.
(*) Adrian Fernandez-Perez es Senior Research Fellow in Finance, Auckland University of Technology; Alexandre Garel es Researcher in Finance, Audencia; e Ivan Indriawan es Senior Lecturer in Finance, University of Adelaide.