Detrás de la nueva medida aplicada por la AFIP a las transacciones turísticas hay algunos datos objetivos. Este sector pasó de generar un ingreso neto de dólares promedio de US$1.170 millones anuales entre 2003 y 2011 a motivar una salida de US$2.985 el año pasado. Por efecto del cepo y del atraso del tipo de cambio oficial, los argentinos perciben como más barato gastar en dólares con tarjetas en el exterior, ya que la diferencia con el dólar blue sigue siendo amplia.
Un análisis de los datos de las transacciones cambiarias por turismo ofrece una mirada más profunda en cuanto a lo que pudiera constituir razones más de fondo para la nueva medida de la AFIP para la adquisición, pago y demás transacciones en dólares para turismo. La suba del impuesto al consumo con tarjetas de crédito en el exterior, que hasta ayer fue del 15%, sumada a la extensión del alcance de este régimen a las contrataciones de planes, pasajes y demás compras para viajes que se hagan incluso desde la Argentina y por Internet, buscarían tapar una de las fisuras por donde se filtra la salida de divisas.
Durante el año pasado, la demanda de dólares en el mercado cambiario oficial con motivo de turismo emisivo prácticamente se duplicó, desde alcanzar US$3.171 millones en 2011 a US$5.584 millones en 2012, según los datos del BCRA. Como resultado, el sector turismo pasó de generar un ingreso neto de dólares de US$ 300 millones en 2011 y un promedio de US$1.170 millones anuales entre 2003 y 2011, a motivar una salida de US$2.985 el año pasado.
Esta reversión del saldo del sector turismo fue una de las consecuencias no deseadas del cepo cambiario instalado hacia fines de 2011 y cuya intensidad se fue incrementando a lo largo de todo el año pasado. Es que por esta vía se canalizó, durante 2012, parte de la fuga de capitales del sector privado no financiero que fue impedido de adquirir divisas por motivo de atesoramiento.
Los datos del cepo
Los datos sobre el comportamiento del mercado cambiario recientemente publicados por la autoridad monetaria dan cuenta que el éxito de las medida adoptadas para frenar la salida de divisas habría sido –en el mejor de los casos- parcial, si lo medimos en términos del volumen de dólares que finalmente terminó en la plaza doméstica.
Es que, por un lado, los efectos sobre la demanda (neta) de divisas de parte del sector privado son contundentes. El freno de las compras de dólares de parte del sector privado no financiero con el objetivo de atesoramiento (lo que comúnmente se conoce como salida de capitales) fue notable, pasando de totalizar US$21.500 millones en 2011 a apenas US$3.400 millones el año pasado. Y algo similar puede decirse en materia de utilidades y dividendos. En este caso, aun cuando su magnitud era muy inferior, también se produjo un corte abrupto: mientras que dos años atrás habían salido por esta vía más de US$4.000 millones, en 2012 sólo se giraron US$225 millones.
Pero por otro lado, el efecto no deseado del esquema fue cortar con las vías genuinas de ingreso de divisas que se habían sumado durante los años previos al superávit comercial para engrosar la oferta de dólares disponible en el mercado local.
En este sentido, el principal ajuste lo sufrieron las empresas, dado que se redujo el financiamiento disponible para las mismas desde el exterior, al tiempo que se incrementaron las cancelaciones de préstamos. Esto se vio reflejado en una caída del rubro “Préstamos financierosâ€, que tras generar un ingreso de dólares por US$4.500 millones en 2011 revirtió su saldo positivo el año pasado, motivando una salida por algo más de US$3.000 millones.
Lo mismo ocurrió con el financiamiento del sector público, con un freno de los créditos desde organismos internacionales, los cuales significaron una salida de dólares por casi US$2.000 millones, cuando un año antes habían generado un ingreso de más de US$6.000 millones.
Además, hay que tener en cuenta que el ahorro de divisas producto de la menor fuga de capitales –que habría ascendido a US$18.000 millones en 2012- estaría sobreestimado. Es que parte de esta demanda se canalizó vía turismo al exterior, sector que pasó de generar un ingreso neto de dólares de alrededor de US$300 millones en 2011 a motivar una salida de casi US$3.000 el año pasado. Esto, junto con el mayor pago de servicios profesionales, agudizó el déficit de la balanza de servicios, que se triplicó el año pasado.
Con todo, el cepo permitió que las reservas internacionales mostraran una menor caída en 2012 –hasta la mitad de lo que se habían contraído en 2011- pero no alcanzó para revertir la tendencia negativa que se había iniciado el año anterior. Y esto dado que si bien eliminó la posibilidad de acceder al mercado cambiario para atesorar y girar utilidades, frenó el ingreso por otros conceptos e incentivó la salida por las vías permitidas (principalmente la cancelación de préstamos con el exterior y el turismo).
Todo esto en un contexto en que los costos indirectos asociados a este esquema no resultan nada despreciables, principalmente sobre la actividad económica en general y las inversiones en particular, al incrementar los niveles de incertidumbre y complicar la operatoria de las empresas.