¿Y si hacer la fila del super es un negocio?

Un italiano encontró un nicho de mercado en la más tediosa de las tareas: hacer la fila. A través de un curso online capacita y oficializa como una profesión a los codistas; aquellas personas que trabajan de hacer la cola de trámites.

21 marzo, 2016

Una de las tareas más tediosas a las que se ve obligado cualquier ciudadano de a pie es hacer filas. Filas para pagar esto, filas para comprar lo otro, filas para retirar productos y filas para consumir servicios. Al viejo adagio habría que agregar que tampoco nadie se salva de hacer filas. Pero la idea de hacer filas podría ser un negocio sólo se le ocurrió a un italiano, Giavanno Cafaro, mientras hacía una fila como todo el mundo. ¿Por qué no hacer esto por otros y de paso convertirlo en un negocio? Habrá pensando. Como Cafaro estaba sin trabajo no tuvo mucho reparo en iniciar su pequeño y valiente emprendimiento. Comenzó repartiendo volantes que promocionan su novedoso negocio pensando que habría interesados, como por ejemplo las compañías, que prefieren que sus empleados hagan algo productivo como trabajar en lugar de estar parados esperando ser atendidos. Así nació la profesión codista, es decir, los profesionales de hacer colas.

 

¿Cómo y por qué funciona?

De acuerdo a una agrupación de defensa de consumidores italiana, Codacons, los italianos gastanaproximadamente 400 horas al año haciendo filas. Ese tiempo gastado en estar parados esperando a ser atendidos se traduce en cerca de 44 mil millones de dólares desperdiciados. Si bien es cierto que la idea de tener gente que haga la cola por otros no es en si misma novedosa, Cafaro sí fue pionero en darle una pata legal al asunto. Los trabajadores de su empresa tiene un salario mínimo (que es de 10 euros la hora) y tienen acceso al sistema de salud estatal en caso de accidentes. Es una profesión y un trabajo hecho y derecho. El mismo inventor de la idea ofrece un curso online a través de Skype, con una duración de cinco horas, donde prepara a los trabajadores para enfrentar a todo el aparato burocrático de Italia: qué documentos se necesitan, cuáles requieren de firma, cuáles dependen de otros documentos, dónde conseguir tal y cuál permiso y un largo etcétera.

 

Aunque, paradójicamente, el negocio de este emprendedor italiano también agrando la brecha burocrática porque agrego una capa más a los ciudadanos. Cuando se contrata los servicios de un codista hay que llenar papeleo también porque ahora es una profesión y un trabajo oficial. Esto quiere decir que los contratistas tiene que pagar aportes y demás cargas fiscales y sociales. Incluso si sólo se contrata al trabajador por un día.

 

La historia de Giovano Cafaro demuestra que los buenos emprendedores saben ver una oportunidad y aprovecharla. Y también expone lo valioso que es ponerse en los zapatos del ciudadano común para tratar de entender cómo facilitarle la vida.

 

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