jueves, 26 de diciembre de 2024

Una loca fatwa, signo de una teocracia decadente

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Misbah Yazdíi ulema ultraconservador y confesor del presidente Majmud Ajmadinedyad, lanzó una maldición (fatwa) contra los dos candidatos refrositas, Mir Hosein Musavi y Mehdi Karrubí. Este gesto ilustra la declinación de la propia teocracia shiita.

<p>Este gesto vac&iacute;o est&aacute; muy lejos del primer decreto del r&eacute;gimen iran&iacute;, lanzado por el difunto ayatol&aacute; Ruhollah Jomein&iacute; en 1989 contra Salman Rushdie. El autor de &ldquo;Los versos sat&aacute;nicos&rdquo; (1988) sigue vivo, tras a&ntilde;os de burlar a los sicarios del r&eacute;gimen (si en verdad los hubo).</p>
<p>En realidad, lo de Yazd&iacute; parece m&aacute;s bien un acto desesperado, pues los protagonistas de los disturbios no estaban inicialmente contra los l&iacute;deres religiosos, sino contra el fraude electoral, un recurso civil y laico. Esto hace pensar a varios analistas &ndash;entre ellos, el musulm&aacute;n Farid Zakariya- que &ldquo;la teocracia shiita est&aacute; en decadencia, aunque no todav&iacute;a el r&eacute;gimen autoritario iran&iacute;&rdquo;.</p>
<p>Dicho de otra forma, el mundo se halla ante el fracaso pol&iacute;tico de la Shi&rsquo;a. As&iacute; como el renacimiento occidental fue &ldquo;la ca&iacute;da de la barbarie y la religi&oacute;n&rdquo; (sosten&iacute;a en 1776/96 Edward Gibbon), esta &ldquo;fatwa&rdquo; apunta a lo mismo, s&oacute;lo que en menor escala. Los excesos represivos, por otra parte, pueden amenazar el prestigio de la corporaci&oacute;n confesional y poner en peligro la rep&uacute;blica misma.</p>
<p>Un rasgo peculiar del shiismo determina que jueces, magistrados y l&iacute;deres reciban sus facultades directamente de Al&aacute;. Pero el intermediario (im&aacute;n, o sea pont&iacute;fice) entre tierra y cielo muri&oacute; con Jomeini. Nadie se ha atrevido a asumir ese cargo, como si se hubiese cortado la sucesi&oacute;n papal romana antes de Trento. El Islam sunn&iacute; tampoco continu&oacute; la sucesi&oacute;n del extinto califato, cortada al caer el imperio Otomano. Resulta curioso que, en occidente, subsistan monarcas &ldquo;por la gracia de Dios&rdquo; o que, en Jap&oacute;n, el Tenno (emperador hijo del cielo) dejase de ser divino en 1946.</p>
<p>La concepci&oacute;n teocr&aacute;tica persa, anterior inclusive al Islam, explica esa loca fatwa y la declaraci&oacute;n del ortodoxo Al&iacute; Jamene&iacute;, gu&iacute;a supremo, calificando la elecci&oacute;n de Ahmaninedyad como &ldquo;voluntad de Al&aacute;&rdquo;. Pero el gesto pone en crisis el nexo entre el gu&iacute;a y el consejo constitucional, que dirige Al&iacute; Jatam&iacute;, un moderado. S&oacute;lo erigiendo en im&aacute;n a Jamene&iacute; se reunificar&iacute;a la conducci&oacute;n carism&aacute;tica, pero los actuales contendientes han sido manchados por la ambici&oacute;n, un pecado humana, y los disidentes lo saben.<br />
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