<p>Este gesto vacío está muy lejos del primer decreto del régimen iraní, lanzado por el difunto ayatolá Ruhollah Jomeiní en 1989 contra Salman Rushdie. El autor de “Los versos satánicos” (1988) sigue vivo, tras años de burlar a los sicarios del régimen (si en verdad los hubo).</p>
<p>En realidad, lo de Yazdí parece más bien un acto desesperado, pues los protagonistas de los disturbios no estaban inicialmente contra los líderes religiosos, sino contra el fraude electoral, un recurso civil y laico. Esto hace pensar a varios analistas –entre ellos, el musulmán Farid Zakariya- que “la teocracia shiita está en decadencia, aunque no todavía el régimen autoritario iraní”.</p>
<p>Dicho de otra forma, el mundo se halla ante el fracaso político de la Shi’a. Así como el renacimiento occidental fue “la caída de la barbarie y la religión” (sostenía en 1776/96 Edward Gibbon), esta “fatwa” apunta a lo mismo, sólo que en menor escala. Los excesos represivos, por otra parte, pueden amenazar el prestigio de la corporación confesional y poner en peligro la república misma.</p>
<p>Un rasgo peculiar del shiismo determina que jueces, magistrados y líderes reciban sus facultades directamente de Alá. Pero el intermediario (imán, o sea pontífice) entre tierra y cielo murió con Jomeini. Nadie se ha atrevido a asumir ese cargo, como si se hubiese cortado la sucesión papal romana antes de Trento. El Islam sunní tampoco continuó la sucesión del extinto califato, cortada al caer el imperio Otomano. Resulta curioso que, en occidente, subsistan monarcas “por la gracia de Dios” o que, en Japón, el Tenno (emperador hijo del cielo) dejase de ser divino en 1946.</p>
<p>La concepción teocrática persa, anterior inclusive al Islam, explica esa loca fatwa y la declaración del ortodoxo Alí Jameneí, guía supremo, calificando la elección de Ahmaninedyad como “voluntad de Alá”. Pero el gesto pone en crisis el nexo entre el guía y el consejo constitucional, que dirige Alí Jatamí, un moderado. Sólo erigiendo en imán a Jameneí se reunificaría la conducción carismática, pero los actuales contendientes han sido manchados por la ambición, un pecado humana, y los disidentes lo saben.<br />
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Una loca fatwa, signo de una teocracia decadente
Misbah Yazdíi ulema ultraconservador y confesor del presidente Majmud Ajmadinedyad, lanzó una maldición (fatwa) contra los dos candidatos refrositas, Mir Hosein Musavi y Mehdi Karrubí. Este gesto ilustra la declinación de la propia teocracia shiita.