Dahrendorf se fue sin creer ya en el G-20 ni en nada
El Grupo de los 20 va derecho al fracaso y no hay salidas globales a la crisis. Así temía Ralf Dahrendorf, sociólogo alemán (1929/2009) con pasaporte británico, muerto dias atrás. A su juicio, no pudieron proponer otro orden tipo Bretón Woods.
23 junio, 2009
<p>Algunos lo consideraban el sociólogo de mayor autoridad de Europa occidental, aunque no un economista. Otros lo veían como un anacronismo. “John Maynard Keynes llegó a BW en 1944, creía que salvaría la libra, pero luego advirtió que esa divisa estaba agonizando y su égida pasaba al dólar. Ahora –señalaba hace un mes- no hay un vencedor claro y Estados Unidos no puede cargar solo con el peso de la crisis. Lo malo es que la inició en 2007”.</p>
<p>En otros términos, “esta crisis es internacional pero no global. A diferencia del efecto invernadero, empieza a generar respuestas nacionales o regionales”. Con rigor, Dahrendorf vislumbraba “signos de nacionalismo económico. Angela Merkel o Nicolas Sarkozy son mundialistas, pero no globalistas, y ahí se origina el conflicto con Estados Unidos que significó el fracaso del encuentro en Londres”.</p>
<p>Sin dudar un momento, el pensador afirmaba: “no surgieron acuerdos sobre un paquete común de estímulos. Apenas, declaraciones altisonantes y promesas de escribir nuevas reglas de juego. A lo sumo, se reforzará un poco del Fondo Monetario”. A fin de cuentas, los países principales “sólo bajaron expectativas que se habían inflado por demás tras el fracaso de la cumbre anterior, en noviembre”.</p>
<p>Entonces ¿qué le espera al primer mundo después de la crisis? “Un paulatino achatamiento en el tren de vida, quizás hasta 20%”. Las economías centrales volverán a niveles previos a la “revolución conservadora” de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que añoran las clases alta y media alta, pero no el resto. “En algunos aspectos –presumía el sociólogo-, el futuro contexto se parecerá algo a los años 50 y 60, con más tecnología, si bien con mucho menos optimismo”.</p>
<p>La recuperación, pues, “será larga, lenta. No bastará para cubrir rápidamente los intereses de la enorme deuda externa, pública y privada, acumulada entretanto. Esto deparará un período de tasa altas e inflación”, tabú para Dahrendorf. “No será lindo. Algunos analistas hablan ya de ‘inflación administrada’, quizás entre 6 y 10% anual a precios constantes que, probablemente, será solventada por las clases media y media baja, jubilados inclusive”.</p>
<p>Semejante perspectiva puede ser la tumba de gobiernos progresistas como el de Barack Obama. No obstante, “tal vez la crisis provoque un cambio en favor de la economía real y un distanciamiento de la cultura de la deuda y el capitalismo especulativo. Esto puede resultar positivo, pues esa cultura se ha difundido en exceso”. A tal punto que, hasta el derrumbe, “uno daba un adelanto de cien dólares y se iba con un coche o un departamento”.</p>
<p>Semejante cambio de actitudes, es cierto, “irritará a muchos, que prefieren transferir responsabilidades a banqueros o a paraísos fiscales. Precisamente, dos fuentes de la crisis sistémica”. Dahrendorf –rompiendo con viejas posturas- reconocía que la derregulación de Reagan-Thatcher fue desmedida. En parte, originó las turbulencias de 1997/8 y las actuales. <br />
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