Una frágil tregua entre Obama y los banqueros
El Presidente y los principales ejecutivos del sector financiero allanaron disensos durante una reunión en la Casa Blanca. Poco después, en Viña del Mar, Estados Unidos y Gran Bretaña llegaron a un compromiso con vistas a la cumbre del Grupo de los 20.
29 marzo, 2009
<p>Por supuesto, ni el encuentro en la ciudad chilena ni la posterior cita (2 de abril) son “el comienzo de una nueva era”. Tampoco lo es el intento de mejorar las relaciones de Washington con su propia banca privada. En el primer caso, siguen pesando disensos entre Barack Obama –privilegia estimular la demanda agregada con herramientas keynesianas- y un bloque de gobiernos europeos más ortodoxos (Alemania, Francia, Benelux, escandinavos).<br />
Este grupo prefiere afinar y fortalecer mecanismos de supervisión financiera. Curiosamente, Argentina parece alinearse con ellos y, por inferencia, con el Fondo Monetario Internacional. Pero, por ahora, la novedad es el acuerdo tácito –punto clave- entre Washington y Londres para acelerar reformas en la reunión del G-20. ¿Serán similares al drástico proyecto explicado al Congreso, días atrás, por Timothy Geithner?<br />
En medio de esas señales, Obama de pronto se muestra conciliador con grandes financistas y, desde el salón oval, sugiere a los legisladores y la opinión pública “no demonizar banqueros, inversores ni empresarios”. Pero ¿dónde quedan la duras reformas planteadas al poder legislativo? <br />
Esas recomendaciones eran miel para los oídos de Kenneth Lewis (Bank of America), James Dimon (JPMorgan Chase) y Vikram Pandit (Citigroup), entre los quince convidados. Debe recordarse que el tercer banco del país está intervenido por el estado. Poco antes, el propio vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, prometía “un duro mensaje sobre bonificaciones abusivas y la necesidad se compartir sacrificios”. <br />
Hasta este encuentro, Obama alentaba las críticas de economistas, legisladores, analistas y público contra la flor y nata del negocio bancario. No obstante, comienza a suavizar su retórica y parece más sensible a las presiones de Wall Street. Este cambio, sospechan alegados a Nancy Pelosi (jefa de la mayoría en la cámara baja), no es ajeno a Geithner, Lawrence Summers y Paul Volcker.</p>
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