Un portugués archiconservador en la Comisión Europea
José Manoel Durão Barroso está nombrando gente con visión mercantilista y pronorteamericana en cargos relevantes de la CE. Esta inesperada militancia resulta tan sorpresiva como polémica en Bruselas y otras capitales de la Unión Europea.
Para empezar, puso a la ignota Neelie Kroes –ex ministra holandesa de Transportes- para encabezar el poderoso comisariato antimonopólico. Así, la facultad de regular megafusiones y forzar la apertura de mercados a la competencia recae en quien, durante los 90, lanzara en su país un programa privatizador cuyos abusos la obligaron a renunciar. Además, sus vínculos con empresas del sector casi provocan un escándalo.
Peter Mandelson, ex ministro británico de Comercio y operador de Tony Blair, obtuvo el comisariato de su ramo. Otro campeón del sector privado, Charlie McCreevy –ex ministro de Hacienda- va como comisionado de mercados internos. Un ortodoxo contable, el español Joaquín Almunia, continúa en asuntos monetarios, comisariato con facultades para multar a países que no cumplan con los rígidos parámetros de relación entre déficit fiscal y PBI.
Consultores y cabilderos de intereses empresarios están felices. Francia y Alemania, no. En particular porque Barroso desechó los candidatos presentados por París y Berlín, aduciendo su presunta falta de experiencia empresaria y económica. “Parece que Kroes tiene el tipo de antecedentes que le gustan al portugués”, comentaba el diario “Die Welt”.
El contrate entre la holandesa y su predecesor, el italiano Mario Monti (descartado por Silvio Berlusconi, otro aliado de Washington propenso a los negocios privados), resulta políticamente difícil de digerir para el eje francoalemán. Ahora queda una incógnita: ¿cómo hará Barroso para compatibilizar un equipo básicamente derregulador con los cuantiosos subsidios agrícolas de la UE?… Por de pronto, Barroso mismo no ha emitido opiniones claras ni tajantes en este tema, de donde pende el futuro de la Organización Mundial de Comercio.
Para empezar, puso a la ignota Neelie Kroes –ex ministra holandesa de Transportes- para encabezar el poderoso comisariato antimonopólico. Así, la facultad de regular megafusiones y forzar la apertura de mercados a la competencia recae en quien, durante los 90, lanzara en su país un programa privatizador cuyos abusos la obligaron a renunciar. Además, sus vínculos con empresas del sector casi provocan un escándalo.
Peter Mandelson, ex ministro británico de Comercio y operador de Tony Blair, obtuvo el comisariato de su ramo. Otro campeón del sector privado, Charlie McCreevy –ex ministro de Hacienda- va como comisionado de mercados internos. Un ortodoxo contable, el español Joaquín Almunia, continúa en asuntos monetarios, comisariato con facultades para multar a países que no cumplan con los rígidos parámetros de relación entre déficit fiscal y PBI.
Consultores y cabilderos de intereses empresarios están felices. Francia y Alemania, no. En particular porque Barroso desechó los candidatos presentados por París y Berlín, aduciendo su presunta falta de experiencia empresaria y económica. “Parece que Kroes tiene el tipo de antecedentes que le gustan al portugués”, comentaba el diario “Die Welt”.
El contrate entre la holandesa y su predecesor, el italiano Mario Monti (descartado por Silvio Berlusconi, otro aliado de Washington propenso a los negocios privados), resulta políticamente difícil de digerir para el eje francoalemán. Ahora queda una incógnita: ¿cómo hará Barroso para compatibilizar un equipo básicamente derregulador con los cuantiosos subsidios agrícolas de la UE?… Por de pronto, Barroso mismo no ha emitido opiniones claras ni tajantes en este tema, de donde pende el futuro de la Organización Mundial de Comercio.
