Un juego de poder y alianzas donde Estados Unidos puede perder

Así se resume la tesis de Pharag Khanna en su libro, “The second world” (Random house), la geopolítica en un nuevo orden mundial. Se trata de un enfoque polémico –poco grato a Washington- sobre el papel de los imperios en el siglo XXI.

11 marzo, 2008

En esta centuria, por ahora, hay tres imperios en liza: Unión Europea, China y Estados Unidos, en ese orden, empeñado en reordenar el mundo a su medida. El juego está abierto y su objeto con las riquezas naturales y los mercados físicos de países como Brasil, Turquía, Ucrania, Sudáfrica, etc.

El hindú Khanna dirige un proyecto de gestión global en la New America Foundation, un organismo no gubernamental. Su tesis básica es que, en la era poscolonial y tras la guerra fría, han surgido tres superpotencias ávida de materias primas, energía e insumos, con los ojos puestos en el ex bloque soviético, Latinoamérica y casi toda Asia, desde el Mediterráneo hasta el Pácífico.

No se trata de conquistar, sino de cortejar, sacudir o presionar. Algo anacrónico, EE.UU. sigue ofreciendo protección militar, democracia y derechos civiles. La UE propone asociación al club económico más exitoso –la Eurozona- a cambio de determinadas reformas sociopolíticas. China se centra en comercio, inversiones y desarrollo infraestructural, sin exigencias molestas, a sus eventuales estados clientes. Caso como Birmania, Sudán o Zimbabwe –tres gobiernos impresentables- lo muestran con claridad.

Este libro funciona como guía turística por un segundo mundo que, en realidad, incorpora mucho del antiguo tercero. El recorrido evalúa gigantes como Rusia –que Khanna menosprecia-, Sudáfrica, Indonesia, etc. A su criterio, Moscú se achicará debido a que su población no alcanza para ocupar semejante territorio “y no tiene viabilidad demográfica como país. Ya los atractivos de la UE han captado buena parte del ex bloque soviético”.

El trabajo es una excelente introducción a la geopolítica contemporánea. “Resulta fascinante –opina el ‘New York times’-, aunque contenga demasiadas notas de color, a veces ingenuas.

Khanna (se pronuncia “janna”) nació en India pero se crió en la Uniín de Emiratos Árabes, EE.UU. y Alemania. No confía en el futuro de su patria, cree que Chile llegará antes al primer mundo y predica la disolución de Irak, coincidiendo con varios analistas. “Ese estado colapsará –afirma- y, a largo plazo, será lo mejor”.

Entre las superpotencias, EE.UU. podría ser la gran perdedora. El autor admira la UE, “dedicada a transformaciones de largo aliento”. Pese a su escaso respeto a derechos civiles, China es otra ganadora, pues “la democracia es un lujo para países ricos”. Citando quizá sin saberlo las “Memorias” de Henry Kissinger (1988), Khanna exalta el ”despotismo ilustrado” de autocracias como Singapur o Malasia.

Por el contrario, “Estados Unidos es ingenuo y arrogante, una superpotencia con músculo pero sin seso. El departamento de estado parece la mayor agencia mundial de turismo, con funcionarios y enviados especiales apagando incendios por todas partes. Ciertas actitudes típicas de Washington ya no dan risa, sino miedo”. Ultimamente, “sus desbordes imperiales lo ponen ante un futuro incierto, mezcla de decadencia económica y declinante influencia internacional. Este país deberá reajustarse a un orden mundial más fluido, donde es apenas uno entre varios actores”.

En esta centuria, por ahora, hay tres imperios en liza: Unión Europea, China y Estados Unidos, en ese orden, empeñado en reordenar el mundo a su medida. El juego está abierto y su objeto con las riquezas naturales y los mercados físicos de países como Brasil, Turquía, Ucrania, Sudáfrica, etc.

El hindú Khanna dirige un proyecto de gestión global en la New America Foundation, un organismo no gubernamental. Su tesis básica es que, en la era poscolonial y tras la guerra fría, han surgido tres superpotencias ávida de materias primas, energía e insumos, con los ojos puestos en el ex bloque soviético, Latinoamérica y casi toda Asia, desde el Mediterráneo hasta el Pácífico.

No se trata de conquistar, sino de cortejar, sacudir o presionar. Algo anacrónico, EE.UU. sigue ofreciendo protección militar, democracia y derechos civiles. La UE propone asociación al club económico más exitoso –la Eurozona- a cambio de determinadas reformas sociopolíticas. China se centra en comercio, inversiones y desarrollo infraestructural, sin exigencias molestas, a sus eventuales estados clientes. Caso como Birmania, Sudán o Zimbabwe –tres gobiernos impresentables- lo muestran con claridad.

Este libro funciona como guía turística por un segundo mundo que, en realidad, incorpora mucho del antiguo tercero. El recorrido evalúa gigantes como Rusia –que Khanna menosprecia-, Sudáfrica, Indonesia, etc. A su criterio, Moscú se achicará debido a que su población no alcanza para ocupar semejante territorio “y no tiene viabilidad demográfica como país. Ya los atractivos de la UE han captado buena parte del ex bloque soviético”.

El trabajo es una excelente introducción a la geopolítica contemporánea. “Resulta fascinante –opina el ‘New York times’-, aunque contenga demasiadas notas de color, a veces ingenuas.

Khanna (se pronuncia “janna”) nació en India pero se crió en la Uniín de Emiratos Árabes, EE.UU. y Alemania. No confía en el futuro de su patria, cree que Chile llegará antes al primer mundo y predica la disolución de Irak, coincidiendo con varios analistas. “Ese estado colapsará –afirma- y, a largo plazo, será lo mejor”.

Entre las superpotencias, EE.UU. podría ser la gran perdedora. El autor admira la UE, “dedicada a transformaciones de largo aliento”. Pese a su escaso respeto a derechos civiles, China es otra ganadora, pues “la democracia es un lujo para países ricos”. Citando quizá sin saberlo las “Memorias” de Henry Kissinger (1988), Khanna exalta el ”despotismo ilustrado” de autocracias como Singapur o Malasia.

Por el contrario, “Estados Unidos es ingenuo y arrogante, una superpotencia con músculo pero sin seso. El departamento de estado parece la mayor agencia mundial de turismo, con funcionarios y enviados especiales apagando incendios por todas partes. Ciertas actitudes típicas de Washington ya no dan risa, sino miedo”. Ultimamente, “sus desbordes imperiales lo ponen ante un futuro incierto, mezcla de decadencia económica y declinante influencia internacional. Este país deberá reajustarse a un orden mundial más fluido, donde es apenas uno entre varios actores”.

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