Convocadas por un blog en Internet, multitudes llenaron las calles de Angora, Estambul, Esmirna y otras ciudades en defensa del “padre de los turcos” y su legado laico. Sólo ante el mausoleo de Ätätürk en la capital se juntaron más de 300.000 manifestantes. Las nutridas colectividades turcas de Alemania y Holanda adhirieron a las demostraciones.
“No queremos un imam en Chankaya” era el lema, alusivo a la colina de Angora donde se yergue el palacio presidencial. En realidad, su objetivo es el primer ministro Recep Tayyip Erdögan. Líder del partido islámico pro justicia y desarrollo (AKP, toda una ironía), dispone de votos parlamentarios suficientes para instalarse en lugar de Sezer, un moderado, a principios de mayo.
“El sistema secular corre el peor peligro desde que fuera instituido en 1923”, sostuvo el propio Sezer, un jurista. En lo que suena como sugerencia para que Erdögan desista de ser presidente, el comandante Buyukanit casi repitió esas palabras. Cabe recordar que, en el pasado, las fuerzas armadas eran claves para mantener o derrocar gobiernos civiles. A veces, gobernaban directamente.
El cuadro es contradictorio. Por una parte, la gente se opone masivamente a una quiebra del sistema laico. Por otra, según las encuestas, si hubiese comicios ya el AKP lograría más votos que en 2002. Por entonces, con 34,6% del total el partido obtuvo dos tercios (mayoría absoluta) de las bancas parlamentarias, ayudado por el régimen electoral.
Erdögan trata de seducir a los militares con una campaña contra presuntos terroristas kurdos, en el quinto sudoriental del país, supuestamente auxiliados por el gobierno autónomo de la misma etnia en el noreste de Irak. Por otra parte, la firmeza del primer ministro ante ciertas exigencias de la Unión Europea le aporta votos. No por casualidad, el sábado Erdögan conminó a Angela Merkel –canciller alemana y actual presidente de la UE- a “decidirse si nos quiere o no adentro”.
Convocadas por un blog en Internet, multitudes llenaron las calles de Angora, Estambul, Esmirna y otras ciudades en defensa del “padre de los turcos” y su legado laico. Sólo ante el mausoleo de Ätätürk en la capital se juntaron más de 300.000 manifestantes. Las nutridas colectividades turcas de Alemania y Holanda adhirieron a las demostraciones.
“No queremos un imam en Chankaya” era el lema, alusivo a la colina de Angora donde se yergue el palacio presidencial. En realidad, su objetivo es el primer ministro Recep Tayyip Erdögan. Líder del partido islámico pro justicia y desarrollo (AKP, toda una ironía), dispone de votos parlamentarios suficientes para instalarse en lugar de Sezer, un moderado, a principios de mayo.
“El sistema secular corre el peor peligro desde que fuera instituido en 1923”, sostuvo el propio Sezer, un jurista. En lo que suena como sugerencia para que Erdögan desista de ser presidente, el comandante Buyukanit casi repitió esas palabras. Cabe recordar que, en el pasado, las fuerzas armadas eran claves para mantener o derrocar gobiernos civiles. A veces, gobernaban directamente.
El cuadro es contradictorio. Por una parte, la gente se opone masivamente a una quiebra del sistema laico. Por otra, según las encuestas, si hubiese comicios ya el AKP lograría más votos que en 2002. Por entonces, con 34,6% del total el partido obtuvo dos tercios (mayoría absoluta) de las bancas parlamentarias, ayudado por el régimen electoral.
Erdögan trata de seducir a los militares con una campaña contra presuntos terroristas kurdos, en el quinto sudoriental del país, supuestamente auxiliados por el gobierno autónomo de la misma etnia en el noreste de Irak. Por otra parte, la firmeza del primer ministro ante ciertas exigencias de la Unión Europea le aporta votos. No por casualidad, el sábado Erdögan conminó a Angela Merkel –canciller alemana y actual presidente de la UE- a “decidirse si nos quiere o no adentro”.