Putín reprime y Borís Bieriezovsky organiza un golpe de estado

El gobierno ruso aplicó mano muy dura contra la manifestación opositora del sábado. Pretextos no le faltaron. Por ejemplo, el multimillonario autoexilado en Londres reveló que planeaba derrocar a Putin mediante la fuerza.

15 abril, 2007

El líder opositor era protector de Alyexandr Litviñenko, ex agente del KGB mandado asesinar por Putin con polonio 210 (noviembre pasado), un método tan caro como cruel. “Es preciso apelar a la fuerza para liquidar este régimen”, sostuvo Borís Bieriezovsky. Mientras, en Moscú arrestaban a 200 personas, entre ellas el ex campeón mundial de ajedrez Garrick Kaspárov.

Las expresiones del magnate causaron revuelo en Londres, donde reside el neogolpista, y mucho más en Moscú. La usual paranoia de la dirigencia rusa enseguida asoció el anuncio con el acto organizado en la plaza Roja, el sábado, por un frente opositor. Bieriezovsky, cuya fortuna –en buena parte, difícil de explicar- se estima en alrededor de US$ 1.800 millones, formuló el anuncio durante una entrevista con el “Guardian”.

Como si no bastase, admitió estar pasando fondos a “funcionarios del propio gobierno que conspiran contra Putin”. Litviñenko investigaba, por encargo del magnate, hechos de corrupción “por lo cual el servicio secreto moscovita lo hizo liquidar”, afirma Bieriezovsky.

Asustado por la repercusión de sus dichos y citado por la cancillería real, el líder opositor intentó desdecirse diciendo que respalda “un cambio de régimen sin derramamiento de sangre”. A su vez, el “Guardian” señaló que contaba con una grabación y mantenía lo publicado. Aun la aclaración es contradictoria, pues indica que “en el actual contexto, las elecciones no resultan viables para forzar una vuelta a la democracia”. En realidad, Rusia nunca tuvo un sistema democrático auténtico.

Por su parte, la fiscalía general de estado –la misma que amañó un proceso para despojar de Yukos a Míjail Jodorkovsky y mandarlo a Siberia- reiteró un pedido de extradición a Gran Bretaña. Hasta ahora, Londres “no coopera”, según el titular de la repartición, Yuri Chaika. No obstante, tiempo atrás el entonces canciller, Jack Straw, advirtió al multimillonario que perdería su condición de refugiado si continuaba complotando abiertamente contra Moscú.

Por cierto, Scotland Yard recibió la orden de analizar los dichos de Bieriezovsaky. Existe, sin duda, una diferencia con la situación hasta octubre: los asesinatos de Litviñenko y la periodista Maia Politóvskaia. Pero, antes de ambos, bajaron a balazos en plena calle al vicepresidente del banco central, que intentaba limpiar de prácticas corruptas el sistema financiero ruso.

En un cargado, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi visitó a Putin en Petersburgo. Imitando a la Comisión Europea, el dirigente neofascista -procesado en su país- no dijo palabras sobre la represiòn al acto opositor. Por el contrario, se abrazó eu público con el presidente ruso.

El líder opositor era protector de Alyexandr Litviñenko, ex agente del KGB mandado asesinar por Putin con polonio 210 (noviembre pasado), un método tan caro como cruel. “Es preciso apelar a la fuerza para liquidar este régimen”, sostuvo Borís Bieriezovsky. Mientras, en Moscú arrestaban a 200 personas, entre ellas el ex campeón mundial de ajedrez Garrick Kaspárov.

Las expresiones del magnate causaron revuelo en Londres, donde reside el neogolpista, y mucho más en Moscú. La usual paranoia de la dirigencia rusa enseguida asoció el anuncio con el acto organizado en la plaza Roja, el sábado, por un frente opositor. Bieriezovsky, cuya fortuna –en buena parte, difícil de explicar- se estima en alrededor de US$ 1.800 millones, formuló el anuncio durante una entrevista con el “Guardian”.

Como si no bastase, admitió estar pasando fondos a “funcionarios del propio gobierno que conspiran contra Putin”. Litviñenko investigaba, por encargo del magnate, hechos de corrupción “por lo cual el servicio secreto moscovita lo hizo liquidar”, afirma Bieriezovsky.

Asustado por la repercusión de sus dichos y citado por la cancillería real, el líder opositor intentó desdecirse diciendo que respalda “un cambio de régimen sin derramamiento de sangre”. A su vez, el “Guardian” señaló que contaba con una grabación y mantenía lo publicado. Aun la aclaración es contradictoria, pues indica que “en el actual contexto, las elecciones no resultan viables para forzar una vuelta a la democracia”. En realidad, Rusia nunca tuvo un sistema democrático auténtico.

Por su parte, la fiscalía general de estado –la misma que amañó un proceso para despojar de Yukos a Míjail Jodorkovsky y mandarlo a Siberia- reiteró un pedido de extradición a Gran Bretaña. Hasta ahora, Londres “no coopera”, según el titular de la repartición, Yuri Chaika. No obstante, tiempo atrás el entonces canciller, Jack Straw, advirtió al multimillonario que perdería su condición de refugiado si continuaba complotando abiertamente contra Moscú.

Por cierto, Scotland Yard recibió la orden de analizar los dichos de Bieriezovsaky. Existe, sin duda, una diferencia con la situación hasta octubre: los asesinatos de Litviñenko y la periodista Maia Politóvskaia. Pero, antes de ambos, bajaron a balazos en plena calle al vicepresidente del banco central, que intentaba limpiar de prácticas corruptas el sistema financiero ruso.

En un cargado, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi visitó a Putin en Petersburgo. Imitando a la Comisión Europea, el dirigente neofascista -procesado en su país- no dijo palabras sobre la represiòn al acto opositor. Por el contrario, se abrazó eu público con el presidente ruso.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades