Tras una gestión accidentada, Romano Prodi dejó de ser primer ministro

Italia se queda acéfala debido a Clemente Mastella, ex ministro de justicia procesado por corrupción. No obstante, pudo votar en el senado contra Prodi. Éste perdió una moción de confianza por 161 en contra y 156 a favor.

25 enero, 2008

Al cabo de apenas 618 días como primer ministro, acosado entre la derecha neofascista –separatismos inclusive- e intrigas del Vaticano, el ex presidente de la Comisión Europea cayó durante una sesión con gritos, indultos, trompadas y algún sillazo.

Silvio Berlusconi, dando por segura su vuelta al poder, descorchaba champagne frente a la sede legislativa. Comprometido en todo tipo de causas judiciales, el ex cantante melódico aspira a algo que su amigo Carlos Ménem no logró: eternizarse en la jefatura de gabinete.

Por su parte, Giorgio Napolitano, presidente, abre consultas para formar nuevo gobierno. La oposición, protagonista de un conventillo político que dura desde 2006, no tranquiliza a empresarios ni a mercados y eso se nota en un síntoma: acaban de suspenderse negociaciones con AirFrance-KLM para privatizar Alitalia.

En principio, las elecciones podrán hacerse en abril o mayo. Apoyado por el Vaticano y la derecha española, Berlusconi ya se siente ganador. Por otra parte, su único rival serio precisa más tiempo para armar una estructura política: se trata de Luca Cordero Montezemolo, que preside la Confederazione nazionale della industrial y el directorio de Fiat.

La extrema fragmentación italiana genera en algunos expertos –y cerca de Montezemolo- esperanzas de que Napolitano opte por un gobierno transicional de corte institucional o técnico, que podría encabeza Tommasso Padoa-Schioppa, hasta ahora titula de economía. Aun fuera de la hoy pulverizada coalición de centroizquierda, se sabe que Berlusconi no sirve para afrontar crisis internas (estanflación, indisciplina gremial) ni externas (recesión norteamericana, colapso hipotecario, iliquidez financiera, precios de materias primas).

Resulta típico del pésimo sistema político peninsular posterior a la II guerra que (a) Mastella llegase a la cartera de justicias, pese a sus antecedentes, y (b) que lo impulsara un minúsculo partido de centro. La Udeur, en efecto, está orgullosa de haber derribado un gabinete y se apresta a negociar cargos con Berlusconi, a quien nunca lo molestaron socios corruptos.

Al cabo de apenas 618 días como primer ministro, acosado entre la derecha neofascista –separatismos inclusive- e intrigas del Vaticano, el ex presidente de la Comisión Europea cayó durante una sesión con gritos, indultos, trompadas y algún sillazo.

Silvio Berlusconi, dando por segura su vuelta al poder, descorchaba champagne frente a la sede legislativa. Comprometido en todo tipo de causas judiciales, el ex cantante melódico aspira a algo que su amigo Carlos Ménem no logró: eternizarse en la jefatura de gabinete.

Por su parte, Giorgio Napolitano, presidente, abre consultas para formar nuevo gobierno. La oposición, protagonista de un conventillo político que dura desde 2006, no tranquiliza a empresarios ni a mercados y eso se nota en un síntoma: acaban de suspenderse negociaciones con AirFrance-KLM para privatizar Alitalia.

En principio, las elecciones podrán hacerse en abril o mayo. Apoyado por el Vaticano y la derecha española, Berlusconi ya se siente ganador. Por otra parte, su único rival serio precisa más tiempo para armar una estructura política: se trata de Luca Cordero Montezemolo, que preside la Confederazione nazionale della industrial y el directorio de Fiat.

La extrema fragmentación italiana genera en algunos expertos –y cerca de Montezemolo- esperanzas de que Napolitano opte por un gobierno transicional de corte institucional o técnico, que podría encabeza Tommasso Padoa-Schioppa, hasta ahora titula de economía. Aun fuera de la hoy pulverizada coalición de centroizquierda, se sabe que Berlusconi no sirve para afrontar crisis internas (estanflación, indisciplina gremial) ni externas (recesión norteamericana, colapso hipotecario, iliquidez financiera, precios de materias primas).

Resulta típico del pésimo sistema político peninsular posterior a la II guerra que (a) Mastella llegase a la cartera de justicias, pese a sus antecedentes, y (b) que lo impulsara un minúsculo partido de centro. La Udeur, en efecto, está orgullosa de haber derribado un gabinete y se apresta a negociar cargos con Berlusconi, a quien nunca lo molestaron socios corruptos.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades