<p>“La antigua ruta de la seda pasa por Teherán, Kabul, Islamabad… y Beijing. ¿Lo sabrá el equipo de Barack Obama?”, inquiere el analista geopolítico Parag Khanna. A su criterio, el nuevo “gran juego” involucra el sudoeste, el sur y el centro de Asia.</p>
<p>Como indican los viajes del general David Petraeus –comandante regional- y el almirante Michael Mullen (estado mayor conjunto), hay un “continuo” no muy diferente al modelo del siglo XIX. Recientes contactos formales y reservados (Munich) del vicepresidente Joseph Biden y Richard Holbrooke, otrora negociador en los Balcanes, dibujan el mismo mapa.</p>
<p>Pero, sostiene Khanna (New American Foundation), “funcionarios y parlamentarios estadounidenses que frecuentan Afganistán o Pakistán debieran ocuparse de China e Irán. No parece que Washington entienda cabalmente una dinámica que, en el centro y el sur del continente, es anterior a los ataques contra el Pentágono y Manhattan, septiembre de 2001”.</p>
<p>El caso de Pakistán es ilustrativo. Si los 30.000 efectivos adicionales que Estados Unidos desplegará en el sur y el este afganos lograsen hacer retroceder a la alianza talibán-al Qa’eda, “éstos marcharían a sus reductos en el país vecino, o sea la provincia del noroeste y el separatista Baluchistán. Eso desestabilizaría aun más a Pakistán”. </p>
<p>En esa misma zona, los chinos han rearmado con fusiles AK-17 a las milicias tribales lashkar, pero éstas no podrían detener a los talibán. Entretanto, “el ejército pakistaní se muestra menos sensible a seguridad de los norteamericanos. Por eso, arrecian ataques rebeldes contra convoyes de la OTAN entre Peshawar y el paso de Jaiber”. </p>
<p>En ese tablero, China, Saudiarabia, Turquía e Irán cobran mayor relevancia. Si Washington sigue ignorando o subestimando las maniobras de esos “terceros en discordia”, se frustrarán los mejores esfuerzos diplomáticos de Holbrooke. “Beijing es una clave decisiva –apunta Khanna-, como el máximo inversor en Afganistán, donde tiende rutas hacia Gwadar (costa índica de Pakistán), Aynak –enorme complejo minero al sur de Kabul) y Teherán”.</p>
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<p>Todo muestra que EE.UU. y la OTAN no pueden encarar solos el problema Afganistán-Pakistán. “Algunos observadores sugieren esquemas regionales como el aplicado en el sudeste asiático, pero partiendo de fuerzas armadas conjuntas (Kabul, Islamabad). Eso ha propuesto Abdul Rahim Wardak, ministro afgano de defensa pero ¿será factible con Pakistán en perpetua crisis castrense?” <br />
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Vuelve el gran juego afgano, pero con China en el tablero
“La antigua ruta de la seda pasa por Teherán, Kabul, Islamabad… y Beijing. ¿Lo sabrá el equipo de Barack Obama?”, inquiere el analista geopolítico Parag Khanna. A su criterio, el nuevo “gran juego” involucra el sudoeste, el sur y el centro de Asia.