Vuelve el gran juego afgano, pero con China en el tablero

“La antigua ruta de la seda pasa por Teherán, Kabul, Islamabad… y Beijing. ¿Lo sabrá el equipo de Barack Obama?”, inquiere el analista geopolítico Parag Khanna. A su criterio, el nuevo “gran juego” involucra el sudoeste, el sur y el centro de Asia.

10 febrero, 2009

<p>&ldquo;La antigua ruta de la seda pasa por Teher&aacute;n, Kabul, Islamabad&hellip; y Beijing. &iquest;Lo sabr&aacute; el equipo de Barack Obama?&rdquo;, inquiere el analista geopol&iacute;tico Parag Khanna. A su criterio, el nuevo &ldquo;gran juego&rdquo; involucra el sudoeste, el sur y el centro de Asia.</p>
<p>Como indican los viajes del general David Petraeus &ndash;comandante regional- y el almirante Michael Mullen (estado mayor conjunto), hay un &ldquo;continuo&rdquo; no muy diferente al modelo del siglo XIX. Recientes contactos formales y reservados (Munich) del vicepresidente Joseph Biden y Richard Holbrooke, otrora negociador en los Balcanes, dibujan el mismo mapa.</p>
<p>Pero, sostiene Khanna (New American Foundation), &ldquo;funcionarios y parlamentarios estadounidenses que frecuentan Afganist&aacute;n o Pakist&aacute;n debieran ocuparse de China e Ir&aacute;n. No parece que Washington entienda cabalmente una din&aacute;mica que, en el centro y el sur del continente, es anterior a los ataques contra el Pent&aacute;gono y Manhattan, septiembre de 2001&rdquo;.</p>
<p>El caso de Pakist&aacute;n es ilustrativo. Si los 30.000 efectivos adicionales que Estados Unidos desplegar&aacute; en el sur y el este afganos lograsen hacer retroceder a la alianza talib&aacute;n-al Qa&rsquo;eda, &ldquo;&eacute;stos marchar&iacute;an a sus reductos en el pa&iacute;s vecino, o sea la provincia del noroeste y el separatista Baluchist&aacute;n. Eso desestabilizar&iacute;a aun m&aacute;s a Pakist&aacute;n&rdquo;. </p>
<p>En esa misma zona, los chinos han rearmado con fusiles AK-17 a las milicias tribales lashkar, pero &eacute;stas no podr&iacute;an detener a los talib&aacute;n. Entretanto, &ldquo;el ej&eacute;rcito pakistan&iacute; se muestra menos sensible a seguridad de los norteamericanos. Por eso, arrecian ataques rebeldes contra convoyes de la OTAN entre Peshawar y el paso de Jaiber&rdquo;. </p>
<p>En ese tablero, China, Saudiarabia, Turqu&iacute;a e Ir&aacute;n cobran mayor relevancia. Si Washington sigue ignorando o subestimando las maniobras de esos &ldquo;terceros en discordia&rdquo;, se frustrar&aacute;n los mejores esfuerzos diplom&aacute;ticos de Holbrooke. &ldquo;Beijing es una clave decisiva &ndash;apunta Khanna-, como el m&aacute;ximo inversor en Afganist&aacute;n, donde tiende rutas hacia Gwadar (costa &iacute;ndica de Pakist&aacute;n), Aynak &ndash;enorme complejo minero al sur de Kabul) y Teher&aacute;n&rdquo;.</p>
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<p>Todo muestra que EE.UU. y la OTAN no pueden encarar solos el problema Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n. &ldquo;Algunos observadores sugieren esquemas regionales como el aplicado en el sudeste asi&aacute;tico, pero partiendo de fuerzas armadas conjuntas (Kabul, Islamabad). Eso ha propuesto Abdul Rahim Wardak, ministro afgano de defensa pero &iquest;ser&aacute; factible con Pakist&aacute;n en perpetua crisis castrense?&rdquo; <br />
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