<p>En realidad, el Europarlamento de Estrasburgo y varios locales va llenándose de extremistas estilo frente nacional de Francia (Jean-Marie Le Pen). La gama incluye los partidos Nacional (Nicholas Griffin) e Independentista (Jeffrey Titford), ambos británicos, Libertario (Geert Wilders, holandés), Alianza flamenca (Bert de Wever, Bélgica), Frente libertario y Alianza para el futuro (Heinz-Christian Strache, Josef Bücher, Austria), Popular (Dinamarca, Pia Kjärsgaard), Soberanía checa (Jana Bobosiková), Nacionalista eslovaco (Ján Slota), Jobbik (Hungría, Gábor Vona), gran Rumania (Corneliu Vadim Tudor) y Ataka (Bulgaria, Volen Síderov).<br />
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Sin duda, Suecia es un premio mayor para los ultra y su aporte es clave en un espectro europeo “por momentos circense, por momentos oportunista, pero siempre alarmante. En varios países de Occidente, Estados Unidos entre ellos, la clave del voto se cifra en el miedo y la discriminación”, señala el politicólogo francés Dominique Moïsi (Instituto francés de relaciones internacionales). A su criterio, “asoma un choque dentro de la civilización totalmente distinto al imaginado por Samuel Huntington”.<br />
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El golpe sueco es innegable: los xenófobos de Akesson saltan de cero a 5% (veinte bancas), los conservadores de Fredrik Reinfeldt bajan a 47% (170 bancas) y la alianza rojiverde de Monika Sahlin queda segunda con 43% (155 bancas). En números, existe una potencial bancada derechista con 52% de escaños parlamentarios.<br />
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Tanto en Estocolmo como en Estrasburgo, algunos observadores creen prematuro perder la cabeza pero, en escala UE, socialdemócratas e izquierdistas afrontan una onda continental nada tranquilizadora. El lenguaje apocalíptico del apacible Akesson los alarma. Por ejemplo, llama a abroquelarse y defenderse de “la violencia musulmana”, como el alemán Thilo Sarrazin.<br />
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El adalid del partido Democracia sueca pide “solidaridad continental para salir a la caza de inmigrantes extracomunitarios que no acepten la asimilación cultural”, tomando ideas de Josef Göbbels y Alfred Rosenberg. El ejemplo de Akkeson y su correligionaria danesa, Kjärsgaard, influye sobre Finlandia, Estonia y Letonia. En ésta, la fuerte minoría de lengua rusa (30%) desvela a un pequeño país, hoy en virtual cese de pagos.<br />
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También en Suecia la extrema derecha llega al Parlamento
Basta de decirnos racistas sólo porque admitimos la verdad: en este país ya no hay lugar para extranjeros sostuvo Jimmie Akesson (31 años), jefe de un partido ultraderechista irónicamente llamado democracia sueca. No está solo en la Unión Europea.