Stiglitz y el grupo Fénix censuran la ortodoxia del FMI

Joseph Stiglitz, Nóbel económico 2001, reprochó a Brasil “aplicar una política de altas tasas indicada por el FMI”. Tampoco aprobó planteos del Fondo respecto de la deuda. Similar diagnóstico formulaba en Buenos Aires el grupo Fénix.

30 agosto, 2003

“La inflación no es única variable que debe considerarse en política monetaria. El presidente Lula (Luiz Inácio de Silva) debe optar por variables consistentes con necesidades, condiciones y estructura de la economía real”. El ex funcionario del Banco Mundial, de visita en San Pablo, participaba de un debate sobre inflación.

Aludiendo a Brasil y Argentina, Stiglitz subrayó que “el Sistema de Reserva Federal, en Estados Unidos, tiene en cuenta inflación, empleo, consumo y sectores de la economía física, antes de adoptar decisiones sobre tasas referenciales. Aquí la autoridad monetaria sólo piensa en inflación, por influencia del Fondo, y no parece preocuparle la recesión. No obstante, hoy ni siquiera esa entidad cree que, con 22% anual de tipo básico, sea posible crecer”.

Sin detenerse mucho en el punto, el economista señaló que “la política monetaria en Argentina parece menos rígida y, por ende, las tasas allá son menos extremas. El problema es, en todo caso, la renegociación de la deuda y las presiones de los fondos buitres”.

Casi al mismo, en Buenos Aires cerraba el año académico el grupo Fénix. Tanto en ese acto como, luego, en una exposición organizada por la Masonería Argentina, Aldo Ferrer subrayaba: “el acuerdo con el FMI es conveniente, pero no imprescindible”. El principal referente del grupo relativizó la urgencia en firmar con el Fondo y señaló que “quien negocia no puede sentarse ante la otra parte con la idea de que precisa un acuerdo, sí o sí”.

En ese plano, Ferrer coincide con Stiglitz y Roberto Lavagna, ministro de Economía. No, claro, con los analistas financieros y gurúes de mercado que, pocos antes, se juntaban en Fiel para decir lo contrario.

Durante el acto en la UBA, Benjamín Hopenhayn –otro miembro del Fénix- cuestionó que Argentina comprometa un superávit primario de 3%, “en aras del acuerdo con el Fondo”. Tanto Hopenhayn como Stiglitz, de paso, recordaron que (a) la Eurozona tiene problemas para mantener el déficit fiscal a menos de 2,5% del producto bruto y (b) el rojo norteamericano supera ya 6% del PBI.

“La inflación no es única variable que debe considerarse en política monetaria. El presidente Lula (Luiz Inácio de Silva) debe optar por variables consistentes con necesidades, condiciones y estructura de la economía real”. El ex funcionario del Banco Mundial, de visita en San Pablo, participaba de un debate sobre inflación.

Aludiendo a Brasil y Argentina, Stiglitz subrayó que “el Sistema de Reserva Federal, en Estados Unidos, tiene en cuenta inflación, empleo, consumo y sectores de la economía física, antes de adoptar decisiones sobre tasas referenciales. Aquí la autoridad monetaria sólo piensa en inflación, por influencia del Fondo, y no parece preocuparle la recesión. No obstante, hoy ni siquiera esa entidad cree que, con 22% anual de tipo básico, sea posible crecer”.

Sin detenerse mucho en el punto, el economista señaló que “la política monetaria en Argentina parece menos rígida y, por ende, las tasas allá son menos extremas. El problema es, en todo caso, la renegociación de la deuda y las presiones de los fondos buitres”.

Casi al mismo, en Buenos Aires cerraba el año académico el grupo Fénix. Tanto en ese acto como, luego, en una exposición organizada por la Masonería Argentina, Aldo Ferrer subrayaba: “el acuerdo con el FMI es conveniente, pero no imprescindible”. El principal referente del grupo relativizó la urgencia en firmar con el Fondo y señaló que “quien negocia no puede sentarse ante la otra parte con la idea de que precisa un acuerdo, sí o sí”.

En ese plano, Ferrer coincide con Stiglitz y Roberto Lavagna, ministro de Economía. No, claro, con los analistas financieros y gurúes de mercado que, pocos antes, se juntaban en Fiel para decir lo contrario.

Durante el acto en la UBA, Benjamín Hopenhayn –otro miembro del Fénix- cuestionó que Argentina comprometa un superávit primario de 3%, “en aras del acuerdo con el Fondo”. Tanto Hopenhayn como Stiglitz, de paso, recordaron que (a) la Eurozona tiene problemas para mantener el déficit fiscal a menos de 2,5% del producto bruto y (b) el rojo norteamericano supera ya 6% del PBI.

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