Sismólogos que no dieron alarma de maremoto a tiempo

Al parecer, los norteamericanos detectaron la erupción submarina en el Índico dos horas antes de desencadenarse el maremoto consiguiente. Así afirma un centro de investigaciones geológicas de la Unión Europea, ubicado en Italia.

13 enero, 2005

En Estados Unidos “se registró un terremoto bajo el mar, cerca de Sumatra, entre 0.20 y 2 de la madrugada. O sea, con tiempo suficiente para advertir a India (por las Andamán y Nicobar), Sri Lanka y las Maldivas”. Eso sostiene un informe divulgado por el Centro Común de Investigaciones Geológicas de la UE.

En realidad, era resumen de un extenso trabajo, incluyendo gráficas sismológicas, que describe dos cronologías paralelas, la occidental y la oriental. “Dos mundos que permanecieron desconectados, pese a satélites, Internet y otras redes de comunicación al instante”. Naturalmente, esto –junto con la intransigencia de los militares indonesios frente a las tareas de salvamento a cargo de extranjeros- enturbia el clima casi romántico creado en torno a los fondos para asistencia inmediata obtenidos por la ONU (US$750 millones, sobre un total de 1.000 solicitados).

Momentos después de detectarse el sismo desde el norte de Italia, los datos llegaban a dos centros estadounidenses: el US Geological Survey (California) y el Pacific Warning (Hawaii). Pero, cuando por fin se procesó la información, hacía 12 minutos que el maremoto asolaba Indonesia.

De acuerdo con la síntesis publicada el jueves por Corriere della sera, el resto de la inmensa cuenca, que incluye del golfo de Bengala, seguía intacto. Pero –salvo los nativos de Andamán y Nicobar, que habían “olido” el maremoto- todos estaban muy lejos de sospechar lo que les iba encima. Pasaron varios minutos, pues, antes de que Hawaii produjera un curioso boletín: “Hubo un sismo en el Índico, pero sin riesgos de maremoto –tidal waves– en el Pacífico”.

Un texto surreal, grotesco. Diez minutos más tarde, el US Geological Survey declara la alarma. Pero el personal de turno (eran las 3 am) se limitó a “notificar a un grupo de científicos y funcionarios norteamericanos”. Al rato, deciden transmitir la alarma a Australia. La información da la vuelta al planeta, pero no toca India, Bangladesh, Sri Lanka ni Maldivas “por insuficiencia de comunicaciones”. ¿Para que servirán, entonces, Internet y la banda ancha? Al cabo, cuando los datos rebotan en el centro en Italia y se retransmiten al sudeste asiático, la catástrofe había arrasado con todo. En particular, vidas.

En Estados Unidos “se registró un terremoto bajo el mar, cerca de Sumatra, entre 0.20 y 2 de la madrugada. O sea, con tiempo suficiente para advertir a India (por las Andamán y Nicobar), Sri Lanka y las Maldivas”. Eso sostiene un informe divulgado por el Centro Común de Investigaciones Geológicas de la UE.

En realidad, era resumen de un extenso trabajo, incluyendo gráficas sismológicas, que describe dos cronologías paralelas, la occidental y la oriental. “Dos mundos que permanecieron desconectados, pese a satélites, Internet y otras redes de comunicación al instante”. Naturalmente, esto –junto con la intransigencia de los militares indonesios frente a las tareas de salvamento a cargo de extranjeros- enturbia el clima casi romántico creado en torno a los fondos para asistencia inmediata obtenidos por la ONU (US$750 millones, sobre un total de 1.000 solicitados).

Momentos después de detectarse el sismo desde el norte de Italia, los datos llegaban a dos centros estadounidenses: el US Geological Survey (California) y el Pacific Warning (Hawaii). Pero, cuando por fin se procesó la información, hacía 12 minutos que el maremoto asolaba Indonesia.

De acuerdo con la síntesis publicada el jueves por Corriere della sera, el resto de la inmensa cuenca, que incluye del golfo de Bengala, seguía intacto. Pero –salvo los nativos de Andamán y Nicobar, que habían “olido” el maremoto- todos estaban muy lejos de sospechar lo que les iba encima. Pasaron varios minutos, pues, antes de que Hawaii produjera un curioso boletín: “Hubo un sismo en el Índico, pero sin riesgos de maremoto –tidal waves– en el Pacífico”.

Un texto surreal, grotesco. Diez minutos más tarde, el US Geological Survey declara la alarma. Pero el personal de turno (eran las 3 am) se limitó a “notificar a un grupo de científicos y funcionarios norteamericanos”. Al rato, deciden transmitir la alarma a Australia. La información da la vuelta al planeta, pero no toca India, Bangladesh, Sri Lanka ni Maldivas “por insuficiencia de comunicaciones”. ¿Para que servirán, entonces, Internet y la banda ancha? Al cabo, cuando los datos rebotan en el centro en Italia y se retransmiten al sudeste asiático, la catástrofe había arrasado con todo. En particular, vidas.

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