Rusia: Putin afianza su poder

Consiguió renovar su mandato por cuatro años y, aunque es acusado de imponer una "democracia dirigida", dijo que fortalecerá el pluralismo político y asegurará la libertad de los medios de información.

15 marzo, 2004

Su crítico más duro fue Borís Berezovski, el hombre que en otros tiempos lo ayudó a llegar al poder y ahora, despojado de buena parte de su imperio mediático y asilado en Londres, se convirtió en su enemigo.
“El 14 de marzo de 2004 en Rusia ha concluido la etapa de diez años de evolución democrática iniciada por Mijaíl Gorbachov y llevada a la práctica por Borís Yeltsin”, señaló el magnate en una carta abierta publicada en el diario “Kommersant”.
Y agregó que “en los cuatro años de la presidencia de Putin han sido destruidas todas las instituciones democráticas: el Parlamento y la Justicia independientes, las regiones independientes, los medios de información independientes del poder, la libre empresa independiente de los funcionarios y, por último, la elección libre del líder de la nación”.

Por su parte, Andréi Piontkovski, director del Centro de Análisis y Estrategia, opinó que Putin proseguirá su proyecto de convertir a Rusia en una sociedad postindustrial, duplicar el PBI y acabar con la dependencia del país de la exportación del petróleo y gas.
Pero agregó que “se equivoca cuando intenta realizar esa modernización con métodos autoritarios, mediante la ´democracia dirigida´ y un duro control de los medios de información”.
Y añadió que ese modelo “es malo para Rusia, pues ahondará el estancamiento y perpetuará lo que queda de capitalismo oligárquico, la corrupción y la fusión del poder con la burocracia”.

Tanto Piontkovski como el politólogo Mark Urnov no descartaron que Putin ceda a la tentación de remodelar la Constitución para prolongar su mandato (debate conocido para la Argentina).

Los resultados electorales finales dieron a Putin 71,2% de los votos. En segundo lugar se situó el comunista Nikolái Jaritónov, con 13,7%, seguido por el nacionalista de izquierda Serguéi Gláziev, quien obtuvo 4,1%.
En tanto, la liberal Irina Jakamada se quedó con el 3,9%; el ultranacionalista Oleg Malyshkin, con el 2%, y el presidente del Senado, Serguéi Mirónov, con el 0,8%.
La opción “Contra todos”, prevista en la legislación rusa para el desahogo de los descontentos, fue votada por 3,5% de los ciudadanos que acudieron a las urnas.

La participación en la jornada electoral fue de 64,3% (de un censo de casi 110 millones de ciudadanos), algo menor que en las presidenciales de 2000 (68,7%), pero ocho puntos más alta que en las parlamentarias de diciembre pasado.

Los candidatos de la oposición denunciaron graves irregularidades en los comicios y acusaron al Kremlin de movilizar toda la maquinaria del Estado al servicio de Putin y manipular los medios de prensa.
Observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa lamentaron la desigualdad de condiciones de los candidatos y el favoritismo de los medios con Putin.

Putin, tras conocerse su victoria, se felicitó por haber cosechado más apoyo que hace cuatro años, cuando consiguió 52,9% de los votos, y dijo que este reconocimiento a su labor en su primer mandato le “infunde seguridad” para el segundo.
El número uno del Kremlin prometió mejorar el nivel de vida de la población, modernizar el Ejército, combatir la burocracia y la corrupción y mantener unas relaciones “estables” con el mercado.
En política exterior, el objetivo de Moscú, dijo, “no consiste en manifestar ambiciones de tipo imperial, sino en garantizar unas condiciones exteriores favorables para el desarrollo de Rusia”.

Su crítico más duro fue Borís Berezovski, el hombre que en otros tiempos lo ayudó a llegar al poder y ahora, despojado de buena parte de su imperio mediático y asilado en Londres, se convirtió en su enemigo.
“El 14 de marzo de 2004 en Rusia ha concluido la etapa de diez años de evolución democrática iniciada por Mijaíl Gorbachov y llevada a la práctica por Borís Yeltsin”, señaló el magnate en una carta abierta publicada en el diario “Kommersant”.
Y agregó que “en los cuatro años de la presidencia de Putin han sido destruidas todas las instituciones democráticas: el Parlamento y la Justicia independientes, las regiones independientes, los medios de información independientes del poder, la libre empresa independiente de los funcionarios y, por último, la elección libre del líder de la nación”.

Por su parte, Andréi Piontkovski, director del Centro de Análisis y Estrategia, opinó que Putin proseguirá su proyecto de convertir a Rusia en una sociedad postindustrial, duplicar el PBI y acabar con la dependencia del país de la exportación del petróleo y gas.
Pero agregó que “se equivoca cuando intenta realizar esa modernización con métodos autoritarios, mediante la ´democracia dirigida´ y un duro control de los medios de información”.
Y añadió que ese modelo “es malo para Rusia, pues ahondará el estancamiento y perpetuará lo que queda de capitalismo oligárquico, la corrupción y la fusión del poder con la burocracia”.

Tanto Piontkovski como el politólogo Mark Urnov no descartaron que Putin ceda a la tentación de remodelar la Constitución para prolongar su mandato (debate conocido para la Argentina).

Los resultados electorales finales dieron a Putin 71,2% de los votos. En segundo lugar se situó el comunista Nikolái Jaritónov, con 13,7%, seguido por el nacionalista de izquierda Serguéi Gláziev, quien obtuvo 4,1%.
En tanto, la liberal Irina Jakamada se quedó con el 3,9%; el ultranacionalista Oleg Malyshkin, con el 2%, y el presidente del Senado, Serguéi Mirónov, con el 0,8%.
La opción “Contra todos”, prevista en la legislación rusa para el desahogo de los descontentos, fue votada por 3,5% de los ciudadanos que acudieron a las urnas.

La participación en la jornada electoral fue de 64,3% (de un censo de casi 110 millones de ciudadanos), algo menor que en las presidenciales de 2000 (68,7%), pero ocho puntos más alta que en las parlamentarias de diciembre pasado.

Los candidatos de la oposición denunciaron graves irregularidades en los comicios y acusaron al Kremlin de movilizar toda la maquinaria del Estado al servicio de Putin y manipular los medios de prensa.
Observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa lamentaron la desigualdad de condiciones de los candidatos y el favoritismo de los medios con Putin.

Putin, tras conocerse su victoria, se felicitó por haber cosechado más apoyo que hace cuatro años, cuando consiguió 52,9% de los votos, y dijo que este reconocimiento a su labor en su primer mandato le “infunde seguridad” para el segundo.
El número uno del Kremlin prometió mejorar el nivel de vida de la población, modernizar el Ejército, combatir la burocracia y la corrupción y mantener unas relaciones “estables” con el mercado.
En política exterior, el objetivo de Moscú, dijo, “no consiste en manifestar ambiciones de tipo imperial, sino en garantizar unas condiciones exteriores favorables para el desarrollo de Rusia”.

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