Esa es la evolución de salarios y jubilaciones frente a una inflación creciente, según el Economic GPS de PwC Argentina. Durante el primer semestre del año, los salarios medidos por el INDEC a través de su índice general, mostraron en términos reales una recuperación de un 1,1% respecto de igual período de 2021. Sin embargo, el comportamiento entre los sectores registrados (público y privado) y los no registrados fue desigual.
El sector privado registrado evidenció un alza de 1,6% en el período mencionado mientras que en el sector público fue de 5,25%. Asimismo, a nivel sectorial, el Ministerio de Trabajo brinda información de la remuneración promedio de los trabajadores registrados del sector privado según rama de actividad y es posible observar que en el promedio enero/junio de 2022, doce de los catorce sectores relevados registraron crecimiento interanual en términos reales.
Las excepciones fueron pesca y suministro de electricidad, gas y agua. En sentido inverso el sector privado no registrado mostró un descenso real de 6,3%. Este hecho no es menor si se considera que, de acuerdo con la EPH publicada por el INDEC, el 37,8% de los trabajadores asalariados no realiza aportes; es decir, forma parte de la economía informal cuyo ingreso se ha venido deteriorando fuertemente.
A priori, y con excepción de aquellos trabajadores no formales, durante el primer semestre del año los salarios fueron recuperando posición respecto de la inflación, la cual corría en promedio por debajo del 6% mensual. Este hecho, sumado al comportamiento de cantidades, donde el desempleo no aumentó, habría explicado el alza en el consumo durante el primer y segundo trimestre de 2022, 10,9% y 10,7% interanual. Esto favorecido por el hecho de que durante esos seis meses la tasa de interés real fue negativa, desalentando el ahorro y favoreciendo el consumo de bienes y servicios como forma de protegerse de la inflación.
Esta foto de los ingresos del mercado laboral, empero, no es tan auspiciosa si se observa la película completa. En primer lugar, si se considera la evolución de los salarios en términos reales desde el inicio de la serie, en octubre 2016, la misma revela que luego de haber alcanzado su máximo en 2017, ha comenzado un sendero decreciente y que actualmente se encuentra en el piso de la serie.
Situación similar ocurre para los ingresos según sector. Si bien, muchos han recuperado poder adquisitivo respecto de 2021, en varios casos no han vuelto a los valores respecto de 2020 y menos aún en relación con los tres años anteriores
Pero este sendero de crecimiento se ha complicado a partir de julio del corriente año. Los cambios en el Ministerio de Economía durante el mes de julio aceleraron la incertidumbre y la desconfianza, impulsando al alza los tipos de cambio financieros y llevando el riesgo país a niveles récord. sociales y personales.
Durante julio los tipos de cambio financieros subieron en torno al 30%, llevando la brecha en muchos momentos del mes por encima del 140% y alcanzando un promedio cercano al 125%. La llegada del actual ministro en la
última semana de julio, evitó que los dólares financieros continuaran con su raid al alza, pero no logró que se retrotrajeran a los niveles de junio. Por su parte, el riesgo país llegó a superar los 2.900 puntos básicos, el valor más alto desde la reestructuración de la deuda en 2020.
El correlato de todo ello fue el salto de la inflación: 7,4% en julio (récord mensual desde 1992), 6,9% en agosto, 6,2% en septiembre y 6,3% en octubre. Ello da un promedio de 6,7%, lo cual estaría llevando a la inflación anual a niveles de tres dígitos al cierre del año.
Frente a este escenario, los datos disponibles dan cuenta de un nuevo deterioro de los ingresos y el fin de la tendencia a la recuperación real que se había evidenciado durante el primer semestre del año. El RIPTE (remuneración imponible promedio de los trabajadores estables a nivel nacional) da cuenta de una baja creciente en términos reales interanuales en el tercer trimestre del año. Luego de haber avanzado en el período enero-junio, en julio cayó 1,4%, en agosto 3,5% y por otro lado, el restante 20% de los jubilados que cobran por encima de dos mínimas solo han tenido el aumento formal, bastante menor a la inflación.
Si se tiene en cuenta que las tarifas han empezado a ajustar a partir de octubre, el BCRA ha venido acelerando el ritmo del crowling peg y a estos niveles la inercia que trae actualmente el crecimiento de los precios se acentuará, no es posible esperar que los niveles de inflación comiencen a descender, al menos sin un plan de shock y en el corto plazo.
Frente a este panorama, la actual tendencia de los ingresos tanto de las personas activas como pasivas se deteriorará aún más, siendo probable que con ello se empiece a evidenciar una desaceleración del consumo que traerá aparejado un retroceso de la actividad. Pero la pérdida de poder adquisitivo no se limita solo a los trabajadores activos, sino que también está afectando a los pasivos. El hecho de que la ley de movilidad jubilatoria no incluya en su fórmula la evolución de la inflación -toda vez que ésta se acelera- hace que las jubilaciones y pensiones pierdan poder de compra.
En la Argentina, aproximadamente el 63% de los beneficiarios del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino) cobra la mínima y alrededor del 20% cobra entre una y dos mínimas. Con excepción de los meses desde diciembre 2021 a abril 2022, las jubilaciones han crecido en términos interanuales por debajo de la inflación, siendo la tendencia en los últimos meses de un desvío creciente.
Si bien frente a esto el Gobierno ha otorgado un bono a las jubilaciones mínimas, de $7.000 en septiembre, octubre y noviembre (que irá decreciendo hasta los $ 4000 para aquellos que cobren entre una y dos jubilaciones mínimas), y de $10.000 en diciembre-enero/febrero (e irá descendiendo de forma proporcional hasta los $7.000 mensuales para quienes perciban hasta 2 haberes mínimos), los ingresos de estos jubilados y pensionados le habrían empatado o ganado levemente a la inflación solo si se contabiliza dicho bono. Es por ello que, de no permanecer el bono en los meses subsiguientes, volverán a estar muy por debajo de la variación de los precios.