Durante las reuniones del Foro Mundial en Davos varias organizaciones multilaterales advirtieron sobre lo que podría convertirse en la peor emergencia alimentaria en décadas.
La guerra en Ucrania paralizó la exportación de materias primas agrícolas de ese país y eso se produce además del deterioro en la seguridad de alimentos causado por la pandemia y las sequías.
Desde la invasión los precios del trigo y del maíz aumentaron 41% y 21% respectivamente porque Rusia y Ucrania juntas representan casi 30% de las exportaciones globales de trigo y ambos países tienen también una gran cuota en el mercado de exportación de maíz y girasol.
El conflicto causó también un gran aumento en los precios de la energía, lo que aumentó en algunos países la dependencia de biocombustibles, que se hacen con granos y oleaginosas para contener los aumentos de precios de la nafta y el gasoil. En Europa y otras partes los altísimos precios del gas natural, ingrediente básico para los fertilizantes, se suman a las presiones de precios en los mercados agrícolas.
Por eso muchos sugieren que no habría que permitir que la crisis energética provoque una catástrofe de hambre en l mundo; sugieren entonces debilitar la conexión entre energía y alimentación.
La producción de biocombustibles usa cerca de 4% de la tierra cultivable del mundo, lo que corresponde a 32% de la producción mundial de azúcar, 12% de la de maíz y 15% de aceites vegetales. Son muy intercambiables los granos que se cultivan para biocombustibles, forraje para animales y alimentos, aunque no sean perfectos sustitutos unos de otros. Una reducción de 50% en la cantidad de grano usado para biocombustibles en Europa y Estados Unidos – dos grandes productores de biocombustibles – compensaría todas las exportaciones perdidas de los granos ucranianos: trigo, maíz, centeno y cebada, según el World Resources Institute.
La mayor demanda de biocombustibles fue el mayor responsable de la crisis alimentaria de 2007-2008, junto con shocks en el comercio de alimentos y el alza del precio del petróleo que aumentaron los costos de producir cereales. Esas condiciones también están presentes en la crisis actual. Si persisten los altos precios en los alimentos se podrían liberar fuentes alternativas de alimentos aflojando las exigencias de biocombustibles.