<p>Ahora, el ex presidente de la Reserva Federal (1975/87) admite que habría deseado “una separación más neta entre bancas de inversión que operan con capitales ajenos y bancos comerciales de corte tradicional”. Pero, allí donde no alcanza la ley Dodd “llega la mano invisible del mercado”.<br />
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En otras palabras, los inversores parecen de acuerdo con Volcker: evalúan los ingresos de los bancos convencionales mejor que los de las bancas que especulan con fondos de terceros. ¿Por qué? Porque la crisis sistémica de 2006/09 y dos billones en rescates de activos tóxicos han creado desconfianza en el costado más volátil del negocio.<br />
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Especialmente, si se trata de instrumentos derivativos y sus contratos derivados. Por ejemplo, la cuestionada Goldman Sachs –al promediar este año obtenía 74% de sus entradas vía el rubro “intermediación e inversiones principales” (<em>trading & principal investments</em>”)- mostraba una relación precio-utilidad de 7,8%. Morgan Stanley (“apenas” 54% de ingresos) tiene una relación de 11,3%.<br />
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Por su parte, el banco comercial JPMorgan Chase alcanza casi 12% en la misma relación. Este cuadro no se limita a Wall Street y llega a Londres, una plaza menos regulada o más “salvaje” en términos especulativos. Ahí, Barclay’s –muy involucrada en ”<em>trading</em>- es castigada por el mercado en mayor medida que la conservadora Hongkong & Shanghai Banking Corporation (HSBC). <br />
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Paul Volcker alberga dudas sobre su muy debatida regla
El principal asesor económico de Barack Obama ha dejado trascender ciertos resquemores acerca de una norma incorporada ya a la reforma financiera más drástica desde los años 30. Curiosamnete, la ley no se llama Volcker sino (Christopher) Dodd.