jueves, 26 de diciembre de 2024

Nueva imagen del FMI

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Los actores que se encontraron en Washington en la asamblea del Fondo Monetario y del Banco Mundial llegaron a un mismo resultado: profundizar los antagonismos entre pasado y futuro del FMI.

La burocracia del organismo, encabezada por su renunciante director gerente, el español Rodrigo Rato, reforzó sus tradicionales posturas ortodoxas. En tanto, el próximo titular del Fondo, el francés Dominique Strauss Khan, reafirmó su postura de relegitimar al FMI a partir de la introducción de cambios en sus comportamientos. A su vez, como en ninguna otra asamblea pasada, los países denominados “emergentes” y hasta Estados Unidos despacharon sus críticas.

El FMI debe sobrevivir, consensuaron los presentes. Para ello, nada mejor que renovar los créditos completos. Es decir, reforzar la idea de que el Fondo no será el mismo a partir del 1 de noviembre, cuando el español Rato sea reemplazado por el “heterodoxo” francés Strauss Khan.

Este fue una de los objetivos con los que viajó la misión argentina a la capital estadounidense. El cambio de aire en el organismo encaja perfectamente con las necesidades del gobierno. La Administración Kirchner busca refinanciar la deuda pendiente con el Club de París por 6.200 millones de dólares. Para ello, precisa, de uno u otro modo, todavía a definir, de la complacencia de los directivos y accionistas del FMI. Un acuerdo del tipo que sea con este organismo, bajaría fuertemente el capital político de un posible futuro gobierno de su esposa Cristina Fernández. Pero si el arreglo se cerrara con un FMI distinto al que el gobierno caracterizó como uno de los máximos responsables de la debacle nacional, el impacto político no sería tan fuerte.

Esta “ruptura” quedó reforzada con la postura adoptada por el ministro de Economía, Miguel Peirano, y el titular del Banco Central, Martín Redrado, que respondieron vehementemente todas y cada una de las críticas que impartieron los “soldados” del FMI: disminuir el gasto público, aumentar las tasas de interés, atacar la inflación, entre las más conocidas. Peirano contraatacó: las ligó a “las lógicas de ajuste” y “recetas que llevaron en el pasado a años de estancamiento”; a la vez que calificó de “inconsciente” y “limitadas” las propuestas del Fondo.

La misión argentina buscaba un nuevo “guiño” del futuro director del FMI. El primero lo había obtenido un mes atrás, cuando el francés viajó al país en campaña proselitista. El segundo lo obtuvo este domingo, cuando se volvieron a encontrar ambos funcionarios. Strauss Khan expresó su intención de lograr que países emergentes reconstruyan su relación con el organismo. Asimismo, se mostró nuevamente dispuesto a colaborar con la Argentina para alcanzar un acuerdo para la refinanciación de la deuda externa con el Club de París.

Aunque todos saben que las intenciones del francés están limitadas por las decisiones de los accionistas del organismo y representantes del G-7.

Aún así, desde Washington, Peirano expresó estar “muy satisfecho” por los resultados obtenidos. Pero no sólo por volver a escuchar palabras de compromiso del ex ministro socialista francés; sino porque también se consiguieron algunas promeses de reformas puntuales en la estructura de decisión del organismo.

El sábado, el Comité Internacional Monetario y Financiero (IMFC, en inglés) del FMI respaldó un aumento del 10 por ciento de las cuotas-parte de los países “emergentes”. El reclamo lo había hecho el mismo Peirano, como presidente temporario del G-24 (grupo del que participan Brasil, México, Venezuela, India, Sudáfrica, Egipto, Nigeria, Líbano y Pakistán, entre otros). Varios de estos países cancelaron sus deudas con el FMI; y ahora están en condiciones de exigir reformas y descargar críticas. Aunque no consiguieron que se discutiera el sistema de “doble mayoría”, una segunda instancia de decisión para temas importantes en que cada país tendría un voto.

Además de los cambios en el sistema de votación, exigen una nueva línea de crédito de acceso rápido (RAL, por sus siglas en inglés), con menos condiciones y “criterios de calificación objetivos”, aseguró Peirano.

Estas propuestas se enfrentan a las presentadas por el mismo organismo, que, como hace un año, sólo propiciaron el aumento del porcentaje de votos de algunos países emergentes, como México y Corea del Sur, reforma calificada entonces como “cambio cosmético” por los mismos representantes de los países emergentes.

Asimismo, Brasil y Argentina amenazaron reemplazar al organismo en América del Sur. Ambos países reflotaron conjuntamente las promesas del Banco del Sur, entidad que financiará proyectos productivos y de infraestructura a nivel regional. Los países del Mercosur, más Colombia, Ecuador y Bolivia, se reunirán el próximo 3 de noviembre en Caracas para firmar el acta fundacional.

La creación de una entidad crediticia regional no sería, sin embargo, una real amenaza para el organismo; sí lo sería, en cambio, la concreción de la promesa de un proyecto similar en Asia. Entonces, dicen, recién ahí comenzarían los cambios profundos que se reclaman al FMI.

La burocracia del organismo, encabezada por su renunciante director gerente, el español Rodrigo Rato, reforzó sus tradicionales posturas ortodoxas. En tanto, el próximo titular del Fondo, el francés Dominique Strauss Khan, reafirmó su postura de relegitimar al FMI a partir de la introducción de cambios en sus comportamientos. A su vez, como en ninguna otra asamblea pasada, los países denominados “emergentes” y hasta Estados Unidos despacharon sus críticas.

El FMI debe sobrevivir, consensuaron los presentes. Para ello, nada mejor que renovar los créditos completos. Es decir, reforzar la idea de que el Fondo no será el mismo a partir del 1 de noviembre, cuando el español Rato sea reemplazado por el “heterodoxo” francés Strauss Khan.

Este fue una de los objetivos con los que viajó la misión argentina a la capital estadounidense. El cambio de aire en el organismo encaja perfectamente con las necesidades del gobierno. La Administración Kirchner busca refinanciar la deuda pendiente con el Club de París por 6.200 millones de dólares. Para ello, precisa, de uno u otro modo, todavía a definir, de la complacencia de los directivos y accionistas del FMI. Un acuerdo del tipo que sea con este organismo, bajaría fuertemente el capital político de un posible futuro gobierno de su esposa Cristina Fernández. Pero si el arreglo se cerrara con un FMI distinto al que el gobierno caracterizó como uno de los máximos responsables de la debacle nacional, el impacto político no sería tan fuerte.

Esta “ruptura” quedó reforzada con la postura adoptada por el ministro de Economía, Miguel Peirano, y el titular del Banco Central, Martín Redrado, que respondieron vehementemente todas y cada una de las críticas que impartieron los “soldados” del FMI: disminuir el gasto público, aumentar las tasas de interés, atacar la inflación, entre las más conocidas. Peirano contraatacó: las ligó a “las lógicas de ajuste” y “recetas que llevaron en el pasado a años de estancamiento”; a la vez que calificó de “inconsciente” y “limitadas” las propuestas del Fondo.

La misión argentina buscaba un nuevo “guiño” del futuro director del FMI. El primero lo había obtenido un mes atrás, cuando el francés viajó al país en campaña proselitista. El segundo lo obtuvo este domingo, cuando se volvieron a encontrar ambos funcionarios. Strauss Khan expresó su intención de lograr que países emergentes reconstruyan su relación con el organismo. Asimismo, se mostró nuevamente dispuesto a colaborar con la Argentina para alcanzar un acuerdo para la refinanciación de la deuda externa con el Club de París.

Aunque todos saben que las intenciones del francés están limitadas por las decisiones de los accionistas del organismo y representantes del G-7.

Aún así, desde Washington, Peirano expresó estar “muy satisfecho” por los resultados obtenidos. Pero no sólo por volver a escuchar palabras de compromiso del ex ministro socialista francés; sino porque también se consiguieron algunas promeses de reformas puntuales en la estructura de decisión del organismo.

El sábado, el Comité Internacional Monetario y Financiero (IMFC, en inglés) del FMI respaldó un aumento del 10 por ciento de las cuotas-parte de los países “emergentes”. El reclamo lo había hecho el mismo Peirano, como presidente temporario del G-24 (grupo del que participan Brasil, México, Venezuela, India, Sudáfrica, Egipto, Nigeria, Líbano y Pakistán, entre otros). Varios de estos países cancelaron sus deudas con el FMI; y ahora están en condiciones de exigir reformas y descargar críticas. Aunque no consiguieron que se discutiera el sistema de “doble mayoría”, una segunda instancia de decisión para temas importantes en que cada país tendría un voto.

Además de los cambios en el sistema de votación, exigen una nueva línea de crédito de acceso rápido (RAL, por sus siglas en inglés), con menos condiciones y “criterios de calificación objetivos”, aseguró Peirano.

Estas propuestas se enfrentan a las presentadas por el mismo organismo, que, como hace un año, sólo propiciaron el aumento del porcentaje de votos de algunos países emergentes, como México y Corea del Sur, reforma calificada entonces como “cambio cosmético” por los mismos representantes de los países emergentes.

Asimismo, Brasil y Argentina amenazaron reemplazar al organismo en América del Sur. Ambos países reflotaron conjuntamente las promesas del Banco del Sur, entidad que financiará proyectos productivos y de infraestructura a nivel regional. Los países del Mercosur, más Colombia, Ecuador y Bolivia, se reunirán el próximo 3 de noviembre en Caracas para firmar el acta fundacional.

La creación de una entidad crediticia regional no sería, sin embargo, una real amenaza para el organismo; sí lo sería, en cambio, la concreción de la promesa de un proyecto similar en Asia. Entonces, dicen, recién ahí comenzarían los cambios profundos que se reclaman al FMI.

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