Kurdos atacan en territorio turco (50 muertos), pero no hubo lunes negro

Militantes del PKK (partido laborista kurdo) chocaron con el ejército y liquidaron unos cincuenta efectivos, este fin de semana en el sudeste de Turquía, no en el noreste iraquí. Pero euro, crudos y oro cedieron un poco.

22 octubre, 2007

Mientras el electorado otomano se aprestaba a un plebiscito que llevará a la elección presidencial por voto directo, Angora tiene problemas para mantener unido el país (48 millones de turcos, 22 millones de kurdos) sin poner en riesgo el sistema de alianzas exteriores. Al presente, impera la cautela.

Por una parte, Angora se empecina en negar el exterminio de armenios durante la primera guerra mundial. No obstante, su gobierno de orientación religiosa trata de revertir reformas laicas de Kemal Atatürk, en cuyo nombre se niegan esas masacres. Por otro lado, también hostiga a la autonomía kurda en el noreste de Irak (12 millones).

Ahora, mientras la Unión Europea y Rusia buscan fórmulas de negociación, la declinación política de Bush le impide presionar seriamente a Turquía. Tampoco puede hacerlo la UE, luego de que el Nicolas Sarkoky se opusiera redondamente al ingreso otomano en la entidad.

Sin duda, EE.UU. está en la peor situación. Turquía forma parte de un grupo de “intereses especiales”, que incluye Israel, Saudiarabia y Pakistán, regímenes que suelen cometer excesos contra diversos grupos étnicos o políticos. Washington mira para otro lado y no hace preguntas incómodas. Así ocurre con el tráfico israelí de armas, el papel del clan bin Laden en el ajedrez saudita o los abusos de Pervez Musharraf en Pakistán (ahora sacudido por un atentado contra Benadzir Bhutto, líder opositora).

Por supuesto, Turquía puede desencadenar un desastre en Levante. Si, debido al ataque rebelde, sus tropas ingresaran en Irak, se trabarían planes de repliegue en Bagdad y Basora y se involucraría a Irán, que tiene su propia minoría kurda sunnita. Por otra parte, el Pentágono envía a Irak vía Turquía 70% de suministros aéreos, 90% de blindados antiminas y 30% de combustibles refinados. Todo esto tiene una lectura nada grata a los armenios: como ya les sucedía cuando romanos y persas se disputaban su país, son víctimas o espectadores de la historia, no sus protagonistas.

Igual les sucede a los kurdos. Gobernantes y caudillos de esa etnia –los mamelucos- detuvieron a los mongoles en 1249, a Timur Leng en 1405 y controlaron Egipto hasta 1517. Pero nunca lograron la independencia de su vasto país natal.

En lo mercado, se esfumaba el “fantasma del lunes negro”. No obstante, hasta algunas maniobras de grandes intermediarios para salvar Wall Street, las tensiones provocaron pérdidas de 2.24% (Tokio), 3,7% (Hongkong), 2,8% (Singapur), 1,05% (Londres) y 1,13% (Fráncfort). Horas después, el Dow-Jones cerraba casi neutro (+0,05), el Standard&Poor’s 500 cedía 0,1%, y el Nasdaq compuesto rozaba +0,55%. El crudo tejano se replegaba a US$ 87 y el Brent a 83,40, con el euro en US$ 1,415 y el oro a US$ 754 lña onza.

Mientras el electorado otomano se aprestaba a un plebiscito que llevará a la elección presidencial por voto directo, Angora tiene problemas para mantener unido el país (48 millones de turcos, 22 millones de kurdos) sin poner en riesgo el sistema de alianzas exteriores. Al presente, impera la cautela.

Por una parte, Angora se empecina en negar el exterminio de armenios durante la primera guerra mundial. No obstante, su gobierno de orientación religiosa trata de revertir reformas laicas de Kemal Atatürk, en cuyo nombre se niegan esas masacres. Por otro lado, también hostiga a la autonomía kurda en el noreste de Irak (12 millones).

Ahora, mientras la Unión Europea y Rusia buscan fórmulas de negociación, la declinación política de Bush le impide presionar seriamente a Turquía. Tampoco puede hacerlo la UE, luego de que el Nicolas Sarkoky se opusiera redondamente al ingreso otomano en la entidad.

Sin duda, EE.UU. está en la peor situación. Turquía forma parte de un grupo de “intereses especiales”, que incluye Israel, Saudiarabia y Pakistán, regímenes que suelen cometer excesos contra diversos grupos étnicos o políticos. Washington mira para otro lado y no hace preguntas incómodas. Así ocurre con el tráfico israelí de armas, el papel del clan bin Laden en el ajedrez saudita o los abusos de Pervez Musharraf en Pakistán (ahora sacudido por un atentado contra Benadzir Bhutto, líder opositora).

Por supuesto, Turquía puede desencadenar un desastre en Levante. Si, debido al ataque rebelde, sus tropas ingresaran en Irak, se trabarían planes de repliegue en Bagdad y Basora y se involucraría a Irán, que tiene su propia minoría kurda sunnita. Por otra parte, el Pentágono envía a Irak vía Turquía 70% de suministros aéreos, 90% de blindados antiminas y 30% de combustibles refinados. Todo esto tiene una lectura nada grata a los armenios: como ya les sucedía cuando romanos y persas se disputaban su país, son víctimas o espectadores de la historia, no sus protagonistas.

Igual les sucede a los kurdos. Gobernantes y caudillos de esa etnia –los mamelucos- detuvieron a los mongoles en 1249, a Timur Leng en 1405 y controlaron Egipto hasta 1517. Pero nunca lograron la independencia de su vasto país natal.

En lo mercado, se esfumaba el “fantasma del lunes negro”. No obstante, hasta algunas maniobras de grandes intermediarios para salvar Wall Street, las tensiones provocaron pérdidas de 2.24% (Tokio), 3,7% (Hongkong), 2,8% (Singapur), 1,05% (Londres) y 1,13% (Fráncfort). Horas después, el Dow-Jones cerraba casi neutro (+0,05), el Standard&Poor’s 500 cedía 0,1%, y el Nasdaq compuesto rozaba +0,55%. El crudo tejano se replegaba a US$ 87 y el Brent a 83,40, con el euro en US$ 1,415 y el oro a US$ 754 lña onza.

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