<p>El problema es que Estados Unidos y el resto de la OTAN deben tener definida para el 3 de abril la nueva estrategia regional. En primer lugar, arrecia la violencia en todo Afganistán (2.000 muertos civiles en 2008, 40% más que el año precedente) y el noroeste de Pakistán.</p>
<p>En segundo término, la coalición talibán-al Qaeda se fortalece inclusive alrededor de Kabul. Finalmente, la corrupción rampante en un gobierno que controla cada día menos territorio le allana a la guerrilla su negocio clave: el tráfico de opiáceos. Afganistán produce y exporta más droga que el legendario triángulo de oro (centro de Indochina), manejado entre generales birmanos y tríadas chinas.</p>
<p>Por cierto, como se explicaba en Munich, miles de millones se gastan inútilmente en programas de reconstrucción que duran un suspiro. Gran parte de esos fondos, señala un informe británico, “acaba en los campos de amapolas”. Los vecinos de Kabul al norte y Beijing mismo –preocupado por los separatistas uighur en Xinjiang- coinciden en el tema.</p>
<p> En un plano más político, Obama en Washington y su vicepresidente, Joseph Biden, en la reunión muniquesa, optarán por “objetivos mínimos” en Afganistán: impedir que al-Qaeda siga infiltrando Pakistán y actuar junto a los señores de la guerra en el norte. “Pero nadie espera ya que ese país sea una democracia aceptable”, admitía el presiente por la cadena NBC. Como el Levante, Holbrooke estará a cargo de aplicar este “nuevo pragmatismo”. </p>
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Nadie cree que Hamid Karzai pueda orientar el rumbo en Afganistán
“Esta guerra acabará siendo más dura y larga que la de Irak”, sostuvo en Munich Richard Holbrooke, enviado especial del Presidente para Afganistán y Pakistán, en la reunión de la alianza atlántica. Lo mismo señaló el general David Petraeus, ex comandante en Irak y actual comandante para todo el Oriente medio.