Para Robert Reich, EE.UU. debe volver a los sindicatos fuertes

Autor de “Supercapitalismo” y secretario de  Trabajo bajo Bill Clinton, atribuye buena parte de la actual recesión a la debilidad de las clases media y media baja. Ello refleja el deterioro del gremialismo en los últimos 50 años.  A su juicio, quien se beneficia por la debilidad gremial es el empleador.

9 febrero, 2009

<p>En esos tiempos, recuerda, &ldquo;el salario alcanzaba para comprar casi todos los bienes y servicios generados por la econom&iacute;a norteamericana. Primaba un c&iacute;rculo virtuoso: buena paga, mayor demanda y m&aacute;s trabajo. Su clave era un sindicalismo fuerte. Hacia 1955, 35% de la poblaci&oacute;n activa estaba agremiada&rdquo;.<br />
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Eso les confer&iacute;a a los sindicalistas poder para negociar en paritarias y los convenios colectivos determinaban los salarios de trabajadores no agremiados. Ahora, una entidad otrora fuerte, <em>United Auto Workers</em>, s&oacute;lo negocia despidos y rebaja de planes jubilatorios pues &ldquo;apenas 8% del sector privado adhiere a alg&uacute;n sindicatos. Por ejemplo, Toyota o Honda compiten deslealmente con Detroit fabricando en estados sin filiales de UAW&rdquo;.<br />
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Los monetaristas, autores intelectuales de la precarizaci&oacute;n laboral, sostienen que la gente detesta a los gremios. Pero &ldquo;encuestas efectuadas desde 2006 muestran que, por el contrario, el p&uacute;blico preferir&iacute;a tener sindicatos que lo defendiesen. Por ende, la clave debe residir en otra parte&rdquo;.<br />
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A criterio de Reich, quien se beneficia por la debilidad gremial es la patronal: &ldquo;menos personal sindicalizado implica menor paga y mayor inestabilidad laboral. En rigor, los ingresos de las clases media y media baja ven&iacute;an cediendo ya antes de la crisis hipotecaria: en 2001/7, el producto bruto interno crec&iacute;a moderadamente, pero los salarios bajaban&rdquo;.<br />
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&iquest;Por qu&eacute;? Simple: la serie de colapsos iniciada con Enron &ldquo;institucionaliz&oacute;&rdquo; despidos y reducciones salariales &ndash;no a los ejecutivos-, como m&eacute;todo para recortar costos o promover fusiones y adquisiciones. En otro plano, el analista aporta un dato significativo. &ldquo;En 2007, los trabajadores agremiados ganaban en promedio 30% m&aacute;s, o sea US$ 863 por semana contra 663, y gozaban de mejores prestaciones m&eacute;dicas&rdquo;. No debe extra&ntilde;ar, entonces, que el nuevo gobierno planee reactivar la &ldquo;<em>employee&rsquo;s free choice act</em>&rdquo; (ley pro sindicalizaci&oacute;n libre).</p>
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